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Justicia por mano propia

Jairo Hernán Ortega Ortega, M.D

Justicia por mano propia

Cuando una ley es injusta,
lo correcto es desobedecer.
Mahatma Gandhi

Esta historia puede suceder en cualquier ámbito de nuestra sociedad o de nuestro Claustro. En el archivo histórico del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario se conserva un libro fechado en Venecia, correspondiente a los años 1593 a 1596, escrito por Domenico Niccolini da Sabio, donde plasma muchas de las obras de Santo Tomás de Aquino. A más de ser un tesoro por su antigüedad, no es raro que esta obra existiera en las universidades de las Américas en aquellas calendas; además, se buscaba que el Colegio se convirtiera en un semillero de la doctrina de Santo Tomás. O sea, la escolástica Tomística, que tanto estimaba, de su compañero de votos, fray Cristóbal de Torres.

Por lo anterior no sorprenderá que Fray Cristobal la pregonara y propendiera porque todos los que incursionaban al alma mater Rosarista “…juren de ajustarse con la doctrina de Santo Tomás…”. Algo curioso y liberador, ante dicha imposición, se encuentra, para 1779, cuando un catedrático, por un posible conflicto de conciencia, cuestiona de manera seria un interrogante que, en latín, plasma sobre el libro: “Utrum haec commmentaria arcte comprehendantur sub juram[en]to a Sociis hujus Ros. Virg. Coll. praestito, determinari tuto nequit. Nulli v[ero] hodie Phylosofi sunt addicti jurare in v[er]ba magistri, quod n[equ]e solum et experientiae exedant (sic). Adeoque singulorum scripta physica cum tempore labuntur et senescunt. Anno Dni. 1779”

Lo que traduce: “No puede determinarse con seguridad si estos comentarios deben quedar incluidos, estrictamente, bajo el juramento que han hecho los miembros (socii) de este Colegio de la Virgen del Rosario. Pues hoy a ningún filósofo puede hacérsele jurar la doctrina (verba) de un Maestro; no solo por los progresos de la ciencia, sino también porque ciertos escritos sobre la Naturaleza (singulorum scripta physica) se desgastan con el tiempo y pierden vigencia (labuntur et senescunt). En el año del Señor de 1779”. Para ese tiempo, como ahora, era posible la contradicción o el análisis crítico ante situaciones que, como profesores, experimentamos, sentimos, vivimos o cuestionamos. Así como tenemos deberes, los profesores también tenemos derechos. Siempre se ha considerado que la ciencia y el conocimiento son subversivos.

Mucho de revolucionario tuvo el nombramiento del Dr. Guillermo Fergusson Manrique, como primer decano de la Facultad de Medicina, cuando el Rosario restauró su enseñanza hace cincuenta y seis años. Inicialmente se había optado por el Dr. Arturo Aparicio Jaramillo, pero de manera “providencial”, monseñor José Vicente Castro Silva determinó designar para tal cargo al Dr. Fergusson. Manifestaba el entrañable don Luis Enrique Nieto Arango: Castro Silva tuvo una empatía total con Fergusson. A Fergusson no lo candidatizó la Sociedad de Cirugía de Bogotá para decano, es monseñor Castro Silva quien lo impone”.

Fergusson no quiso aceptar el cargo por el carácter confesional y religioso que consideraba caracterizaba al Rosario. Monseñor lo invitó al Aula Máxima y allí le mostró los retratos de muchos de los librepensadores que se habían forjado en el Rosario; incluso le habló de Alfonso López Michelsen quien se formó como Abogado en la Facultad de Jurisprudencia (más tarde Guillermo Fergusson lideraría el Paro Médico Nacional más exitoso de la historia del país, durante el gobierno de López Michelsen). Fergusson aceptó. Cuentan que al salir Fergusson de la Rectoría, ya nombrado decano, comentó: “No sabe monseñor Castro Silva el alacrán que se metió entre la sotana”.

Los vientos de la revolución de mayo del 68 también tocaron la Facultad, se escribían periódicos satíricos y se exhibían obras de teatro. El 17 de marzo de 1969, el grupo de teatro de Medicina presentó la obra Humane Vitae, igual título al que llevaba la reciente encíclica del papa Pablo VI donde se iba lanza en ristre contra los métodos anticonceptivos no naturales. Santiago Currea, uno de los libretistas y actores de tal obra manifiesta: “dicha jugarreta teatral trataba de demostrar que el amor eran parte de la vida cotidiana de las personas y que la idea proclamada por la iglesia de no controlar la natalidad sino por métodos naturales era una utopía; además se hacían ciertas alusiones bíblicas”. La ópera prima fue exitosa entre los estudiantes y se extrapoló a otras universidades, es entonces cuando desde el periódico El Catolicismo, es denunciada por sacrílega y se armó un gran escándalo; querían responsabilizar al decano y a las directivas de la Facultad.

Parta estas calendas monseñor Castro Silva había fallecido y el nuevo rector del Rosario era el jurisconsulto Antonio Rocha Alvira. El rector, ante la presión de los medios y, en especial, de los sectores políticos conservadores, llamó a los dos estudiantes (Currea y Álvaro Mejía) para solicitarles que se retiraran voluntariamente de la Universidad. Los amedrentados estudiantes le hicieron caso, pero luego tomaron la decisión de no retirarse (desobediencia civil) y le dijeron a Rocha Alvira que los tendría que expulsar; el rector los expulsó. Conocida la expulsión, ese mismo día, el Dr. Fergusson presentó su carta de renuncia como decano y como profesor; envió una carta abierta a los alumnos, profesores y al diario El Espectador, el cual la publicó. Allí Fergusson se solidarizaba con los estudiantes y no aceptaba que fueran expulsados. El periódico El Tiempo también hizo eco a los sucesos y toda la ciudad estaba enterada de lo que sucedía en el Claustro del Rosario.

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La Sociedad de Cirugía de Bogotá no aceptó la renuncia de Fergusson y la mayoría de los funcionarios, médicos, internos y residentes lo apoyaban. La Junta Directiva consideraba que no se podía coartar la libertad de expresión y respetaba todas las opiniones sin jamás querer imponer tesis o doctrinas. El Consejo Estudiantil de La Facultad de Medicina también respaldó a Guillermo Fergusson, y solicitaron al rector revocar la expulsión de los estudiantes Currea y Mejía, de no hacerlo entrarían a paro. Otras facultades empezaron a apoyar a los médicos. Después de ocho días de agitación se nombró de decano al Dr. Arturo Aparicio Jaramillo y a los estudiantes involucrados se les reincorporó con matrícula condicional.

Después del Rosario se vinculó a la Universidad Nacional llegando a la decanatura en 1975. Participó de manera activa en el paro nacional de 1977 y fue detenido junto a 347 estudiantes de la Nacional por defender el Hospital de La Hortúa por medio de una toma. El Dr. Fergusson falleció en 1978, a los 50 años, de un infarto fulminante (fumador empedernido). Dejó como legado el pensamiento socialista en salud. Sus tesis se pueden leer en su libro Esquema Crítico de la Medicina en Colombia, texto que dedicó cariñosamente a los estudiantes de Medicina y es aún vigente en nuestra situación médica actual. En sus honras fúnebres, el Dr. Santiago Currea le ofrendó hermosas, solidarias y sentidas palabras.

Manifestaba, en la introducción de este artículo, que historias como las anteriores podían suceder en cualquier ámbito de nuestra sociedad o de nuestro Claustro.  Hoy, profesores y alumnos, nos enfrentamos a nuevas y diversas situaciones. Una de ellas es la Violencia Basada en Género y Discriminación (VBGD). Consciente, la Universidad del Rosario, de este problema contemporáneo, decidió, en el año 2020, conformar el Comité de Comprensión, Orientación, Recepción y Acompañamiento de violencias basadas en género y discriminación. Loable acción del Colegio Mayor, acorde con los tiempos.

El decreto rectoral 1640 del 3 de agosto de 2020 acogió las políticas y los lineamientos del Protocolo de violencias basadas en Género y Discriminación – VBG-D de la Universidad del Rosario, versión del 31 de julio de 2020. El decreto determinó que una vez se hubieran elegido y capacitado todas las personas que conformarán el Comité de Resolución de casos de VBG-D (Equipo CORA), este sería convocado a la primera sesión, a partir de la cual se contabilizarían los términos de los procedimientos establecidos en el protocolo.

Los primeros integrantes del Comité de Resolución de casos de VBG – D fueron capacitados en cumplimiento de la normativa de la Universidad en el periodo comprendido entre el 10 de noviembre al 15 de diciembre de 20201. Una vez capacitado el Comité, en los términos del parágrafo transitorio del Decreto Rectoral 1640 de 2020, los miembros de primera instancia fueron convocados el 13 de enero de 2021 para iniciar sus funciones a partir del 22 de enero de 2021.

Venerable esfuerzo que aplaudo con ovación de pie, como Rosarista que soy desde hace 38 años cuando por primera vez pisé las aulas de la Facultad de Medicina y como profesor desde hace 21 años, ya que soy partidario del respeto por la diversidad, la equidad y la inclusión, por lo cual considero necesario que se creen espacios de formación, prevención y atención de todas las situaciones donde se vulneren los derechos humanos, la dignidad de las personas, su credo, sus creencias, su género, su raza o su sexualidad. Lamentablemente, al interior del Rosario, la difusión y socialización de la existencia y los alcances de CORA han sido mínimos y nada claros; mucho menos se ha hecho al respecto en las instituciones extramurales asociadas a la Universidad. Puede ser que, por ello, en el corto accionar del Equipo CORA, he sido testigo de algunas situaciones donde los involucrados se han quejado de que CORA ha vulnerado sus derechos Constitucionales, incluso a docentes con largas trayectorias profesionales y distinciones académicas y sin siquiera un llamado de atención, nunca, en su hoja de vida. 

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Son situaciones puntuales: decide CORA, de entrada, que el afectado (a) es víctima y quien la (lo) afectó es un presunto agresor (a); entonces, siendo así, la víctima no debería serlo como tal sino ostentar, también, en aras de la equidad, calidad de presunta víctima, hasta tanto se demuestre lo contrario. Asumen, como verdad absoluta, todo lo que el (la) denunciante manifieste, sin pensar o analizar que puede existir manipulación, fabulación, confabulación o mentira. En las audiencias virtuales se ha visto a sus abogados (as) llegar secándose el cabello o estar haciendo ejercicios de calistenia, mientras se lleva a cabo la sesión; signo de poco respeto a la majestad de la justicia. Manejan términos a su conveniencia y cuando establecen interrogatorios no lo hacen siguiendo las pautas que para ello demandan los cánones de la Jurisprudencia; inducen los testimonios. Más grave aún, sin haber comprobado si en realidad hubo victimización, son capaces de lanzar sentencias de revictimización y, ante las apelaciones que se le interponen, son tan temerarios que osan cambiar las sentencias, cayendo en incongruencia, al parecer tan solo para satisfacer su poder de Comité nuevo queriendo demostrar labor o resultados y sin la menor aplicación de lo justo ante quienes someten más como chivos expiatorios que como culpables de verdad, e incluso, cuando se ven superados jurídicamente, para no dar su brazo a torcer imponen sanciones morales.

Son capaces de desconocer, en su ego, que el profesor, tal como lo dice el marco del protocolo, PODRÁ, o sea, es potestativo, de activar, o no, la ruta de atención ante una situación que involucre una posible VBG-D, y pueden llegar a imponerle sanciones por el mero hecho de tratar de ser un mediador o amable componedor entre las partes (profesor [a] – alumno [a]) o por escalonar el caso a su superior inmediato para que este active la ruta y oficie a CORA. Porque, según ellos, es pecado mortal no enviar el caso directamente a ese grupo, cuando ellos ni siquiera hacen una indagación preliminar con las partes involucradas; lo hacen solo con una de ellas. Están desconociendo que un ente universitario tiene, si no subordinación, sí jerarquías que son respetables y deben ser respetadas.

En lo particular me preocupa que, dentro del ámbito del Colegio Mayor, de donde egresaron defensores de la patria que hasta con su muerte pagaron su fervor, se instituyan tribunales que parecen más de inquisición. En lo general mi preocupación es porque no se respete la verdad en el Claustro de la Jurisprudencia. Los objetivos del CORA VBG-D son dignos de admirar, de resaltar, de aplicar y, en especial, de difundir para que sean conocidos por toda la comunidad Rosarista con el fin de ser activados en la mejor de las formas, pero sin el macartismo que quienes lo conforman en este momento le quieren imponer. En conclusión, el fondo del protocolo en que se basa el CORA VBG-D está muy bien fundamentado, pero no la forma en que lo están aplicando, haciendo sentir como criminales a quienes compartimos la misma casa Rosarista. Otro importante factor a tener en cuenta, y nada despreciable, es que el funcionario (a) o profesor (a) sindicado (a) debe contar con los servicios de un profesional del derecho; el costo de ese abogado lo debe asumir el acusado, con todo lo que para su economía personal y/o familiar esto impacte, costo que se incrementa si se llegan a instancias de apelación, demandas civiles, penales o tutelas. Esto debe ser solucionado, porque puede llegar a ser la ruina de un (a) docente; así como CORA otorga un abogado defensor al acusador, también debe procurar un abogado defensor al acusado.
 
Además de lo anterior, el protocolo debe entrar a revisión, en cuanto a su aplicación se refiere, con la participación de representantes notorios de TODOS los estamentos del Colegio Mayor, antes de que sus vicios procedimentales y su espíritu punitivo, que lesionan el buen nombre, la honra y el debido proceso, entre otros, causen daños mayores e irreversibles y tengamos que volver a escribir en los muros del Claustro, el sentido y profundo jeroglífico del sabio Caldas: Oh larga y negra partida.
 
NOTA:
 Declaro conflicto de intereses debido a que me vi incurso en un proceso con el CORA VBG-D, lo cual fue base para este artículo.