Cada año, más de 15 millones de niños nacen de forma prematura en todo el planeta, según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Con esto, en la actualidad, uno de cada 10 recién nacidos tiene dificultades para desarrollarse y crecer de forma normal.
Tristemente, más de un millón de estos niños muere durante los primeros dos meses de vida debido a esas complicaciones que tienen al nacer. Aquellos que sobreviven, en su mayoría, enfrentan una vida llena de dificultades que incluyen problemas de aprendizaje, visuales y de escucha: nacer antes de completar el desarrollo adecuado puede significar desventajas físicas y mentales a lo largo de toda la vida.
En el mundo, el nacimiento prematuro es la principal causa de muerte entre menores de cinco años en todos los países, sin importar la condición económica o social de los padres. De acuerdo con la OMS, nacer con bajo peso definido como aquel que se produce por debajo de 2.500 gramos, estuvo asociado con el 44% de las 2’763.000 de muertes neonatales registradas en el mundo durante 2013.
En estos casos, la inequidad económica entre los países ha tenido una relación directa con la supervivencia a esta condición. Para la OMS, en las naciones menos desarrolladas, los recién nacidos o de menos de 32 semanas mueren a causa de la falta de cuidados efectivos, como calor adecuado, buena alimentación y soporte básico a infecciones y dificultades en la respiración. En países de altos ingresos los bebés sobreviven a esas circunstancias.
Hasta 1978, los recién nacidos prematuros debían ser puestos en incubadoras durante varios meses, para conservar el calor corporal
estable y mientras sus órganos terminaban de madurar. Ese año, el médico Edgar Rey, del Instituto Materno Infantil de Bogotá, ideó un método alternativo para tratar a estos bebés, durante un momento en que se registró un alto número de estos pacientes y no había incubadoras para atenderlos.
Madres canguro, la técnica alternativa, les brinda el calor necesario a los niños, a través del contacto piel con piel de sus padres. Con esto, no es necesario que permanezcan internados en la clínica, aunque deben asistir a controles diarios muy estrictos, al tiempo que no deben interrumpir su alimentación con leche materna. Desde ese momento, el procedimiento canguro se ha consolidado, gracias a las ventajas que demuestra frente a la utilización de incubadoras.