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Editorial: Sí o No (y el sí del nobel a la paz)

Luis Enrique Nieto Arango

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Me sé del todo indigno de opinar en materia política, pero tal vez me sea perdonado añadir que descreo de la democracia, ese curioso abuso de la estadística.
Jorge Luis Borges

La democracia es la necesidad de doblegarse de vez en cuando a las opiniones de los demás.
La democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre. Con excepción de todos los demás.

Winston Churchill

La democracia colombiana es un orangután con sacoleva.
Darío Echandía

Estas frases, provenientes de personajes tan distantes como Borges el intelectual y Churchill el estadista, que encarnan la antítesis del pensamiento y la acción y rematadas por la síntesis del maestro Echandía, quien reúne las dos condiciones, bien pueden servir de marco de reflexión acerca de lo sucedido en Colombia con el plebiscito sobre los acuerdos de paz de la Habana, en el cual el NO triunfó por una ligerísima ventaja sobre el SÍ, con una abstención de más del 60%.

Estas cifras y su repartición en el territorio colombiano son de por sí muy dicientes: en líneas generales los departamentos en que ganó el NO conforman el centro del país, mientras que en los de la periferia, incluido el exterior, ganó el SÍ. Todo esto unido a que en los pueblos que más víctimas han aportado al conflicto el triunfo del SÍ fue rotundo.

Lo anterior da como resultado un país profundamente dividido y en el cual la paz, derecho fundamental de todos los pueblos y base insustituible del progreso, se aplaza, se difiere o, como se dice con palabra de origen latino, se procrastina una vez más en nuestra larga historia, la cual parece enseñarnos que para algunos resulta preferible convivir con un gran problema que atreverse a resolverlo.

Existe, de tiempo atrás, consenso respecto de las reformas estructurales que deben efectuarse en campos como el agrario o el de la participación política, sobre las cuales los estudios académicos cada vez más demuestran la necesidad y la urgencia de emprenderlas pero que el temor al cambio y la obstinada defensa de mezquinos intereses particulares han impedido hacerlo y, por eso, no ha sido posible encontrar lo que podríamos llamar una “solución baciyélmica”, expresión que, de acuerdo con el DRAE, alude a la pretensión forzada de conciliar, mediante una formula híbrida, posiciones o conceptos enfrentados y que viene del término baciyelmo (De bacía y yelmo, término creado por Sancho Panza para zanjar la disputa entre don Quijote, que afirma llevar el yelmo de Mambrino, y un barbero, que sostiene que don Quijote se cubre en realidad la cabeza con una bacía).

La existencia de estas dos Colombias enfrentadas desde tiempo inmemorial, pueden explicar el título que el historiador David Bushnell dio a su obra clásica: Colombia, una Nación a pesar de sí misma, que refleja la falta de solidaridad y la carencia de un ideal común que no ha permitido un generoso proceso de integración entre todos los pobladores de esta esquina del Continente que, por su aislamiento de la modernidad, López Michelsen alguna vez llamó El Tíbet de Suramérica.

Ante esta nueva procrastinación, con la que se pretende, como en la célebre novela El Gatopardo, cambiar todo para que todo siga igual, se hace indispensable unir y desplegar todas las fuerzas para encarar el futuro, con desprendimiento y altruismo, deponiendo los odios, olvidando las rencillas, los prejuicios y los lastres del pasado, para emprender una tarea en la que, casi con seguridad, únicamente las nuevas generaciones son decisivas y tienen la responsabilidad de transformar el grave peligro que entraña esta crisis, para convertirla en una oportunidad que asegure una Patria de verdad para los que vendrán.

Al cierre de esta edición registramos la noticia del otorgamiento del Premio Nobel de Paz 2016 al Presidente de la República Juan Manuel Santos Calderón, Patrono del Claustro Rosarista, por su dedicación y perseverancia en la búsqueda de la paz mediante las negociaciones con las Farc.

El otorgamiento de este galardón, que le será entregado en Oslo, Noruega, el próximo 10 de diciembre, es un espaldarazo de la comunidad internacional al acuerdo y abre una esperanza para esta compleja negociación que, por otra parte y luego del plebiscito, ha reunido a gran número de estudiantes de todas las universidades de las ciudades colombianas en manifestaciones de apoyo y solidaridad con las víctimas y con el espíritu de unidad y conciliación del proceso.