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En Colombia: 7 de cada 10 niños están expuestos a algún tipo de acoso en el entorno escolar

En Colombia: 7 de cada 10 niños están expuestos a algún tipo de acoso en el entorno escolar
Colombia es el segundo país en donde existe mayor exposición al bullying entre los países latinoamericanos y el décimo entre los treinta países con mayor número de acoso escolar.

Redacción por: Paula Escallón

El 2 de mayo es el Día Internacional contra el Bullying o el Acoso Escolar. El Ministerio de Protección Social y el Sistema de Información en Salud Pública SIVIGILA reportan al menos 60.020 casos en entornos escolares con agresiones y discriminación, en donde se ven vulnerados niñas, niños, adolescentes y jóvenes, poniendo en riesgo su bienestar.

Los niños que pertenecen a grupos minoritarios tienen mayor probabilidad de ser víctimas de matoneo, como tener una discapacidad física o cognitiva, pertenecer a grupos étnicos minoritarios o tener una expresión de género u orientación sexual diversa. El 82% de los niños con discapacidad son acosados en los colegios y 9 de cada 10 estudiantes son acosados por sus diversidades de género.

El matoneo ocurre en todos los niveles educativos y clases sociales. Se ha observado un pico de agresiones directas e indirectas que sufren las víctimas de matoneo entre los adolescentes de los 13 a los 15 años, siendo mayor la  tendencia a presentarse en hombres.

Jenny Ortiz, profesora del Pregrado en Psicología de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario, señala los síntomas psicológicos que presentan niños, niñas, adolescentes y jóvenes a manera de alerta o indicador de que pueden estar sufriendo o generando bullying o acoso escolar:

Alertas de quienes sufren bullying o acoso escolar

  1. Síntomas depresivos. Aislamiento, tristeza general, llanto, desánimo y desinterés por realizar actividades de la vida cotidiana, no se atreven a participar en actividades con sus pares, como el juego o tareas escolares. También, ideas de minusvalía sobre sí mismos e incluso ideaciones suicidas.
  2. Alteraciones del sueño y de la salud física, tales como pesadillas, falta de apetito, mareos, dolores de cabeza, dificultades en el control de esfínteres, entre otras.
  3. Bajo rendimiento escolar, cambios de comportamiento o de las rutinas. Pérdida de interés por las actividades académicas o evitar espacios y grupos donde se presentan las situaciones de violencia.
  4. Falta de acompañamiento por parte de sus familias o de docentes. La víctima puede sentir que no es seguro informar lo que le está pasando o que no se le va a creer. Los estudiantes suelen tener dificultades de comunicación con sus padres o sus docentes, al estar en entornos familiares disfuncionales donde no hay un adecuado acompañamiento de sus padres o donde se promueva el maltrato y el abuso físico y/o psicológico.
  5. Cambios en el comportamiento. Un adolescente que solía ser una persona calmada, puede tornarse en una persona agresiva, presentando ira, reacciones violentas o ansiedad, por ejemplo, verse agitada, sudando o alterada, ante situaciones que antes no le generaban este tipo de reacciones. 

Alertas de quienes generan bullying o acoso escolar

  1. Conductas desafiantes que demuestren poco respeto por normas y límites del entorno.
  2. Entornos familiares disfuncionales donde no se evidencie un adecuado acompañamiento de padres de familia o donde se promueva el maltrato y el abuso físico y/o psicológico.

En espacios sociales

  1. Aislamiento, burla o señalamientos constantes de los grupos, frente a las particularidades de los niños vulnerados y frente al niño o niños agresores.
  2. Calificativos a los niños agresores, que los asocian por tener conductas violentas con otros.

Por su parte, Ángela María Peñaranda y Luz Ángela Cortina, profesoras del Pregrado en Terapia Ocupacional de esta misma Escuela, señalan algunas formas para intervenir el bullying o el acoso escolar desde esta profesión:

  1. Desarrollar programas para la prevención, promoción y restauración de la sana interacción social a partir del reconocimiento de las habilidades, los talentos y fortalezas de las niñas, niños adolescentes y jóvenes.
  2. Establecer programas en instituciones de educación preescolar, básica, media y superior, en donde se reconozcan tempranamente las dificultades que puedan hacer vulnerable a niños niñas y jóvenes frente a sus propias capacidades y aprendan a responder de manera asertiva a los retos del entorno.
  3. Dar atención integral al niño agredido y al niño agresor, en donde participen activamente los entornos familiares y escolares.
  4. Orientar tempranamente a la familia, cuidadores y maestros en el reconocimiento de acciones que pongan en vulnerabilidad las condiciones integrales de niños, niñas y jóvenes con acciones en equipos interdisciplinarios.
  5. Promover habilidades que permitan el adecuado desempeño en actividades donde interactúen los niños como actividades escolares, juego y autocuidado, que les permita reconocer sus capacidades y las de los otros, en torno a valores para resolver problemas sin permitir la agresión a sí mismo y a los otros.

Finalmente, es importante promover políticas públicas para la atención temprana del acoso o bullying, donde participen los niños, niñas, adolescentes, jóvenes, familias, maestros y personal del sistema de salud como médicos, enfermeros, psicólogos, terapeutas ocupacionales y fonoaudiólogos, para así dar atención integral a la situación.

 

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