Lina María Céspedes
Facultad de Jurisprudencia
Abogada rosarista con Especialización en Derecho Tributario, realizó una Maestría en Estudios de Género de la Universidad Nacional de Colombia, un Master in Law en Cardozo Law School (Nueva York), y un doctorado en derecho en Temple University (Filadelfia).
¿Qué significa para usted ser docente en la Universidad del Rosario?
Para mí ser profesora de mi Alma Máter es un honor, una oportunidad y un aprendizaje constante. Un honor, porque la Universidad del Rosario es una de las instituciones de educación superior acreditada de alta calidad más importantes del país. Ha sido un centro de pensamiento crucial para la identificación y debate de los temas decisivos de Colombia. Es una oportunidad, por cuanto me permite participar de una comunidad académica vibrante, en la cual puedo discutir y repensar mis temas de investigación acompañada de mis colegas y puedo construir conocimiento con estudiantes curiosos y comprometidos con el quehacer académico. Un constante aprendizaje, siempre hay que seguir aprendiendo para poder ser un profesor de excelencia.
Cuando algo nuevo nace, es la oportunidad de intentar una manera diferente de hacer las cosas y mejorar.
¿Cómo ha sido su experiencia como profesora en la Universidad del Rosario?
Ha sido muy chévere, no puedo más que estar agradecida por mi experiencia docente en la Universidad del Rosario. Soy docente desde principios de este siglo (risas). Comencé siendo profesora auxiliar del profesor Édgar Ramírez Baquero, en la cátedra Régimen General de las Obligaciones. Fue una dicha que él me diera esa oportunidad, pues es un profesional y profesor que admiro muchísimo. Él fue mi profesor a finales del siglo pasado (risas), cuando estaba cursando mi pregrado de Jurisprudencia. Así que fue mi mentor, no solo en lo que concierne al aprendizaje de una de las materias más importantes de mi carrera, sino en esta labor tan importante de ser profesor.
Además, ser profesora en la Universidad del Rosario ha sido un gran reto. La universidad siempre ha trabajado para contar con un cuerpo profesoral de excelencia, y eso ha implicado una constante reflexión sobre lo que significa ser. Hoy en día está claro que ser profesor no es transmitir contenidos, menos en este momento en que tenemos bases de datos impresionantes y podemos acceder a la información en cuestión de segundos. Ser profesor implica ser capaz de enseñarles a los estudiantes a hacer las preguntas correctas, a emplear las metodologías pertinentes y a tener un sentido crítico informado.
Los profesores tenemos no solo que conocer los contenidos, saber dónde encontrar la información y dar cuenta de las metodologías y las críticas, sino también debemos entender los procesos de aprendizaje con el objetivo de que nuestros cursos puedan contribuir a que nuestros estudiantes adquieran estas competencias, para ser profesor no basta saber, hay que saber cómo se aprende a aprender.
¿Qué aspectos han marcado su trayectoria como profesor en el Rosario?
Cuando terminé mi carrera no tenía muy claro el perfil que quería tener. Con el tiempo entendí que uno no debe ser impaciente al respecto. Hoy en día la expectativa de vida es larga, cuando llega el momento de pensionarse uno está en uno de los momentos más interesantes intelectualmente, con el tiempo me fui dando cuenta que es ideal construir un perfil que le permita a uno reinventarse.
Por esa razón, he procurado construir un perfil académico donde la especialización no sea un sinónimo de falta de versatilidad. El derecho me ha permitido confluir con otros campos de conocimiento, por ejemplo, con los estudios de género, lo que significa un logro para mí, por cuanto en el mundo del derecho no es fácil demostrar que este tipo de enfoques son pertinentes. Afortunadamente, he sido insistente, consistente y disciplinada en este punto y ahora veo que esta aproximación que adopté hace ya varios años está dando frutos.
Con el tiempo me fui dando cuenta que es ideal construir un perfil que le permita a uno reinventarse.
¿Cuál es su aporte a la universidad y a los estudiantes?
Cuando yo terminé mi pregrado comprendí que quería trabajar en áreas de generación de conocimiento y creo que la docencia es el escenario perfecto. La academia permite interactuar con otros y ver, lo que uno está viendo desde su óptica, interpretado desde una perspectiva diferente, eso genera diferentes oportunidades para comprender mejor nuestras áreas de interés. La Universidad del Rosario tiene un ambiente que favorece eso, ofrece la oportunidad de enriquecerse libremente con distintas formas de pensamiento, esa para mí es la esencia del académico, y no sucede en todos los escenarios así que valoro poder disfrutarlo. Este ambiente genera un compañerismo productivo que hace las dinámicas de trabajo muy agradables. Se me pasa la vida disfrutando una experiencia laboral que me permite estudiar permanentemente, aprender más de lo que me gusta y desarrollar diferentes proyectos e intereses propios y de otros, para generar cambios en la comprensión del mundo.
Creo que los profesores rosaristas tenemos un componente docente, un componente muy humano y un componente de investigación que permite hacer aportes en las diferentes disciplinas desde muchos aspectos y aportar al crecimiento de las sociedades, es una oportunidad interesante y marca la diferencia en el día a día. Valoro mucho el privilegio de tener a los estudiantes cerca, de poder investigar con ellos, compartir con ellos en los grupos de investigación cuando expresan sus iniciativas, y compartir con ellos la docencia gracias al programa de tutores pares. Ellos son personas excelentes que forman un puente humano y académico con los demás estudiantes de las cohortes y nos permiten recibir apoyo de primera mano en nuestro propósito formativo disciplinar y humano.
Las clases no son un espacio estático, no son una obra finalizada. Ser buen profesor implica tener esto como principio rector, saber que siempre hay que estar repensando el cómo de los procesos de aprendizaje.
¿Qué la inspira a enseñar?
Los profesores somos una inspiración para los estudiantes, somos modelos y vehículos a través de los cuales ellos pueden entender cuáles son los retos de su profesión. Esto es una gran responsabilidad y un honor.
Somos formadores de los hombres, mujeres y personas diversas que ilustran e ilustrarán la República. No hay nada más gratificante que un estudiante o egresado le diga a uno que la clase que le dictó fue una de las mejores o que no olvida tal o cual aprendizaje; eso es de lo más emocionante.
A mí me inspira a enseñar la posibilidad de contribuir al proceso de formación de buenos profesionales y buenos seres humanos. También, me gusta compartir lo que yo sé, soy feliz haciéndolo y finalmente eso es lo que hago en mis clases, eso me inspira y me genera felicidad.
Lina María Céspedes
Correo: linam.cespedes@urosario.edu.co
Google Academic
ORCID
PURE