Pardo formó parte del consorcio, del equipo que estudió la aplicación de la selección natural en el caso específico de las mariposas que viven en Suramérica. El consorcio fue integrado por científicos de las universidades de Cambridge, Sheffield y York, en el Reino Unido; Harvard, en Estados Unidos; el Museo Nacional de Historia Natural de Francia; el Instituto de Investigaciones Tropicales Smithsonian de Panamá; la Universidad de Adelaide, en Australia, y el Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad del Rosario de Colombia.
“Este equipo descubrió que el gen cortex, al contrario de las polillas, ha permitido a las mariposas tropicales ser de colores vistosos para atraer a sus parejas y avisarles a los depredadores sobre su toxicidad”, explica Mauricio Linares, decano de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas del Rosario y director del grupo de investigación Genética Evolutiva, Filogeografía y Ecología de Biodiversidad Neotropical, al que pertenecen Pardo y Salazar. Agrega que los dos trabajos evidenciaron que, a pesar de que las polillas y las mariposas se separaron de su pariente común hace 100 millones de años, utilizaron la misma región genética para adaptarse de manera distinta a su ambiente con el fin de sobrevivir.
Carolina Pardo, profesora del Rosario, formó parte del consorcio del equipo que estudió la aplicación de la selección natural en el caso específico de las mariposas que viven en Suramérica.
“Continuar con la investigación nos permitirá dilucidar los detalles moleculares y funcionales acerca de cómo trabaja el gen cortex para entender el origen evolutivo de estas adaptaciones biológicas, no solo en insectos sino también en seres humanos”, asegura el investigador Mauricio Linares, decano de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas.
Evolución de cientos y no millones de años
Un hallazgo más sorprendió a los investigadores de uno y otro equipo. Mientras que el cortex promovió la adaptación de las mariposas hace millones de años, en el caso de las polillas británicas lo hizo en solo 200 años atrás. El cambió ocurrió en 1819, según determinaron los científicos de la Universidad de Liverpool.
Es más, como lo publicaron los medios británicos, hoy las polillas blancas con manchas negras están aumentando en frecuencia debido a que ha disminuido la polución y, por ende, el hollín en los árboles. “Esto nos muestra que los cambios evolutivos pueden ocurrir en periodos de tiempos muy cortos. No necesariamente hay que esperar miles o millones de años.
También evidencia cómo muchos de los cambios ambientales generados por el hombre afectan a la naturaleza”, agrega Salazar. El decano de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas reitera que haber encontrado que el mismo gen sea utilizado de distinta manera por organismos diferentes, para adaptarse a contextos ecológicos tan disímiles, enseña un posible principio de la evolución.