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Descubriendo el Espíritu Emprendedor: Qué es el emprendimiento y su importancia en el siglo XXI

Andrea Ávila

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En la era actual, el emprendimiento ha ganado un reconocimiento significativo como fuerza impulsora del crecimiento económico, la innovación y el cambio social. Pero, ¿qué es exactamente el emprendimiento y por qué es tan relevante en el siglo XXI? En este artículo, exploraremos en profundidad el concepto del emprendimiento, su definición y cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo. También analizaremos detalladamente la importancia del emprendedor en la sociedad actual y cómo el emprendimiento puede transformar el mundo que nos rodea.

En las últimas décadas, el emprendimiento ha experimentado una notable evolución: ya no es considerado simplemente como un apéndice del comercio, sino un área de estudio académico respetada y reconocida. Tanto empresas, gobiernos e instituciones educativas han comprendido la importancia del emprendimiento y la innovación como impulsores clave del crecimiento económico y herramientas esenciales para la permanencia y competitividad nacional.

El emprendimiento es un campo complejo y diverso que carece de una definición universalmente aceptada (Brännback, Carsurd y Kiviluoto, 2014). Sin embargo, esta falta de consenso no debe verse como una limitación, sino como una muestra de la riqueza y amplitud del tema. Aunque no hay una definición unificada, existen marcos teóricos y un cuerpo de conocimientos robustos que nos guían en la comprensión del emprendimiento.

Este concepto ha adquirido reconocimiento como un campo de estudio en las últimas décadas, pero en realidad, es una actividad arraigada en la historia de la humanidad. A lo largo de los siglos, han existido numerosas evidencias de los esfuerzos de las personas por obtener y proporcionar productos o servicios para satisfacer las necesidades humanas. Estos ejemplos históricos ilustran claramente la naturaleza emprendedora de la actividad y su capacidad para generar riqueza. El emprendimiento ha sido una fuerza impulsora en el progreso humano, y su importancia trasciende las fronteras del tiempo, demostrando su relevancia continua en la sociedad actual.

Diversos economistas han influido en la conceptualización del emprendimiento. Jean-Baptiste Say y Richard Cantillon fueron dos de los primeros en asociar el emprendimiento con la toma de decisiones empresariales y la asunción de riesgos. Werner Sombart introdujo el concepto de "destrucción creativa" y Joseph Schumpeter destacó la importancia del emprendimiento y la innovación en el crecimiento económico: “Hemos visto que la función del emprendedor es reformar o revolucionar los patrones de producción explotando una invención o, más generalmente, una nueva tecnología para producir un nuevo producto, o producir uno viejo en una nueva forma, creando una nueva fuente de insumos o materiales o una nueva manera de vender productos, reorganizando la industria, y así sucesivamente” (Schumpeter, 1942).

A lo largo de la historia, han surgido diversas definiciones del emprendimiento, pero una que destaca por su influencia es la propuesta por Sankaran Venkataraman en su trabajo The Distinctive Domain of Entrepreneurship Research (1997). Según Venkataraman, el emprendimiento es un campo académico que se enfoca en comprender cómo se descubren, crean y aprovechan oportunidades para desarrollar nuevos bienes y servicios en el futuro, tanto por parte de los emprendedores como por las consecuencias resultantes de este proceso.

En un trabajo posterior, en el año 2000, Shane y Venkataraman propusieron que el emprendimiento es un proceso orientado a identificar, evaluar y aprovechar oportunidades para crear nuevas empresas o proyectos (Ortiz, 2021). Estas definiciones resaltan tres elementos clave en el emprendimiento: el descubrimiento de oportunidades, el desarrollo de dichas oportunidades y la explotación efectiva de las mismas.

Es por esto que, a lo largo del tiempo, el concepto de emprendimiento ha experimentado una evolución significativa. En sus etapas iniciales, se centraba principalmente en los aspectos económicos, como la creación de riqueza y la generación de ganancias. Sin embargo, en las últimas décadas, se ha ampliado para incluir dimensiones psicológicas, sociales y tecnológicas.

En las últimas décadas, se ha establecido una mayor comprensión del emprendimiento como proceso de descubrimiento, desarrollo y explotación de oportunidades para crear nuevos negocios, proyectos o iniciativas que generan valor. Se ha reconocido que los emprendedores no solo están motivados por el deseo de obtener ganancias, sino también por una necesidad de logro personal, autonomía y un sentido de propósito. Además, el emprendimiento social ha ganado importancia, con un enfoque en la búsqueda de soluciones innovadoras a problemas sociales y medioambientales.

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El emprendimiento como desarrollador de empleo. Foto: Spencer Davis en Unplash

Se reconoce que el emprendimiento es un ingrediente vital para el desarrollo económico, los ingresos y el empleo. Ha ganado legitimidad como área de conocimiento, respaldado por una proliferación de estudios científicos que le otorgan una legitimidad propia.

Por ello, el emprendimiento ha ganado relevancia en la agenda de los principales foros y organismos internacionales, como la ONU, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo y el Foro Económico Mundial. Estas instituciones y países han desarrollado definiciones operativas del emprendimiento, utilizando estas referencias en la elaboración de estrategias. Un ejemplo destacado es la definición del concepto realizada por el Foro Económico Mundial, en donde participaron líderes de organismos públicos y privados, incluyendo expertos reconocidos a nivel mundial. 

La definición del Foro, elaborada por un grupo de expertos liderados por el Dr. Lien de Cuyper de la ETH Zurich, describe a los emprendedores y establece que el emprendimiento es fundamental para la economía y la creación de valor. Los emprendedores operan en condiciones de incertidumbre y sin riesgos calculados, descubren y aprovechan oportunidades, movilizan los recursos necesarios para desencadenar fuerzas de destrucción creativa, transformando industrias existentes y creando nuevas industrias.

Por otro lado, El Global Entrepreneurship Monitor (GEM) ha tenido un impacto en el mundo académico al investigar y evaluar la actividad emprendedora en muchos países. Su enfoque del emprendimiento abarca todos los intentos de crear nuevos negocios, ya sea a través del autoempleo, la formación de organizaciones empresariales o la expansión de negocios existentes, realizados por individuos o equipos.

Lo interesante es que el GEM reconoce que no todos los emprendimientos se basan en oportunidades. También puede surgir el emprendimiento por necesidades, característico en la mayoría de los países de América Latina. Es importante destacar que muchas de las empresas que en su momento surgieron por necesidad, han logrado transformarse en grandes compañías generadoras de empleo. Reconocer la diversidad de motivaciones y circunstancias que impulsan el emprendimiento nos permite abordar este fenómeno desde una perspectiva integral, promoviendo un mejor entendimiento y fomentando el emprendimiento como un motor de desarrollo económico y social. Sin embargo, no debemos olvidar la importancia de impulsar e incentivar la innovación en el emprendimiento, tanto en situaciones de oportunidad como de necesidad, con el objetivo de generar un valor máximo y potenciar su impacto positivo en la sociedad.

A partir de lo expuesto anteriormente, se pueden destacar dos aspectos fundamentales ampliamente aceptados en el ámbito del emprendimiento. En primer lugar, el emprendimiento se define como un proceso dinámico y no lineal, que se desarrolla en etapas irregulares y puede experimentar cambios constantes. Lo que distingue a un esfuerzo emprendedor exitoso es la calidad del proceso seguido. Es esencial comprender que el emprendimiento no se trata solo de un evento puntual o una chispa de inspiración, sino de un proceso continuo y en constante evolución. Esta visión del emprendimiento como un proceso nos permite comprender mejor su naturaleza compleja y los desafíos que implica.

En segundo lugar, el emprendimiento puede tener diferentes motivaciones, más allá de la simple búsqueda de oportunidades de negocio. Puede surgir por necesidad, el deseo de realizar un proyecto personal o la satisfacción de solucionar problemas existentes. Independientemente de la motivación inicial, los emprendedores se centran en desarrollar soluciones que aborden estas necesidades. El desarrollo y la ejecución exitosa de estas soluciones es una característica clave del emprendedor.

Los tres componentes básicos que definen al emprendimiento y al proceso emprendedor son entonces: 1. Identificación y evaluación de oportunidades o necesidades (el detonador del emprendimiento) 2. El desarrollo de soluciones (innovadoras o no) y 3. La explotación o implementación de estas soluciones. (Ortiz, 2021). Lo anterior con el fin de crear valor económico, social y ambiental.

Entonces, ¿qué es capaz de hacer un emprendedor? Un emprendedor es capaz de identificar y evaluar oportunidades o necesidades, desarrollar soluciones e implantarlas. Este proceso y no las virtudes de la persona son las que definen al emprendedor. Lo mismo sucede con cualquier profesión o función. De ahí la importancia de ver el emprendimiento como una capacidad que se puede aprender y no solo como una virtud. El emprendedor cumple una función indispensable en la sociedad, al igual que el médico, el artista, el futbolista, el científico, etc.

Por otro lado, el emprendimiento y la administración son dos áreas que a menudo se confunden como variaciones del mismo tema. Sin embargo, hay diferencias claras entre ambas. El emprendimiento se enfoca en crear algo nuevo, generar valor futuro y riqueza a través de la identificación de oportunidades o necesidades, el desarrollo de soluciones y su posterior explotación. Por otro lado, la administración se centra en gestionar los recursos existentes dentro de una empresa, planificar, organizar, dirigir y controlar, con el objetivo de asegurar el orden y eficiencia en la organización. Si bien la administración es esencial para el funcionamiento de las empresas establecidas, no está diseñada para el proceso de creación de empresas y desarrollo de emprendimientos. La habilidad para reconocer las nuevas oportunidades de negocio y explotarlas es diferente a la habilidad de mantener la rentabilidad de los negocios (Gifford, 1993).

Es importante reconocer que el proceso emprendedor implica improvisación en entornos de incertidumbre, mientras que la administración busca establecer procedimientos y normas para el funcionamiento ordenado de la empresa. La lógica de la administración no es lo mismo que se usa en el proceso de crear una empresa, porque el emprendedor piensa y razona esencialmente diferente al ejecutivo de una empresa (Sarasvathy, 2011). Ambos procesos tienen puntos de intersección, especialmente cuando un emprendimiento se convierte en una empresa establecida que requiere conocimientos y habilidades administrativas. Sin embargo, es crucial entender que el emprendimiento y la administración tienen lógicas diferentes y requieren enfoques distintos.

En resumen, el emprendimiento y la administración son áreas distintas con enfoques y lógicas diferentes. Mientras que el emprendimiento se centra en la creación de algo nuevo y la generación de valor futuro, la administración se enfoca en la gestión de recursos existentes y el establecimiento de un orden eficiente en las organizaciones. Reconocer estas diferencias es esencial para comprender y promover el desarrollo del emprendimiento como una disciplina única y en constante crecimiento. "Es importante entender que un emprendimiento no es una versión en pequeño de una gran empresa, ni sinónimo de pequeña empresa. El proceso emprendedor es muy diferente al proceso administrativo" (Ortiz, 2021).

El emprendimiento como motor del crecimiento económico y transformación social:

El emprendimiento no es solo una consecuencia del desarrollo económico, sino un motor para el crecimiento y desarrollo de los países. A medida que las economías evolucionan y se transforman, el emprendimiento se ha convertido en una herramienta fundamental para el crecimiento económico y social. El emprendimiento impulsa la productividad, la competitividad y la creación de empleo, generando un impacto positivo en la economía.

Esta actividad desempeña un papel fundamental en el desarrollo económico de un país. Las nuevas empresas crean empleo, generan ingresos y fomentan la competencia en el mercado. Además, el espíritu emprendedor estimula la productividad y la eficiencia, ya que los emprendedores buscan constantemente formas de mejorar y diferenciarse en un entorno competitivo. Los gobiernos y las instituciones reconocen cada vez más la importancia del apoyo al emprendimiento como estrategia para impulsar el crecimiento económico y la creación de empleo.

En relación al impacto del emprendimiento en el crecimiento económico, existen datos estadísticos que respaldan su relevancia. Según el informe del Global Entrepreneurship Monitor de 2021, se estima que más de 300 millones de personas en todo el mundo están involucradas en actividades emprendedoras. Estos emprendedores contribuyen significativamente a la generación de empleo y al crecimiento económico de sus países.

Además, el informe también destaca el papel clave de la tecnología en el emprendimiento actual. La revolución digital ha democratizado el acceso a recursos y ha abierto nuevas oportunidades para los emprendedores. El uso de la tecnología, como el comercio electrónico, las redes sociales y la inteligencia artificial, ha permitido a los emprendedores llegar a un mercado más amplio y desarrollar modelos de negocio innovadores. En particular, las empresas de base tecnológica han experimentado un crecimiento significativo en los últimos años, generando empleo y transformando industrias enteras.

Es importante destacar que el emprendimiento y la tecnología están intrínsecamente vinculados en la actualidad. La tecnología actúa como un catalizador para el emprendimiento al proporcionar herramientas y plataformas que facilitan la creación y escalabilidad de nuevos negocios. Además, el emprendimiento tecnológico impulsa la innovación y la competitividad, ya que las empresas buscan constantemente mejorar sus productos y servicios para adaptarse a un entorno empresarial en constante evolución.

Para aprovechar al máximo el potencial del emprendimiento, es necesario fomentar una cultura emprendedora en todos los niveles de la sociedad. La educación desempeña un papel fundamental en la formación de individuos capaces de enfrentar los desafíos del mundo empresarial y social. Las instituciones educativas y universidades deben formar y generar programas académicos que permitan la profesionalización del emprendimiento, promover la mentalidad emprendedora, fomentar la creatividad, la resiliencia y el pensamiento crítico. 

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La educación es una herramienta fundamental para potencializar la mentalidad emprendedora. Foto: Sam Balye en Unplash

Además, es esencial brindar apoyo y oportunidades a los emprendedores, creando ecosistemas emprendedores que fomenten la colaboración, el intercambio de conocimientos y el acceso a recursos. El emprendimiento no debe limitarse solo a aquellos que desean iniciar un negocio, sino que también debe ser valorado y fomentado dentro de organizaciones existentes, donde se fomente la intrapreneurship, es decir, la capacidad de los empleados de generar nuevas ideas y promover la innovación.

Asimismo, es necesario fomentar el apoyo y las oportunidades para que los emprendedores conviertan sus ideas en realidad. Los gobiernos y las organizaciones pueden desempeñar un papel activo al proporcionar programas de incubación, financiamiento y asesoramiento empresarial. Además, la colaboración entre los sectores público y privado es fundamental para crear un ecosistema favorable al emprendimiento, donde los emprendedores tengan acceso a recursos y redes que los impulsen hacia el éxito.

Si bien el emprendimiento ofrece numerosas oportunidades, también enfrenta desafíos significativos. La falta de acceso a financiamiento, la incertidumbre, la falta de experiencia y los obstáculos regulatorios son solo algunos de los desafíos que los emprendedores deben superar. Es necesario desarrollar políticas públicas y programas de apoyo que faciliten el acceso a capital, brinden capacitación y asesoramiento empresarial, y promuevan la cultura emprendedora en todas las capas de la sociedad. Además, es fundamental fomentar la colaboración entre los sectores público y privado, creando alianzas que impulsen el ecosistema emprendedor y generen sinergias para el crecimiento y la innovación.

El emprendimiento se ha convertido en una fuerza poderosa y transformadora en el siglo XXI. Los emprendedores tienen la capacidad de generar cambios positivos en la sociedad, abordar problemas sociales y ambientales, y crear oportunidades para ellos mismos y para otros. Al fomentar y apoyar el emprendimiento, podemos impulsar el crecimiento económico, la generación de empleo y la solución de problemas sociales, contribuyendo así a un futuro más próspero y sostenible.