Un ilustre médico colombiano
Miguel David Quintero Consuegra
El Doctor José Félix Patiño Restrepo es un cirujano cardiotorácico que ha tenido gran impacto en la sociedad colombiana en distintos ámbitos. En la educación, al fundar la Facultad de Medicina de los Andes y haber sido rector de la Universidad Nacional de Colombia; en la política, como ministro de salud y actualmente con su activa participación en la ya sancionada ley estatutaria; en el campo médico, al ser autor de numerosos editoriales de cirugía y desarrollar la técnica del shunt cavopulmonar para tratar ciertas anomalías congénitas del corazón. Así se describe brevemente a un ilustre colombiano, digno de admiración y modelo para los médicos y estudiantes de Medicina.
Miguel Quintero: ¿Qué lo llevó a estudiar Medicina?
José Félix Patiño: Mi padre era médico, pero nunca me sugirió ni influyó para que estudiara Medicina. Yo creo que desde el cuarto año de bachillerato ya sabía que iba a estudiar Medicina; y también que si iba a estudiar Medicina, iba a ser cirujano. De manera que fue simplemente algo muy personal. Cuando entré a estudiar Medicina en la universidad Nacional, encontré que todo lo que pensaba sobre la Medicina era correcto, pues la Medicina es ciertamente la actividad humana más generosa y más altruista, y la que da las mayores satisfacciones personales y científicas. De esta manera inicié mi carrera en la Universidad Nacional. El 9 abril de 1948, en el Bogotazo, la Universidad Nacional se cerró por un tiempo largo. Mi padre era profesor visitante en algunas universidades norteamericanas y me pareció excelente momento de irme. Yo quería irme para la Universidad de Yale, donde fui aceptado en transferencia. En Yale gané el “ground undergraduate research fellowship”, que le da a uno la oportunidad de sacar un año entero para dedicarse a la investigación. Así logré hacer mi proyecto de tesis sobre el trasplante de tejidos endocrinos embriológicos. Me gradué y me dieron el premio de tesis, ya que me gradué como estudiante número uno del curso.
MQ: ¿Cómo fue para usted ser un estudiante colombiano en Estados Unidos?
JP: En esa época fue muy difícil. Cuando yo llegué a registrarme, a matricularme, me acuerdo que me dijeron que era el primer estudiante a la Facultad de Medicina de ese país. Después supe que en el siglo XIX el Doctor Uricoechea se había graduado en Yale, pero entonces yo era el segundo y no había más.
MQ: ¿Qué cree que fue lo más difícil de la carrera como estudiante de pregrado?
JP: La verdad todo fue fácil, todo fue agradable. A mí siempre me gustó estudiar, de manera que difícil en el sentido de esfuerzo, sí claro. Creo que estudiaba entre 4 y 6 horas diarias, y también los sábados y domingos, porque me gustaba y no porque me tocaba. Me parecía el mejor plan estudiar. Entonces difícil en el sentido que tiene que abarcar un conocimiento muy amplio, un conocimiento que se renueva muy rápidamente, más que en cualquier otra área del conocimiento humano; pero fácil en el sentido de que es muy agradable estudiar Medicina, porque le da a uno una visión del mundo diferente, una visión de la sociedad diferente, y es fascinante conocer las bases moleculares de la vida y de la enfermedad.
MQ: ¿Alguna vez pensó en dejar la carrera?
JP: Nunca.
MQ: ¿Qué rol jugó en su vida como profesional y como médico reconocido la investigación y la docencia?
JP: Muy importante. Primero que todo, yo creo que la inquietud intelectual que he tenido ha sido el norte de mi vida; he tenido siempre la inquietud de conocer otras cosas y conocer mucho de Medicina. Se me sembró cuando estaba en el colegio, en el Gimnasio Moderno, donde les cogí mucho gusto a los libros y a la biblioteca. Además, nos enseñaban todo sobre música y aprendimos a conocer de música clásica, y creo que de allí para acá mi gusto por la música clásica. De los diez años que estuve en Yale, el Music Hall es el teatro donde hacen los grandes conciertos y se presentan los grandes artistas del mundo, entonces de manera permanente estaba asistiendo a conciertos por lo mejor del mundo. Contrario a las universidades colombianas, que en general son sitios donde se va a tomar clases para obtener un grado y un diploma. Por eso en la Universidad Nacional existe el auditorio León de Greiff, en donde todas las semanas hay conciertos gratuitos para los estudiantes y varios eventos; también hay un museo. Ambos fueron fundados cuando yo era rector, para disfrutar de la universalidad de la universidad y no solamente de su carrera.
MQ: ¿Cómo un cirujano como usted, académico, investigador, terminó siendo ministro de salud?
JP: Eso se lo tienes que preguntar al Dr. Guillermo León Valencia, que está en el otro mundo; porque yo estaba operando en la clínica de Marly y las enfermeras circulando, me dicen llamó su esposa, que lo está esperando el Dr. Obando, de parte del Dr. Valencia. Entonces me fui a la casa y me encontré allí con un señor que era el ministro de obras y el Dr. Valencia, quien era el presidente electo. Me dijo que el Dr. Valencia le pide que acepte el ministerio de salud. Entonces le dije soy un cirujano, soy director en este momento de la Sociedad Colombiana de Facultades de Medicina: yo sé de educación médica y cirugía, pero nada de salud pública; yo no puedo ocupar ese cargo. Yo no creo que yo tenga los conocimientos para ese cargo. Entonces dijo: señor presidente, aquí le paso al Dr. Patiño; y me pasa al presidente electo. “Ilustre Dr. Patiño, es para mí un honor conversar con usted y me honro mucho en ofrecerle el cargo de ministro de salud, para que me acompañe en el primer gabinete de mi gobierno”. ¿Yo ministro de salud?, si yo de eso no sé, Presidente Valencia; yo realmente siento que no tengo las capacidades para ser ministro de salud. Por el contrario, ilustre Dr. Patiño: usted tiene todas las características. Y al presidente tú no le puedes decir que no. Entonces terminé siendo ministro de salud.
Y me pude lucir, porque pude introducir los medicamentos genéricos. Cuando estaba en Yale, habían introducido las drogas en el estado de Connecticut, entonces me fue muy fácil introducirlas y creo que fue bastante valioso. También pude hacer una cosa importante: darle a Ascofame la delegación para que certificara los especialistas y hospitales docentes, y eso funcionó perfecto durante una década. Fueron las dos cosas que pude hacer en el ministerio.
MQ: En su paso por el ministerio, ¿qué otros logros pudo realizar?
JP: Actualicé el plan hospitalario nacional, dándoles a los hospitales la categoría de acuerdo con su capacidad de servicio y, sobre todo, fortaleciendo los sistemas de referencia y contrarreferencia. También como mi padre había sido el director nacional de higiene, tenía mucho consejo por la parte de salud y entonces pude empujar algunas de las campañas, en ese momento muy importantes, contra el paludismo, contra la fiebre amarilla; pero, sobre todo, fortalecer el Instituto Nacional de Salud, que era un centro de investigación sumamente importante y además el productor de muchas de las vacunas que usamos en el país.
MQ: A partir de una frase de Ernesto Sábato, en su libro Pensar la Medicina, “la dura realidad es una desoladora confusión de ideales y de torpes realizaciones”, usted plantea varios ejes que podrían generar cambios para la Medicina. ¿Por dónde cree que podemos comenzar los futuros médicos?
JP: Yo le había expresado al presidente Santos y he llegado a una conclusión, y es que el mal de nuestro sistema de salud, el terrible perjuicio que le han hecho a Colombia, por que la gente que lo defiende dice que hay cobertura; pero lo que quieren decir es que hay carnetización, pero tener el carné no quiere decir que puedas tener servicio. Entonces el mal que se ha hecho al paciente, a la Medicina y a la institucionalidad de la Medicina reside en la intermediación, con o sin ánimo de lucro, como lo es Saludcoop. De manera que el sistema realmente nació mal, como ha dicho el presidente Santos, por la intermediación. Si tú le quitas la intermediación financiera y dejas que las EPS se vuelvan administradoras, con un pago fijo sin que manejen los dineros, pues tendríamos un sistema de salud muy aceptable. Pero es absurdo que en este momento tengamos más de 60 EPS para manejar la salud. Imagínate lo que cuesta mantener la burocracia para mantener 60 EPS.
MQ: ¿Usted cree que algún día, remotamente, en unos 30 o 50 años, la Medicina pueda dejar de verse netamente como un negocio?
JP: Yo creo que se puede lograr muy pronto, porque nosotros, en la Academia Nacional de Medicina, gracias al presidente pasado que fue Fernando Sánchez Torres, convocamos lo que él llamó “la gran junta médica”. Entonces allí se reúnen, todas las semanas, todos los gremios asociados a la Medicina. Yo asisto como coordinador de la Comisión de salud, trabajo para redactar la ley estatutaria. Fernando Sánchez Torres hizo una síntesis muy afortunada y se la presentamos al presidente, quien se entusiasmó y la radicó ante el Congreso. Si el presidente sanciona esa ley, ya no se puede seguir con el aseguramiento comercial ni con el negocio. La ley estatutaria no lo permite, porque esa ley dice que la atención de la salud es un derecho humano fundamental; y para eso hay que armar un sistema de salud diferente al que tenemos, y es muy fácil hacerlo. Así tú tendrías que se acabó el negocio de la salud y vuelve el Estado para manejar el sistema de salud; vuelven los médicos calificados al ministerio de salud y tú, mañana que estés graduado, puedes ser ministro de salud, en vez de un economista.
MQ: ¿Usted cree que lo médicos deben involucrarse un poco más en la política?
JP: Yo sí creo. Me causó mucha impresión, en la sesión inaugural del gran Congreso del Colegio Americano del Cirujano, la conferencia inaugural. La dio un cirujano senador. Creo que los médicos deben involucrase más en la política; deben ir más al Congreso para defender los valores de la Medicina y poder cambiar este terrible sistema. En las elecciones pasadas, en Colombia había tres médicos muy importantes que si hubieran llegado, habrían hecho cosas muy importantes; pero no lograron los votos.
MQ: ¿Cómo cree que se puede llevar la relación entre la profesión médica y la familia, qué piensa usted en esos dos aspectos?
J.P: En la época en que yo estuve más activo y operaba todos los días y cubría las tres especialidades, fueron muchos los fines de semana que hicimos planes con la familia y se tuvieron que ir mi esposa sola con las niñas, porque me tenía que quedar. La esposa del médico aceptaba esa condición. Los médicos jóvenes se han formado de una manera diferente, porque antes era todo altruismo; por encima de cualquier cosa, inclusive por encima de la familia. Por ejemplo, si yo operaba a un paciente grave el viernes, no me podía ir el sábado a viajar. Toda mi familia lo disfrutó porque era un plan de vida diferente; nunca me reprocharon mi ausencia. Creo que ahora ha cambiado mucho, desde que se introdujo la ley 100 como un negocio la salud.
MQ: ¿Qué es ser médico?
JP: Yo no creo que exista una actividad humana que le dé a uno un horizonte tan amplio como la Medicina; porque a través de la Medicina tú puedes ver el universo, el mundo entero; y puedes saber qué significa el hombre en su medio y qué significa el medio para el hombre; qué significa la vida, qué quiere decir la vida. Esta es un concepto abstracto donde hay seres vivientes. Qué es la enfermedad, de dónde viene, es entrar en lo más profundo de la química celular. Entonces tú en Medicina estás hoy mirando el fundamento de la vida, el fundamento de la enfermedad, el papel del hombre sobre la tierra. Es un horizonte que no te da ninguna otra profesión, y la satisfacción de hacer algo por otra persona. En el caso mío de la cirugía, la satisfacción de poder salir del quirófano y decirle a la esposa todo salió muy bien, su marido se curó de esta enfermedad, es una satisfacción muy grande; porque tú has logrado con tus manos darle a esa familia la estabilidad que requiere y haber corregido algo que estaba mal. De manera que es casi como jugar a ser Dios. Por eso ser médico es un privilegio enorme; el que no aproveche lo que significa la Medicina está desperdiciando algo tremendamente valioso.
MQ: ¿Cuál cree usted que es la clave del éxito?
JP: Yo siempre he pensado que tú tienes que fijarte una meta a tu manera. Siempre creo que la clave del éxito es que a su manera cumpla las metas propuestas a su manera. Los que se desvían para tratar de hacer las cosas a la manera de los demás no tienen éxito. Los que tienen éxito son los que a su manera cumplen las metas.
MQ: ¿Qué mensaje quiere dejarles a los médicos rosaristas?
JP: Ustedes son muy afortunados, porque están en una institución benemérita. Seguramente es la universidad más antigua de Colombia o se la disputan con otros, pero como universidad es la más antigua de Colombia y con una tradición brillante. Mi padre fue egresado del Rosario, colegial del Rosario, de manera que la conozco bastante bien. Ustedes están en una de las instituciones emblemáticas de Colombia y deben aprovechar al máximo eso. Ahora tienen unas facilidades que antes no tenían. Ahora el Rosario tiene mejores instalaciones hospitalarias docentes que cualquiera otra Facultad de Medicina en Bogotá, de manera que son unos afortunados en tener una universidad con esa atracción y tener unos sitios de práctica tan buenos como los que tienen, mejores que cualquiera otra universidad en Bogotá. Deben ser muy orgullosos de ser rosaristas y grandes profesionales para justificar ese título que ustedes tienen como hombres de bien, que les está haciendo honor.