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Consagración de una nueva generación de Colegiales Rosaristas

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TRANSCRIPCIÓN DE LAS PALABRAS PRONUNCIADAS POR EL SEÑOR RECTOR JOSÉ MANUEL RESTREPO ABONDANO EN LA CEREMONIA DE CONSAGRACIÓN COMO COLEGIALES DE NÚMERO DE LOS ALUMNOS: MARÍA ALEJANDRA BERMÚDEZ BRETÓN, JUAN SEBASTIÁN BERNAL GALLO, MARÍA ALEJANDRA CORREA BARRERA, VANESSA COTES TORRES, ANA GABRIELA FRANCO OSORIO, SEBASTIÁN GIRALDO LUQUE, DIANA MARCELA HENAO MESA, JUANITA HINCAPIÉ RESTREPO, NATALI MALDONADO PINEDA, JOHAN ANDREY ORTEGA HERNÁNDEZ, MIGUEL DAVID QUINTERO CONSUEGRA, FELIPE QUINTERO GARCÍA, ANA MARÍA REYES ROZO, MARÍA ALEJANDRA SOLER RANGEL Y LUIS OCTAVIO TIERRADENTRO GARCÍA Y DE LA IMPOSICIÓN DE LA CRUZ DE CALATRAVA COMO COLEGIAL HONORARIO AL SEÑOR EXPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA DOCTOR BELISARIO BETANCUR.

EL ACTO FUE PRESIDIDO POR EL SEÑOR PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA Y PATRONO DEL COLEGIO DOCTOR JUAN MANUEL SANTOS CALDERÓN.

Cumplimos una vez más nuestra cita histórica y de compromiso fundacional con la consagración de una nueva generación de Colegiales Rosaristas.

Un compromiso establecido directamente por el Fundador Fray Cristóbal de Torres en 1654 y refrendado por el Rey Felipe IV, que ha sido razón fundamental en la continuidad de la tarea educativa de este Colegio Mayor, a pesar de las guerras civiles, de los vaivenes de la política, de los intereses de unos y otros, de las dificultades, del contexto enfrentado.

Lo que hoy hacemos aquí es además ejemplo para el mundo de la educación superior, de como una institución educativa, es viva expresión de una “universitas scholarium”. Una Universidad que reconoce a su comunidad estudiantil como actor protagónico de su vida institucional, y que, al hacerlo, le entrega una lección formativa imborrable.

Es además un vivo ejemplo de lo revolucionario y a la vez visionario que fue nuestro Fundador y que hoy, 364 años después, se valora no solo como ejemplo de participación estudiantil, sino como pasaporte de excelencia académica y de innovación.

Colegiales: lo que hoy hacemos significa un compromiso con nuestro pasado, con nuestro presente y futuro, y ustedes, como representación del Espíritu Rosarista, quedan grabados en la historia del Colegio para siempre con sus actuaciones y su ejemplo, y asumen un compromiso de dar lustre a su Alma Máter.

Como lo expresara el doctor Rafael María Carrasquilla: “cada una de las piedras de este edificio ha sido arrancada a la cantera de la Historia. Todos ustedes conviven con un pasado glorioso que constituye por sí solo la razón de Colombia. Ser Rosarista, y digo yo ser Colegial, es un honor exigente, con más obligaciones para la eternidad que para el instante”.

Un honor para toda la vida, pero también un reconocimiento a su amor, sentido de pertenencia, y compromiso con el Rosario. Un honor que refleja excelencia, carácter e independencia de criterio en unos jóvenes que son también modelo de servicio al Claustro, a sus amigos y a nuestro país.

Un honor que se acrecienta con el paso del tiempo y que nos vincula por siempre a nuestro querido Claustro.

Como lo expresara nuestro Rector Carlos Holguín Holguín en 1974 “Vosotros, Colegiales del Rosario, habéis sido escogidos entre los mejores alumnos por la calidad de vuestros estudios, por el amor que profesáis al Claustro y por vuestra identificación con los principios que informan la Institución. Estáis llamados a servir al Colegio y a procurar que se guarde su tradición. Tradición entendida, no como el respeto a lo antiguo por el hecho de serlo, ni como el deseo de mantener, en forma mecánica, formulas y procedimientos usados en el pasado, por falta de espíritu de renovación. La tradición busca mantener aquellos principios de valor intemporal, adaptándola a las necesidades y el espíritu de los nuevos tiempos haciendo que esos principios se encarnen en las realidades vivientes de cada díaEl lema del Colegio, Nova et Vetera, requiere una fidelidad indeclinable a los principios y una total libertad e inteligencia para adaptarlos a las cambiantes circunstancias cotidianas

Hoy jóvenes ustedes son más afortunados aún, pues con su cohorte, la Consiliatura ha querido vincular a un Colegial Honorario, de quien hoy ratificamos es digno ejemplo de Rosarismo.

El Presidente Betancur es eso que esperamos de ustedes y de los hijos de esta casa.

Un humanista integral, un intelectual enamorado de aprender, convencido de los valores del espíritu y de la cultura.

Un verdadero demócrata que, actuando con prudencia, nos enseñó el valor de la paz y la armonía, camino que ha sabido seguir usted Presidente Santos, aún a pesar de las dificultades.

Nuestro Colegial Honorario, y digo nuestro porque así lo sentimos Presidente Betancur, hace brillar esa condición de Ilustrador de la República al haber actuado con generosidad por el futuro de su país, pero además representa eso que hoy estamos convencidos de construir en el Rosario, una Universidad que valora y construye desde la diversidad y desde brindar oportunidades y destacar a aquellos que son ejemplo de que con talento, servicio, grandeza y tenacidad, les es posible ser honrados como los mejores hijos del Colegio Mayor.

Estoy seguro Presidente Betancur, Colegiales y Comunidad Rosarista, que uno de quienes nos acompaña en esta Aula Máxima, José Celestino Mutis, Maestro de Maestros del Rosario, se sentiría orgulloso de ver la Consagración de los Colegiales y del Colegial Honorario en esta mañana.

Pero, jóvenes, la Colegiatura es mucho más que una tradición u honor, es muchos más que una experiencia formativa y de aprendizaje y más que la responsabilidad en el Gobierno de esta Universidad.
 
La Colegiatura no es solamente el reconocimiento de altas calidades morales, o de mérito académico o de una conducta excelente o de amor institucional.

La Colegiatura demuestra la confianza entregada por Fray Cristóbal de Torres a la juventud y el valor de esta en el gobierno de la Institución, por la sabiduría que dicha juventud representa cuando actúa con nobleza, amor, entrega y visión.

La Colegiatura es la exaltación del valor de la juventud en la construcción de una sociedad. La Colegiatura supone servicio a la República, invita a la construcción de mejores ciudadanos, nos obliga con el futuro de esta Nación.

En momentos del país como los que vivimos, la Colegiatura debe ser fuente que irradie a la sociedad, para que otros jóvenes, Rosaristas y no Rosaristas, sean constructores de esperanza, sueñen en grande y trabajen por la equidad y la convivencia.

Los Colegiales del Rosario, al expresar vivamente el espíritu de esta Casa de Estudios, deben ser promotores de convivencia y, como dijera el Papa Francisco en su visita a Colombia, deben ser capaces de coadyuvar a una cultura del encuentro y del perdón en nuestra sociedad.

Da tristeza que algunas veces un anhelo nacional, un sueño de más de 60 años, un propósito de humanidad como la construcción de paz en Colombia, se debata entre el odio y la intolerancia.

Los Colegiales Rosaristas, debemos ser constructores de unidad en la diversidad, ejemplo de tolerancia y respeto a las ideas divergentes, baluartes de sociedades más incluyentes, justas y equitativas.

A mi generación y a las anteriores nos tocó vivir en el pasado la adversidad, la desesperanza por la violencia, y a ustedes, jóvenes Colegiales, les corresponde superar esos obstáculos y construir sobre la diversidad y la inclusión.

Me imagino entonces jóvenes Rosaristas que como Colegiales, comprometidos con lograr unidad en la diversidad, se parezcan a un Bakongo Paz, aquel proyecto que reúne a jóvenes que directa o indirectamente han sido víctimas de la violencia, trabajando hombro a hombro en la reconstrucción del tejido social.

Jóvenes que creen que se puede reconocer al otro, incluso al enemigo, como un igual y que se puede avanzar, con grandeza, hacia la reconciliación.

Como dijera la joven Malala, Premio Nobel de la Paz en 2014 en las últimas palabras de su autobiografía.
“Hoy me miré en el espejo y pensé por un segundo. Alguna vez le había pedido a Dios un poco más de altura. Pero en cambio él me hizo tan alta como el cielo, tan alta que ni siquiera me puedo medir… dándome tal altura para llegar a la gente, también me dio grandes responsabilidades. La paz en cada hogar, en cada calle, en cada pueblo, en cada país... ése es mi sueño...

La educación para todo niño y toda niña. Es mi derecho poder sentarme en una silla y leer mis libros con mis amigas en el colegio. Es mi derecho ver en cada ser humano teniendo una sonrisa de felicidad es mi deseo.
Yo soy Malala, mi mundo ha cambiado pero yo no”.

Hoy aquí, con esta Consagración, no solo revivimos una tradición histórica sino reiteramos el compromiso como Cuna de la República, de incluir la cultura del encuentro y de la esperanza en las virtudes de una nueva generación de sobresalientes Colegiales del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario.

Felicitaciones jóvenes, felicitaciones Presidente Betancur y gracias Presidente Santos y Patrono del Claustro, por forjar el escenario para que esta nueva generación de Colegiales le demuestre al país porqué en este Colegio Mayor educamos Ilustradores de la República.

Permítanme decirlo de otra forma: Presidente Betancur, Expatrono y Colegial Honorario del Claustro Rosarista, como buen arriero usted fue pionero y abrió el sendero ansiado de la paz.

Presidente Santos, Patrono y Colegial Honorario de este Colegio Mayor, usted ha sabido encender la antorcha de la reconciliación, orientarnos y construir a pesar de las adversidades en esa aventura inexplorada de la paz en Colombia.

Colegiales de Número, ustedes como ejemplo de Espíritu Rosarista y esperanza en nuestra nación, tienen el compromiso de construir una cultura del encuentro, de inclusión, de equidad, de reconciliación y de perdón para que la paz sea una realidad estable y duradera.

Hoy, 26 de febrero de 2018, en esta solemne ceremonia, la Comunidad Rosarista, refrenda vivamente el papel de nuestro Claustro “Cuna de la República”, en el pasado, en el presente y en el futuro, en función siempre del Bien Común.

Felicitaciones Colegiales y Colegial Honorario.