El 70% de los pacientes con enfermedades autoinmunes podrían desarrollar otra afección relacionada
By: Lina Leal | Noviembre 2021
By: Lina Leal | Noviembre 2021
Un estudio multicéntrico, liderado por la Universidad del Rosario, devela que la poliautoinmunidad es una condición frecuente y recomienda evaluar los anticuerpos que cada paciente pueda tener presentes para otras enfermedades autoinmunes. Allí estaría la clave para un diagnóstico y tratamiento oportunos.
De ese modo, los investigadores fueron clasificando a los pacientes que integraron la muestra por grupos, y evaluando sus células (incluso en relación con otras de pacientes sanos). Según explica el Doctor Rojas: “una vez se medía toda esta información clínica de manera estandarizada, en conjunto con la Universidad de Texas en Estados Unidos, se realizó –mediante una plataforma de microarreglo– la medición de otros autoanticuerpos, en este caso 128, que antes no habíamos podido medir por métodos convencionales”.
La poliautoinmunidad, otro paso en la clasificación
Gracias a esta revisión cuidadosa, los investigadores lograron caracterizar de manera inmunológica y muy detallada a los pacientes del estudio. Mediante un modelado estadístico, determinaron cuáles son los más importantes marcadores biológicos dentro de cada enfermedad para configurar un modelo de predicción que permite clasificar inmunológicamente a las personas con esos padecimientos, incluso sin necesidad de tener sus historias clínicas (aunque ese fue un punto de partida clave con cada participante). “Demostramos que usando los anticuerpos podíamos clasificar a los pacientes con un altísimo rendimiento predictivo”, advierten.
En la actualidad, para la clasificación de la enfermedad se utilizan autoanticuerpos de manera aislada (es decir, uno por uno). Pero, según sostiene el profesor Rojas: “Si se utilizan varios autoanticuerpos al mismo tiempo, podría obtenerse una capacidad diagnóstica mucho más alta que utilizar solo uno. Y eso lo comprobamos para cada una de las enfermedades”. Por ejemplo, los investigadores encontraron cuatro (anticuerpos) en el Lupus Eritematoso Sistémico y descubrieron que al utilizarlos todos de manera simultánea (y no uno por uno), se obtiene un altísimo rendimiento en la clasificación, casi del 100%.
Con esos anticuerpos ya definidos para cada enfermedad, los investigadores procedieron a evaluar la frecuencia de esa autoinmunidad por anticuerpos en otras afecciones autoinmunes, a lo que denominan poliautoinmunidad latente: es decir, la frecuencia de tener otros anticuerpos diferentes a los de la enfermedad de base del paciente. También encontraron que existen condiciones más propensas a tener poliautoinmunidad manifiesta, es decir, cuando la persona tiene dos o más afecciones autoinmunes ya clínicamente expresadas.
“Encontramos que la mayoría de los pacientes presentan anticuerpos contra otra enfermedad autoinmune. Eso significa que, si a un paciente en consulta externa le midiéramos anticuerpos contra otra enfermedad, de 100 pacientes que evaluemos a 70 le vamos a encontrar anticuerpos contra otra enfermedad o condición autoinmune. El 70% de los pacientes tiene algún fenotipo de autoinmunidad latente para cualquier otra enfermedad autoinmune”, sostiene el investigador del Rosario.
Una vez definieron la frecuencia de la poliautoinmunidad latente, con todos esos anticuerpos que servían para la categorización, los investigadores procedieron a hacer una clasificación de los pacientes que concluyó en tres grupos, con similitudes entre los 2 y 3 que tenían más procesos inflamatorios y alteraciones celulares: “Eran también quienes tenían alteradas las proteínas inflamatorias, los que más sintomatología tenían y quienes requerían más tratamiento para controlar la enfermedad”. Según explican, pacientes con Lupus Eritematoso Sistémico y Enfermedad Tiroidea Autoinmune son los que más presentan poliautoinmunidad manifiesta, por lo que son grupos en los que se debe tener mucho más cuidado en la evaluación médica.
Probabilidad de desarrollar otras enfermedades autoinmunes
La investigación también realizó un análisis para saber dentro de cada afección qué autoinmunidad latente existe. En los pacientes con Artritis Reumatoide los anticuerpos más frecuentes fueron contra Lupus eritematoso sistémico. Es probable entonces que, en unos años, los actualmente pacientes de Artritis presenten Lupus pero también existe la posibilidad de que desarrollen anticuerpos contra Síndrome de Sjögren o Esclerosis sistémica. “En el caso del Lupus Eritematoso Sistémico, hubiera pensado que era también contra Artritis Reumatoide y no, es contra Esclerosis Sistémica”, sostiene el investigador Manuel Rojas.
En las personas con Enfermedad Tiroidea Autoinmune, los anticuerpos más frecuentes que encontraron los investigadores fueron contra la Esclerosis Sistémica, y en las personas que padecen esta última patología, se encontraron más anticuerpos contra Síndrome de Sjögren. Por último, en los Sjögren se asoció el Lupus Eritematoso Sistémico.
“Es necesario medir en los pacientes los anticuerpos contra otras enfermedades, porque de esa manera podemos hacer un control más estricto y quizás hacer un diagnóstico temprano de la enfermedad”, apunta el Doctor de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud, y añade que de este modo se personaliza el tratamiento de los pacientes con afecciones autoinmunes.
Diagnósticos más acertados y precisos
En materia de enfermedades autoinmunes, existen letargos o fallas en el proceso de diagnóstico, lo que dificulta el tratamiento de los pacientes. Es el caso de Mónica Pardo, una bogotana de 35 años que padece Lupus Eritematoso Sistémico, desde que tenía 22. Lo que comenzó con una consulta por hinchazón de pies, culminó con un tratamiento arduo que incluso la llevó a tomar 14 medicamentos orales diariamente. Entre derechos de petición, ires y venires con el sistema de salud, y consultas a uno y otro especialista, ha logrado recomponerse y llevar una vida normal.
No obstante, recuerda que fue difícil encontrar el diagnóstico adecuado, pues inicialmente a los primeros exámenes no le dieron mayor trascendencia. “Pasaron ocho meses desde la primera consulta para que a un especialista se le ocurriera realizar una ecografía de riñones, luego una biopsia y ahí comenzó el tratamiento. Tal vez con un diagnóstico más temprano se podría haber frenado el deterioro del riñón y eso me habría ayudado a tener un tratamiento menos agresivo”.
Mónica, además, padece de Tiroides. Pero esta condición al parecer no fue tenida en cuenta para establecer su diagnóstico. Según el Doctor Rojas, casos como este fueron frecuentes en la investigación pues encontraron pacientes cuyo primer dictamen era la Artritis Reumatoide o el Lupus Eritematoso Sistémico, pero cuando empezaron a indagar su historia clínica, el paciente decía que tenía Hipotiroidismo hace muchos años, incluso antes de que le diagnosticaran la enfermedad la Artritis o el Lupus.
“Cuando íbamos a analizar los fenotipos inmunológicos basados en anticuerpos, encontrábamos que el paciente tenía anticuerpos para Enfermedad Tiroidea Autoinmune. Eso quería decir que muy probablemente la primera enfermedad de este paciente no fue el Lupus o la Artritis sino la Enfermedad Tiroidea Autoinmune. Lo que es muy importante porque puede ser que a ese paciente lo hayan clasificado erróneamente, no se sentaron a mirar qué otras comorbilidades tenía y si, por ejemplo, ese hipotiroidismo era de origen autoinmune”, advierte el investigador.
Es por eso que –siguiendo el estudio– esto es muy importante para el diagnóstico, porque se devela la utilidad de reconocer los anticuerpos y verificar si el paciente no tiene estigmas de otra enfermedad autoinmune, que pueda tener lugar posteriormente. “Con esta nueva taxonomía que desarrollamos, en el futuro se pueden implementar estrategias de trabajo en el tratamiento muchísimo más específicas, con mejores resultados en los pacientes. Esto es clave porque entre más temprano se inicie el tratamiento mejores desenlaces puede tener para la vida de una persona”.
En relación con las edades y géneros de los pacientes que formaron parte de la muestra, el estudio sostiene que no encontraron diferencias en su caracterización. Tampoco para el caso de las ciudades, pues tanto en Cali como en Bogotá, hay cierta homogeneidad.
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