Por ejemplo, ¿es usted de los que prefieren caminar por las aceras pavimentadas y evitan acercase a las zonas verdes o a los árboles porque cree que lo pueden robar? Pues resulta que en esos espacios de los que usted huye, se registran menores tasas de criminalidad y homicidios, según un estudio realizado en Bogotá y que está por publicarse. De hecho, cuantos más árboles y más grandes, menos problemas de esta índole.
Escobedo aclara que se trata de una correlación estadística, de manera que sembrar árboles no es la solución a los problemas de inseguridad de las ciudades. Pero son datos muy interesantes que se han encontrado dentro de un estudio mayor, que usa el censo de los árboles de la ciudad, llevado a cabo conjuntamente con la Secretaría Distrital de Ambiente.
“¿Han visto que los árboles de Bogotá tienen una fichita? Usando esta serie de registros para cada árbol público en la ciudad (recopilados por el Jardín Botánico y la Secretaría de Ambiente) estamos estudiando la dinámica entre los beneficios que dan y el costo que representan. Medimos cuánto CO2 captan, cuánto descontaminan, dónde hay más árboles, dónde hay menos, por qué, cómo se relaciona esto con el estrato, la equidad, el uso del suelo…”. El investigador destaca que Bogotá es una de las pocas ciudades que tienen un inventario de todo su arbolado.
INFRAESTRUCTURA VERDE COMESTIBLE: ¿Y ESO CÓMO SE COME?
Escobedo es consciente de que en el mundo académico se maneja un lenguaje que puede generar barreras entre los investigadores y el ciudadano de a pie. Por eso se preocupa por explicar cada concepto de la forma más clara y precisa posible. Uno de esos términos es la ‘Infraestructura verde comestible’, que ocupó su agenda hace un par de años con investigaciones que se llevaron a cabo en Argentina y Sri Lanka.
“Tenemos infraestructura gris, que son las carreteras, la red vial, el alambrado, la luz, el agua, el alcantarillado; esta cumple la tarea de hacer que funcione bien la ciudad. Pero también tenemos la infraestructura verde —lo opuesto a lo gris—, que son los árboles, los humedales, los suelos [...] Ellos también pueden cumplir con esas mismas funciones: infiltran agua, purifican el aire, reducen la temperatura, mejoran el bienestar de los humanos”, explica.
Acota que el término ‘Infraestructura verde’ se usa como una metáfora para acercar más a la gente a un concepto que en el mundo científico incluiría un glosario más difícil de entender, como ‘servicios ecosistémicos’ o ‘ciclos biogeoquímicos’. “Una de las grandes ventajas de la Infraestructura Verde —continua Escobedo— es que hay mucho menos insumo de energía, no hay insumos de petróleo, petroquímicos, cemento, concreto … Al usar árboles, pasto, suelos, esos procesos ecológicos se desarrollan de una manera más sostenible: no hay emisiones, no hay contaminación, se autorregulan”.
Aunque el término está de moda y parece novedoso, Escobedo destaca que, en la práctica, siempre se ha incorporado al desarrollo de las ciudades. Cita el caso de las chinampas, huertos urbanos que ya existían durante el esplendor del Imperio Azteca, entre los siglos xiv y xvi. En tiempos más recientes, lo usaron los planificadores para referirse al diseño de ciudades en las que se incluían parques y humedales, además de edificios y carreteras. Pero en la actualidad, aclara el investigador, la ‘Infraestructura verde’ implica más el uso de la vegetación para el mejoramiento y el desarrollo sostenible de los entornos urbanos.
La palabra ‘comestible’ se añade al concepto para referirse al hecho de tener la producción de alimentos cerca o dentro de las mismas ciudades. “Por ejemplo, en Cuba, y en algunas ciudades de Argentina durante la crisis económica, producir alimentos se volvió una prioridad. Y cuanto más cerca los alimentos al que los consume, mejor: menos distancia, menos transporte, menos emisiones de CO2, menos contaminantes, más seguridad alimentaria”.
Ya desde la Segunda Guerra Mundial y en otros periodos de la historia se hizo evidente la necesidad de crear huertos urbanos; pero, más allá de la producción de alimentos, el concepto tiene un sesgo mucho más ambiental, porque involucra la regulación del agua y de la temperatura, la descontaminación.