Etimología, teoría del cuerpo y humanidades médicas para la ecotoxicología del cambio climático
Ricardo Andrés Roa Castellanos
Ricardo Andrés Roa Castellanos
Introducción
“Actualmente la humanidad libra una guerra contra la naturaleza. Si la gana, habrá perdido”
Hubert Reeves
Se ha estimado por la OMS que en el 2016 un 92% de la población mundial actual vivió en ambientes muy contaminados[1], siendo esto una doble causa ecotoxicológica compartida por la contaminación aérea, según la toxicología, que determina por un parte la generación de la enfermedad orgánica (para la neumología, la oncología y la endocrinología) y, por otra -aunque simultáneamente-, la exacerbación del cambio climático (en lo que refiere a la geoquímica de gases, meteorología y fenología[2]).
Para España, por ejemplo, en 2016 de acuerdo con valores medidos en las 455 estaciones de monitoreo en la calidad de su aire troposférico, el 80% de su población había estado expuesto al Ozono (O3/O4), un gas que en exceso se hace tóxico.
Se estimaron para el año unas 1800 muertes prematuras por esta causa gaseosa específica[3] que, al ser un radical libre, detona procesos inflamatorios (flogísticos[4]) tales como enfermedades respiratorias crónicas alérgicas, como el asma o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, y favorece la infección respiratoria aguda. Al ser un factor químico determinante según las concentraciones gaseosas de contaminantes en el ambiente, el riesgo ecotoxicológico se cumple también en otras sociedades y puntos geográficos. Se puede generalizar de acuerdo con múltiples estudios científicos de diversos países con hallazgos constantes en su patrón, y por ende “universalizables”, que concluyen en una idea: “el aire influye (positiva o negativamente) en los cuerpos”.
Etimología
El prefijo etymón, raíz de donde proviene la palabra etimología, significa “verdad”. En contraste, se sabe que muchos eufemismos, adrede, pretenden distraer, confundir o reemplazar palabras y conceptos que directamente describen directamente las situaciones, actos y entes de acuerdo a la realidad. El caso cliché es la palabra “aborto”, que contrasta con la descripción política, activista y eufemística del mismo acto, es decir, la “interrupción voluntaria del embarazo”.
La ética de Aristóteles (Ética Nicomáquea) a veces parece un tratado de lexicografía griega pues analiza, con virtud y desde ella, palabras y conceptos en relación con la vida práctica e intelectual de forma bastante efectiva. Adicionalmente, lo hace con el cometido de buscar nada menos que la felicidad, la verdad y la más conveniente conducta política y social posible, engendrada en una racionalidad y formación tanto ética como filosófica que ha sido referida como escuela naturalista, vitalista o vitalismo, que buena falta hace a la humanidad actual y la vida del planeta en estos días de pretencioso pseudo-intelectualismo.
¿La validez de este método combinado expuesto en los libros Problemas, Política y Ética Nicomáquea del Estagirita, puede resultar de ayuda en el tema del Cambio Climático?
Recordemos que, de forma sarcástica, se dice que ya escasamente queda “medio ambiente”, sin quedar -ni siquiera- un ambiente completo. Detrás de dicha broma etimológica hay algo de cierto, pero sería más preciso caer en cuenta que al interior de los organismos, es decir, de cada “cuerpo” se encuentra quizás la otra mitad aludida, ese otro restante “medio” vital.
Sería curioso -también- preguntarse por qué desde los tiempos industriales, cuando empieza el cambio climático y la paralela destrucción tecnológica en masa de biomas, biotas y la biósfera como tal, se empieza a hablar desde entonces más de ambiente (inglés. environment) y de medio (francés. milieu) para referirse a la naturaleza.
Y es curioso, ya que al ser el concepto “ambiente”, por ejemplo, un tanto más inasible, sin un ser vivo definido, un cuerpo o una cara, que lo represente, o al ser descriptivamente más ligado al componente abiótico (al aire, al agua, a la luz, al ruido, etc.), contrasta con la Naturaleza como ente que, al contrario, es una fuerza formadora evidente (la Madre Naturaleza, la Pacha Mama, la Gaia, etc.) e imagen plena de lo vivo, por medio de los fácilmente identificables frutos que tiene o seres vivos que la integran, a su vez, como “sistema funcional”, o sea, como conjunto de elementos integrados que estructuran ese componente biótico de nuestra realidad.
Parte de la respuesta sobre el origen histórico del medio se encuentra en el libro Seguridad, Territorio y Población de Michel Foucault (2006), que revisa para la cultura el concepto del “Medio” dentro de las técnicas políticas, a la postre llamadas biopolíticas, y que surge en los albores de las Revoluciones francesa e industrial para finales del siglo XVIII en Europa, cuando surge el concepto también de la “salud pública” como parte de la actividad médica que reconoce en las poblaciones un nuevo sustrato de estudio para garantizar la salud y ejercer el acto médico.
EL lexema palíndromo “Ana” como indicio de integración de partes y desarrollo de la ciencia del cuerpo
¿Pueden las raíces lingüísticas y las humanidades médicas arrojar ideas para corregir el cambio climático? Sorprendentemente, si.
En su tratado teórico sobre El cuerpo humano, el padre de las humanidades médicas, el médico y humanista español Pedro Laín Entralgo (1989), comienza por hacer una revisión lexicográfica del latín. Con el norte definido de construir una visión metaparadigmática del cuerpo humano, este médico ibérico comienza por recordar que la palabra “recapitulación” se origina en el vocablo latín recapitulatio traducción de anakephalaiosis, una palabra helénica (griega).
En el actual castellano, el verbo recapitular es descrito por la RAE, así: “Del lat. recapitulāre. 1. tr. Recordar sumaria y ordenadamente lo que por escrito o de palabra se ha manifestado con extensión”. Laín Entralgo cita esa palabra del Libro de los Romanos (VIII, 9) y De los Efesios (I, 10) en las escrituras originales, donde Pablo de Tarso, escribiendo en griego, describe a Cristo como “recapitulación de todas las cosas”; traducido posteriormente como reunión, restauración o síntesis absoluta, lo cual en la omisión del detalle en la traducción deja perder parte significativa importante de una palabra que poco nos dice, pero mucho nos sugiere al pensar la palabra “capítulo” o la expresión per cápita.
Sin embargo, yendo al significado etimológico original resaltan los lexemas del prefijo ana- y el sufijo –kephalé, que en griego indica, como el latín caput, cabeza (p.ej. cefalea, encefalograma).
El prefijo ana-, un palíndromo o palabra que sea lee igual en una dirección que en otra, es de suma importancia conceptual para las Ciencias de la Salud y la Vida. Resuenan entonces en el vocabulario especializado las palabras que con base técnica, me permito explicar desde la terminología médica[5] para exponer su aplicación en el razonamiento del tema:
En este concepto incluyamos el adjetivo “analítico” llevado a sustantivo en la práctica médica española (propiedad basada en resultados que en España como sustantivo femenino, refiere el concepto “exámenes de laboratorio”).
Es posible convenir que el prefijo ana- implica el proceso de unión o síntesis sistémica previo al entendimiento, diferenciación e identificación funcional de sus elementos componentes. En otras palabras, la distinción y separación completa de las partes de un todo funcional-integral que permite entender hasta llegar a conocer la singularidad de sus principios o elementos. Es decir, la síntesis de un todo tras su descomposición elemental.
La síntesis transdisciplinar para una acción terapéutica
El cuerpo supone la unión funcional de un sistema compuesto por elementos diferentes integrantes de subsistemas componentes. Existe el cuerpo terrestre como objeto de estudio compuesto por diversos sistemas y subsistemas geológicos y ecológicos que encajan en la descripción de la Teoría General de Sistemas de Ludwig Von Bertalanffy, enmarcando diversas ciencias que ante la cultura de la especialización se des-integraron y ahora urge el re-unidas. Pero esto, en su aspecto positivo, posibilitó profundizar en el conocimiento de las características funcionales para el momento que se enfrenta ahora con el CC. Todo es para bien, después de todo.
Sabemos que la potencial figura ana-lógica del cuerpo ha servido de base para estructurar organizaciones sociales operativas, administrativas y políticas.
Cuerpo de cuerpos: la corporalidad práctica
Por ejemplo, se tienen los cuerpos colegiados, el cuerpo diplomático, el cuerpo de policía, el cuerpo docente, el cuerpo de bomberos, y entre todos al formar cuerpos organizacionales, a través de estatutos, llega a organizarse todo un Estado -a nivel nacional- regido por una constitución, que en términos legales acoge por medio de ese contrato social, que suscriben sus ciudadanos, una leyes de funcionamiento orgánico que integran los diversos componentes. La estructura de trabajo para la bioreparación, por tanto, la encontramos dispuesta.
De forma similar, las nociones “cuerpo extraño” y “anticuerpo” indicarán las capacidades de interacción y trascendencia de lo no-propio, que puede representar a la vida como microcosmos y unidad generadora de respuestas.
Esa es la dormida razón biológica del Estado y de las instituciones políticas que debemos recrear.
También, académicamente, a través del prisma transdisciplinar e integral de vanguardia conocido como “Una Salud”, ya se permite unir datos de ciencias humanísticas con otros, descubiertos por campos experimentales, al igual que percepciones sociales o datos relevantes (noticias, temperaturas, testimonios) que no han sido tenidos como datos académicos para el desarrollo de sus estudios.
Es claro cómo los dos medios mencionados al inicio (medio ambiente y medio orgánico) con sus fenómenos particulares, se vinculan e influyen mutuamente. Tal es el origen de otra disciplina de interfase: la Bioclimatología. En este momento, por los peligros y amenazas que implica el cambio climático, sus fenómenos deben vincularse a partir de los hallazgos de distintas disciplinas (Química, Geología, Medicina, Meteorología, etc.).
Por ejemplo, si nos hemos de basar en los desequilibrios de la química gaseosa dentro de los hábitats de los seres vivos, el equilibrio del medio orgánico o corporal puede mantenerse equilibrado (homeostasis) o puede llegar a ser desbalanceado en crisis patológicas de distintas velocidades (subaguda, aguda, crónica) y magnitudes (local, regional o sistémica) hasta causar la enfermedad o la muerte del todo integrado corporal: procesos estos de desintegración. La muerte es el paroxismo de la desintegración. La vida es el resultado unitivo más maravilloso en términos biológicos. Si los subsistemas logran re-equilibrarse “de nuevo”, se reinstaura la salud del sistema, es decir, su homeostasis. Si la aplicación de principios terapéuticos, geológicos, biológicos y ecológicos se hace con plena consciencia y son planificados, estamos ejerciendo biogeomedicina.
Al igual que los “soma” o cuerpos de otros organismos poseen componentes sólidos, interfases gaseosas y líquidas así también el macroorganismo terrestre u organización sistémica a macroescala.
Debido a las acciones contra natura y el analfabetismo predominante sobre la naturaleza del ser humano contemporáneo, incluso los ciclos biogeoquímicos se han visto perjudicados e interrumpidos en su continuidad.
Pero ya saber esto es un paso importante para lo que bajo una composición metaparadigmática, emulando la descripción de Laín Entralgo, he llamado Biogeomedicina. Va dirigida así a neutralizar dentro de las lógicas de las leyes naturales el cambio climático con la participación activa de sus muy valiosos elementos poblacionales a nivel biológico, que tan buenamente exaltó el recientemente fallecido científico sueco Hans Rosling, médico experto en la difícil tarea de entender las dinámicas de la población.
La articulación de medios y organicidades fisiológicas en la micro o macroescala que figuró como piedra angular de la medicina hipocrática -tan desoída desde finales del siglo XX-, no obstante, lejos de ser insignificante, es de crucial importancia para la suerte del planeta y la vida.
A nivel de evidencia, la carencia de armonía (valioso concepto presocrático también ignorado en la actualidad) catapulta el grave impacto sanitario en curso del cambio climático.
La razón de lo anterior es que la naturaleza, al operar por medio de sus sub-sistemas, transfiere las reacciones de desorden a través de esas distintas dimensiones de la realidad y en formas proporcionales.
Con posteridad a la Primera Guerra Mundial, el anatomista Herman Braus, propuso un paradigma para la descripción científica del cuerpo humano. Metódicamente, este galeno reunió los diversos puntos de vista que lo habían estructurado hasta entonces:
El metaparadigma resultante integró forma (morfología) y función de las partes que apenas serían una plataforma de acción para lo que se iría integrando desde campos tan disimiles como la etnomedicina, la embriología y la genética molecular, la neurofisiología, la etología y la medicina comparativa al conjugar también el correlato analógico con formas estudiadas por la medicina veterinaria.
Todos estos puntos conectados transfieren el conocimiento anatómico del cuerpo-cadáver como ensamble material, a la actividad sobre el bello sustrato vivo que es el cuerpo. Descompuesto este todo en sus partes y funciones identificadas (análisis) a lo largo de la historia en las ciencias biomédicas, empezamos el ejercicio de recomposición desde ellas (síntesis) ahora en el cuerpo terrestre.
El morfólogo biogeomédico ahora ha de honrar la observación de Schiller para instaurar la ecoreplicación como actividad terapéutica bioreparativa sobre ese cuerpo terrestre: “Natur gebaut, bauet er wählend ihr nach” (lo que la naturaleza ha construido, él, selectivamente lo reconstruye luego).
Hermann Braus en su Lehrbuch distinguió en el organismo dos clases de funciones principales. Las “funciones de configuración” (Gestaltungsfunktionen), es decir, las fácilmente perceptibles en la forma exterior del “holon” viviente o sistémico, y las “funciones de actividad interna” (Betriebsfunktionen) como el metabolismo y las funciones derivadas de las glándulas corporales que no son tan evidentes macroscópicamente.
En medicina, desde la óptica materialista predominante que se basaba en la anatomía como estudio de las formas, se llega al paradigma de que “todo es función”.
Cuando la constitutiva fluencia y con-fluencia de la actividad vital o fisiológica es tan lenta que parece inexistente la llamamos “Forma”, pero es llamada “Función” al percibirle más fácilmente en sus cambios armoniosos más rápidos. Ambos, de base, son el resultado de funciones y ciclos.
Los ciclos biogeoquímicos para nuestra contemplación son función ahora alterada por una crisis que es el cambio climático, como ya ha habido otros anteriormente y que en nuestras manos está el lograr armonizarle. Apenas empezamos y necesitamos de la participación de todos.
[1] Recuperado de URL: Ver aquí
[2] Recuperado de URL: Ver aquí
[3] Recuperado de URL: Ver aquí
[4] Recuperado de URL: Ver aquí (Este vocablo en su etimología es de procedencia griega bajo denominación “φλογιστος” (phlogistos) que quiere decir inflamable. El término define (en química) a un compuesto, agente, sustancia o principio de aspecto transparente que hipotéticamente representa la teoría de la inflamación y existía todos los elementos materiales y se descubre el procedimiento de la combustión o en el ámbito químico, antes del hallazgo del oxígeno. Antiflogístico en farmacología es sinónimo de anti-inflamatorio).