La Universidad del Rosario ha mantenido sus puertas abiertas a los estudiantes con discapacidad. A partir de investigaciones, experiencias y nuevas visiones, cuenta desde hace más de una década con programas consolidados para su participación efectiva en la educación superior.
En el mundo existen más de mil millones de personas con algún grado de discapacidad, es decir, el 15 por ciento de la población, según el Informe Mundial de Discapacidad de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial. De esa cifra, un promedio de 2.700.000 personas viven en Colombia, precisa el DANE. Para un gran porcentaje de ellas, la falta de oportunidades es una constante y, específicamente, la posibilidad de ingresar a la universidad y estudiar una carrera que les permita convertirse en profesionales suele ser una utopía. Las condiciones en infraestructura, movilidad, aceptación social y participación aún no son suficientes para tener ese derecho.
Preocupada por esta realidad, y consciente de que la discapacidad es una condición humana que requiere nuevas formas de interpretación y de actuación social, que no es sinónimo de enfermedad y que es posible lograr un cambio y trascender en el tema, la Universidad del Rosario no solo ha liderado investigaciones al respecto, también cuenta con políticas de inclusión y de oportunidades, y con una trayectoria de 17 años con una asignatura denominada Discapacidad y Sociedad. La cátedra aborda la situación de la discapacidad como uno de los problemas sociales que impacta directamente a seres humanos y a la sociedad en general. Para esta perspectiva, no es un asunto que pueda ser tratado desde las individualidades, amerita reconocerse desde las colectividades y la ciudadanía, mediante el ejercicio de los Derechos Humanos y de las oportunidades de participación de las personas con discapacidad, sus familias, organizaciones y cuidadores, en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Precisamente, uno de esos trabajos de investigación, titulado Universidad del Rosario, una universidad inclusiva: propuesta metodológica para la construcción de una política de inclusión y convivencia con personas con discapacidad en la educación superior, tuvo un equipo de trabajo de diferentes unidades de la universidad, no solamente académicas, sino administrativas, por dos años.
“También hicieron parte del estudio universidades públicas y privadas de carácter nacional e internacional; lo mismo que organizaciones de personas con discapacidad de Colombia, Estados Unidos,México y Costa Rica”, explica la profesora Karin Garzón Díaz, directora del proyecto y profesora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario. Dentro de los principios en los que fue fundada esta propuesta de investigación, se encuentran el contexto por el sentido de convergencias disciplinares en diferentes entornos; la influencia por el interés de expandir el sentido de implicación de diferentes agentes institucionales; la pertinencia por el interés de construir perspectivas de inclusión en correspondencia con la misión y proyecto educativo institucional; la integridad por el interés de hacer parte del corpus académico, administrativo, pedagógico, científico y de bienestar a de estudiantes con discapacidad; y la innovación orientada a la creación-recreación de nuevas formas de interpretar la discapacidad en educación superior. Al ir tejiendo reflexiones, inquietudes, e incluso perspectivas desinformadas sobre el tema, los investigadores fueron encontrando otras maneras de pensar la discapacidad, “no solamente desde el punto de vista de la comparación, de la diferencia, sino desde el reconocimiento para potenciar las posibilidades de agenciar nuevas formas, nuevos modelos de trabajo y de participación de los estudiantes con discapacidad en la universidad”, agrega la profesora Garzón Díaz. IncluSer da apoyo especializado a la comunidad académica y, en particular, al estudiante con discapacidad, con el fin de ayudarlo a lograr las metas que se propone. Es la manera con la que el Rosario fomenta y asegura la inclusión, permanencia y egreso de estudiantes en situación de discapacidad en igualdad de oportunidades y en el marco de los derechos humanos. Los resultados de las investigaciones se socializaron por medio de publicaciones que hoy son empleadas en la formación de estudiantes de Biología, Psicología, Jurisprudencia, Medicina, Terapia Ocupacional, Fisioterapia y Fonoaudiología.
La profesora Karin Garzón, explica que el estudio realizado contó con la participación de universidades públicas y privadas de carácter nacional e internacional; lo mismo que con organizaciones de personas con discapacidad de Colombia, Estados Unidos, México y Costa Rica.
INCLUSIÓN, UNA REALIDAD EN LO COTIDIANO Los diálogos de saberes y la identificación de oportunidades llevaron a la Universidad del Rosario a crear la cátedra de Discapacidad y Sociedad, pionera en su campo (como se mencionó, existe desde 2001); el Programa de Apoyo a Estudiantes con Discapacidad (IncluSer) y el Plan Integral de Desarrollo (pid 2014-2019), entre otras acciones. IncluSer da apoyo especializado a la comunidad académica y, en particular, al estudiante con discapacidad, con el fin de ayudarlo a lograr las metas que se propone. Es la manera con la que el Rosario fomenta y asegura la inclusión, permanencia y egreso de estudiantes en situación de discapacidad en igualdad de oportunidades y en el marco de los derechos humanos. “IncluSer cumplirá en noviembre 10 años. Brinda apoyo especializado, que integra ayudas tecnológicas, acompañamiento y asesoría permanente; formación a docentes y espacios de investigación. Además, es un espacio de investigación en la modalidad de pasantía y, desde su coordinación, se generan proyectos y se
reciben propuestas de investigación de los estudiantes interesados en cursar su opción de grado en este espacio y sobre esta temática. “De los estudiantes han salido varios productos, como la señalización en Braille de las sedes de la institución Quinta de Mutis y Campus, la orientación al departamento de Hábitat desde el diseño universal para personas con movilidad reducida y un proyecto de concienciación en cultura, en manejo y en trato a la persona con discapacidad, entre otros”, explica Rocío Molina Bejar, investigadora, coordinadora y gestora de IncluSer. Hoy, los estudiantes con discapacidad visual cuentan con recursos tecnológicos, como máquina inteligente de lectura para ciegos, impresora Braille y software lector de pantalla, y humanos como un profesor de lectura Braille. La idea es darles respuesta a sus expectativas y necesidades.
“También somos miembros fundadores, con otras tres universidades, de la Red Colombiana de Instituciones de Educación Educación Superior por la Discapacidad, un grupo interesado en la educación inclusiva, que teje alianzas entre la academia y las personas con discapacidad, y miembros fundadores de la Red Interuniversitaria Latinoamericana y del Caribe sobre Derechos Humanos y Discapacidad, que se creó en 2009 en Buenos Aires (Argentina), lo que ha contribuido a que seamos reconocidos y visibles en temas de inclusión internacionalmente”, cuenta la profesora Molina Bejar. De esa manera, la Universidad del Rosario puede señalar que tiene avances importantes en cuatro ejes fundamentales: 1. Disposición para iniciar procesos de transformación y ar-ticulación de políticas, planes y programas que giren en torno a la presencia de la discapacidad en la universidad; 2. Planeación y desarrollo institucional; 3. Formación de la comunidad universitaria en todos los espacios formales y no formales; 4. Interacción con el entorno. Esto último, es la capacidad de comunicar experiencias, incorporar buenas prácticas y generar cooperación e innovación, algo relevante para que el impacto sea más allá del campus universitario.
IncluSer, el Programa de Apoyo a Estudiantes con Discapacidad, brinda apoyo especializado, ayudas tecnológicas, acompañamiento y asesoría permanente, explica Rocío Molina Bejar, coordinadora de esta iniciativa.
Nuevas narrativas La Universidad del Rosario siempre ha contado con personas con discapacidad dentro de su comunidad académica, tanto profesores como estudiantes; sin embargo, es importante reconocer que han sido especialmente los últimos 10 años donde se ha buscado documentar, sistematizar y construir políticas específicas orientadas a hacer correspondiente su misión con la situación de discapacidad en educación superior. Entre las tareas que se ha propuesto, está lograr por consenso nuevas formas de comprender cómo es la vida de las personas con discapacidad. La idea es conseguirlo desde “una perspectiva del reconocimiento mutuo, de pensar cómo habitamos lugares comunes, no desde la diferencia”, explica la profesora e investigadora Karin Garzón Díaz. Las narrativas han sido clave en este proceso, porque, al presentar las formas en las que la sociedad se refiere a las realidades de las personas con discapacidad y al generar concientización sobre el uso de los lenguajes, ha modificado supuestos. “Comenzamos a romper paradigmas al ver cómo el lenguaje definitivamente sí marca o excluye, a veces sin voluntad, a las personas con discapacidad, justamente cuando el punto de partida es desde la diferencia mas no desde el reconocimiento”, agrega Garzón Díaz. Las nuevas narrativas incluyen, por tanto, la perspectiva de la coexistencia, de la convivencia. La investigadora lo explica de esta manera: “no crear un mundo para otros, sino un mundo con otros, en donde no beneficie solamente a unos, sino donde nos beneficiemos absolutamente todos, y donde ese principio de la corresponsabilidad esté latente. Esté presente porque hay compromisos de parte y parte”.