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Divulgación Científica - URosario

Salud y Bienestar

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Los adultos mayores: ¿un activo o un pasivo en las cuentas sociales?

Desde hace varias décadas, en la gran mayoría de países la población de adultos mayores viene creciendo de manera acelerada.

  Fotos: Leonardo Parra / Carlos Roberto Reyes
Por: Marlyn Ahumada


De acuerdo con la Organización de Naciones Unidas, en 1986 las personas con 60 o más años representaban el 8% del conjunto de hombres y mujeres del mundo; en el año 2000 ese grupo equivalía al 8.9%; en 2016 a 11.5% y, de proseguir la tendencia, a finales de este milenio sería casi el 30%. El hecho ha implicado reconocer la necesidad de prestar más atención a ese segmento poblacional, y que en los años recientes haya tomado el carácter de un problema social urgente en el mundo.

Colombia replica las tendencias demográficas globales. Como otros países en desarrollo, la dinámica de crecimiento de su población está cambiando de manera importante. En 2016 las personas de 60 o más años eran el 9.1% del total (30 años atrás eran el 5.1%). Además, de acuerdo con los análisis del Departamento Nacional de Estadísticas (Dane), en las últimas décadas el número de recién nacidos ha disminuido casi 30%, y la esperanza de vida a finales del presente decenio se pronostica alrededor de 79 años para las mujeres y 74 para los hombres.

A finales del actual decenio, la participación de los jóvenes de entre 15 y 20 años de edad en la distribución piramidal de la población habrá caído 18%, mientras la población mayor de 60 años aumentará 42.1%.

A pesar de esto, pocos estudios han analizado desde el punto de vista psicológico el envejecimiento y las preocupaciones que lo rodean en Colombia, el tercer país latinoamericano más poblado. Uno de ellos es el realizado el año pasado por las profesoras de la Universidad del Rosario Luisa Fernanda Ramírez y Ximena Palacios Espinosa, quienes examinaron, entre otros elementos sociales, estereotipos positivos y negativos del envejecimiento. Los primeros se refieren en especial a la sabiduría, la experiencia, la memoria, la familiaridad y el sosiego que acompaña a los ancianos, y los segundos, a que estos son gruñones, irritables, enfermizos, tercos, solitarios…


Las académicas hallaron que las personas que tienen estereotipos negativos sobre el envejecimiento esperan tener una peor salud mental y menor apoyo social en la vejez. Según su estudio, “la buena atención en salud y el apoyo social suficiente y de buena calidad pueden ayudar a las personas mayores a trabajar y vivir más tiempo, a sentirse apreciadas, respetadas y a verse a sí mismas como una fuente de seguridad para sus familias”. Por el contrario, “la falta de apoyo social, entre otras cosas, hace más notables las dificultades de los ancianos para llevar a cabo sus actividades cotidianas”.


En particular, para los latinoamericanos la unidad y la calidez familiar desempeñan un papel crucial como mecanismo de apoyo social, de manera que algún grado de certeza de que en el futuro tendrán a alguien a su lado que los valore y acompañe en su proceso, alivia la ansiedad relacionada con el envejecimiento.

“A la estrecha dependencia entre los adultos mayores y sus familias se agrega la urgente necesidad de preparar a las generaciones más jóvenes para cuidarles y apoyarles en un ambiente de aprecio y respeto, de manera que se eviten la discriminación, la explotación y otras rutas menos deseables”, aseguran Ramírez y Palacios Espinosa.

Advierten también las investigadoras, que “a pesar de que se han hecho esfuerzos para incluir y mejorar las condiciones de vida de los adultos mayores, al parecer Colombia no está lista para enfrentar los cambios inherentes al envejecimiento poblacional. El empeoramiento de las condiciones en la red social (mercado de trabajo, familia y amigos) que se les presenta, afecta negativamente su calidad de vida”. En este orden de ideas, le corresponde al Estado fortalecer las estrategias para su atención.


Religiosidad y envejecimiento

El estudio de las profesoras de la Universidad del Rosario fue uno de los primeros en examinar las asociaciones entre preocupaciones psicosociales, percepciones y expectativas de envejecimiento en Colombia. Sin embargo, dado el tamaño de la muestra y su limitado rango de edad, dejaba sin resolver preguntas sobre las interrelaciones entre estos factores, por lo que decidieron realizar otra investigación (“Envejecimiento y apoyo en Colombia”), que incluye una muestra más amplia y posibilita análisis más detallados.

La religiosidad es una variable que no ha sido estudiada en profundidad y es crítica en la literatura sobre el tema del envejecimiento, especialmente en Latinoamérica. Las profesoras en mención indican que al promover estereotipos positivos, la religiosidad puede actuar como amortiguador de la ansiedad ante el envejecimiento.

No hay que olvidar que Colombia es un país religioso, cuyos habitantes en su gran mayoría se identifican como cristianos (cerca del 90%), mientras que solo 4.7% lo hacen como ateos o agnósticos. De manera que parecería probable que la religiosidad pueda ser actor protagónico en las percepciones y expectativas del envejecimiento de los colombianos.


 

La religiosidad puede ser actor protagónico en las percepciones y expectativas del envejecimiento de los colombianos.

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Ramírez y Palacios Espinosa resaltan la promoción que el cristianismo hace del respeto por los ancianos, y el retrato positivo que contiene el Antiguo Testamento de los adultos mayores y del hecho de envejecer.

Los ancianos, adicionalmente, son a menudo respetados y valorados en contextos religiosos, lo que sugiere que su religiosidad los motivaría a respaldar estereotipos de envejecimiento positivos, aún más en países como Colombia, donde aquellos corren un mayor riesgo de resultados sociales negativos como la pobreza, la discapacidad y el abandono, en comparación con otras poblaciones en riesgo.


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De manera que, entre otras organizaciones, las religiosas podrían contribuir también a brindar apoyo social y emocional a quienes están pasando por esa etapa de la vida, y al mismo tiempo coadyuvar a reducir la incertidumbre y en consecuencia mejorar las expectativas de los adultos para el futuro.

El conocimiento de estas temáticas en nuestro país apenas empieza, como lo señalan las autoras de los estudios comentados: “Se necesitan más investigaciones para explorar la relación entre los estereotipos, la ansiedad por el envejecimiento y el apoyo social, y su efecto conjunto sobre el bienestar de las personas mayores en Colombia”.


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A finales del actual decenio, la participación de los jóvenes de entre 15 y 20 años de edad en la distribución piramidal de la población habrá caído 18%, mientras la población mayor de 60 años aumentará 42.1%.