Cada año, el cambio climático produce cerca de 400 mil muertes por hambre y enfermedades transmisibles, que afectan, en especial, a los niños de países en desarrollo como Colombia. Anualmente, esa variación del clima a nivel global lleva a precipitaciones en una parte del planeta (zona oriental de América del Norte y del Sur, Europa septentrional y Asia central) y sequías en otras (África meridional y partes de Asia meridional), lo que produce inundaciones, desplazamiento de las personas, escasez de alimentos y problemas de movilidad, entre otros, con pérdidas cercanas al uno por ciento del pib mundial.
Estos hechos que monitorea con preocupación el Panel Intergubernamental para el Cambio Climático, establecido por la Organización de Naciones Unidas, tiene en máxima alerta a gobiernos y ciudadanos del mundo. Colombia, entre ellos, por su alto nivel de vulnerabilidad, como lo han mostrado los ciclos climáticos de El Niño (régimen de sequía) y La Niña (régimen de lluvias), que hoy son relacionados con escasez hídrica, inestabilidad de suelos, aumento del nivel del mar e inundaciones.
“Las intervenciones académicas son fundamentales para entender mejor las causas del fenómeno y sus efectos, con el propósito de incidir en las políticas públicas sobre prevención, mitigación y adaptación del cambio climático. El trabajo académico es también fundamental para sensibilizar a la sociedad civil, a los gremios económicos y a los entes gubernamentales sobre los impactos humanos en lo relativo a esta cuestión”, señalan los catedráticos de diversas facultades de la Universidad del Rosario para explicar la existencia del grupo de Cambio Climático.
Se trata de un grupo de investigadores que crean escenarios de conversación y trabajo académico para analizar la problemática desde una mirada amplia, en la que se integran diversas escalas de análisis, debates y retos socio- ecológicos. De esa manera, logran generar propuestas de intervención ancladas en las distintas realidades ecosistémicas, económicas, sociales y políticas del país.
“La idea es que cada uno de nosotros aporte con su conocimiento y experiencia en las diferentes áreas como la biología, la jurisprudencia o la antropología, entre otras. Se trata de articular los saberes y así aportar en mayor medida”, explica Diana Bocarejo, profesora de la Escuela de Ciencias Humanas y miembro del grupo, del que también forman parte los profesores Juan Posada y Adriana Sánchez, de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas; Andrés Rey, de la Facultad de Jurisprudencia; Gustavo Adolfo Carrión, de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales; Leonardo Briceño Ayala, de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud; Esteban Rozo, de Antropología; Alejandro Fejed, de Gestión y Desarrollo Urbanos; Jenny Andrea Díaz, de la Dirección de Hábitat, y Javier Fernando Cárdenas, estudiante de maestría.