Un desayuno, en 1827
Un documento de hace dos siglos nos indica que la vida cotidiana era como hoy: los alimentos subían y la plata no alcanzaba.
Eran los inicios de la República, pero el rector del Colegio del Rosario era, otra vez, un cura. No uno cualquiera, de misa y olla, sino todo un revolucionario: don Juan Fernández de Sotomayor y Picón (1777-1849), natural de Cartagena, es recordado en nuestra historia por un catecismo republicano que lo puso en la mira de la Santa Inquisición y de Morillo. Colegial del Rosario, luego catedrático y rector, en los periodos 1823-32.
Se trata de un documento doble: la consulta de una autoridad y la respuesta de un rector. La comunicación oficial está firmada, no así la respuesta del Colegio del Rosario [AHUR, caja 22 ff. 312r-v].
Consulta del Dr. Félix Restrepo, a nombre de la Dirección General de Estudios, 1827.
Direccion j[ene]ral Bogotá 16,, de
de estudios mayo de 1827.
Al S[eño]r Rector del colejio del Rosario
La Direccion j[ene]ral ha acordado en es-
ta fecha se pida informe á los
rectores de los colejios del Rosario y
S[an] B[artolo]mé sobre si será posible q[u]e
con las actuales rentas de dichos
colejios y con lo q[u]e pagan los pen-
sionistas se pueda dar á los cole-
jiales un lijero almuerzo á las 8,, ó
9,, de la mañana, y en caso de q[u]e
aquellas rentas no alcansen, qué
cantidad adicional podría exijir-
se á los colejiales p[ar]a este objeto;
cuyo conocim[ien]to se desea p[ar]a pro-
ceder al arreglo de horas de estudio
y asistencia á las clases.
Lo que comunico a Usted
p[ar]a q[u]e se sirva evacuar el infor-
me en la parte que le toca.
Dios gu[ard]e á Usted
D[octo]r Felix Restrepo
A la Direccion Jener[a]l de Estudios
Colejio del Ros[ari]o á 21 de
Mayo de 1827.
Para contestar á la direccion en el conocim[ien]to q[u]e decea tener
á efecto de q[u]e á los colejial[es] se les facilite un lijero desaiuno
haciendo el gasto ó de las rent[a]s del Colejio, ó de las pension[e]s
[Folio 312v]
de los q[u]e pagan sus alim[en]tos, recordare el decreto del Poder Ejecutivo de 17 del pasado
Junio[1] p[o]r el qual á informe mio se elevo la pension de los colejiales q[u]e no tienen
beca de fundacion a veinte p[esos] sobre los ochenta q[u]e pagaban. La carestia de los
alimentos dio motivo á aquella solicitud, p[o]r q[u]e repartid[os] los ochenta p[esos] en
los nueve meses q[u]e antes componian el año escolar, solo con ocho p[esos] cinco r[eales] un q[uarti]llo, no era
posible proveer a los alimentos. Los cien p[esos] daban en cada uno de los
nueve meses once p[esos] y medio r[eal] poco m[a]s y se añadió segun el
mismo decreto un pan a la noche igual al
del medio día. Hoy por el aum[en]to de dos mes[e]s mas al año escolar ha quedado
ilusoria aquella disposicion p[o]r q[u]e en su distribucion q[u]e vale nueve p[esos] medio r[eal]
y algun[o]s --- solo se aumenta a la de los 8 p[esos] cinco r[eales] y med[io] q[uarti]llo la de los 80 p[esos] tres real[e]s y
un q[uarti]llo m[a]s con el agregado de un pan m[a]s q[u]e importe al mes tres r[eales] y q[uarti]llo m[a]s sobre
los nueve p[esos] medio r[eal] de modo q[u]e no es posible deducir de esta pension los alimentos.
En igual caso se hallan los fund[adores] de becas, y la pobresa de los q[u]e las poseen
es tal q[u]e aunq[u]e por el decreto citado se dispuso que se abonasse el deficid p[o]r los
cien p[esos], yo me he visto necesitado a no eccijirlo p[o]r q[u]e sus fa-
milias son pobrisim[a]s.
Creo Señores q[u]e no es practicable aumentar con otra pension
el desaiuno ni á los q[u]e pagan los cien p[esos] ni á los q[u]e viven de becas fundad[a]s.
Los q[u]e tienen en la ciudad sus familias no sufririan un gasto q[u]e ellas hasen insen-
siblem[en]te tod[o]s los días mandando á sus hijos ó parientes lo q[u]e pueden p[ar]a q[u]e almuersen, los de fuera reci-
ben aun el chocolate de sus casas como lo he visto traer desde S[an] Gil, Barichara
y otros lugar[e]s. No son pocos los q[u]e economisan los pan[e]s q[u]e da el colejio p[ar]a
tener con q[u]e tomar el chocolate y por lijera q[u]e fuesse la adicion p[ar]a este gasto,
no podria importar menos de treinta p[esos] en cada año escolar de onse meses, q[u]e
no tod[o]s podran facilitar, reagravando con ello á los de becas q[u]e son lo vuelvo á
repetir pobrisimos.
Desde q[u]e conosco el Colejio del Ros[ari]o jam[a]s ha sido impedim[en]to p[ar]a
concurrir á las clases la hora del desaiuno q[u]e ha estado fijada desp[ue]s de la misa
de siete hasta las ocho: es verdad q[u]e alguno no se desaiunara hasta las dies, pero
como las clases han estado en el colejio, no ha impedido q[u]e concurra á ellas, ni un
pequeño mom[en]to de licencia q[u]e se ha dado á mui raro, p[ar]a q[u]e se desaiunara á la hora
q[u]e se lo manda de su casa, ha servido de obstaculo á su aprovecham[ien]to.
Esto es cuanto creo deber informar a la direccion
por la esperiencia q[u]e tengo.
Dios gu[ard]e á U[sted]
El Colegio del Rosario y la reforma.
La posición del rector Fernández ante el plan de Estudios de 1826 no era del todo favorable[2]. El documento que copiamos deja ver un punto neurálgico: las rentas y su administración. El Gobierno subió las pensiones, creó un déficit para los responsables de las becas y dejó al rector la responsabilidad de cobrarlo. Este es el asunto de fondo, mas el rector no deja pasar la oportunidad de recordar quién es el encargado de la disciplina interna de su Colegio: tanto la alimentación como la asistencia a clases vienen funcionando perfectamente, sin intervención externa.
¿Almuerzo o desayuno?
En cuanto al lenguaje, lo más llamativo es la frase “dar á los colejiales un lijero almuerzo á las 8,, ó 9,, de la mañana”: está lejos del uso actual que se pueda tomar el almuerzo tan temprano como que pueda ser ligero. Resulta evidente que, entonces, ‘almuerzo’ y ‘desayuno’ se entendían como sinónimos. Ello lo prueba el primer párrafo de la respuesta del rector, cuando dice “á efecto de que á los colejiales se les facilite un lijero desaiuno”.
La sinonimia está comprobada en obras lexicográficas. Terreros dice: “ALMORZAR, desayunarse por la mañana”[3]. Peñalver es más específico: “ALMORZAR. Comer antes de medio día”[4]. Dos nociones parecen indicar la naturaleza de la comida: tomarse por la mañana y ser ligera: “ALMUERZO. Comida que se toma por la mañana o durante el día, antes de la principal”[5].
El Diccionario de la lengua española, en la versión actual y disponible en línea, registra el uso y costumbre actual: “Comida del mediodía o primeras horas de la tarde”[6].
Otro punto idiomático ocurre cuando el rector, hablando del déficit en pensiones, dice “yo me he visto necesitado a no eccijirlo”: el ‘verse necesitado a’ es sin duda un giro llamativo por lo poco usado. Un ejemplo de su uso literario:
Pero como esto de obrar según los primeros impulsos, era antiguamente privilegio de los mulos y de los toros, y ahora parece que es de los señores liberales; y como yo no soy ni de los liberales ni de los mulos, me he visto necesitado á prestarme más de cuatro veces á este deleitable ministerio (...)[7].
*El documento ya había sido publicado, parcialmente, en Guillén, M. (2008). Los estudiantes
[1] Según Guillén, decretos expedidos por Santander en ocho de marzo y catorce de junio de 1826.
[2] Fajardo, L., Villaveces, J., Cañón, C. (2003). Las reformas santanderistas en el Colegio del Rosario. Bogotá: Universidad del Rosario. Echeverry, A. (1989). Santander y la instrucción pública (1819-1840). Bogotá: Universidad de Antioquia – Foro Nacional por Colombia.
[3] Terreros, E. (1786). Diccionario castellano: tomo I. Madrid: Imprenta de la viuda de Ibarra, hijos y compañía.
[4] Peñalver, J. (1842). Panléxico, diccionario universal de la lengua castellana. Tomo primero. Madrid: Imprenta de don Ignacio Boix, editor.
[5] RAE. Diccionario histórico de la lengua española (1933-1936).
[6] REAL ACADEMIA ESPAÑOLA: Diccionario de la lengua española, 23.ª ed., [versión 23.8 en línea]. <https://dle.rae.es> [26-2-2025].
[7] Colección de las cartas sobre bienes eclesiásticos que bajo el título de Filósofo Rancio escribió Francisco Alvarado: Cartas XXVIII-XXXIX. Cartas filosóficas, I-VI. México: Imprenta de la Voz de la Religion, 1852.