Algunos de los datos más relevantes en salud según el estudio sabe de 2015 (realizado por el Ministerio de Salud y Protección Social para conocer y analizar la información de salud y bienestar de los adultos mayores, y que es tomado como base para trazar políticas públicas), muestran que el 84% de los adultos mayores tienen comorbilidades, es decir, más de dos afecciones de salud, siendo la hipertensión arterial la principal enfermedad (60%), seguida por la artritis-artrosis (25%). Adicionalmente, el 41% reportó síntomas depresivos y el 17%, deterioro cognoscitivo leve.
Según la encuesta, el mayor temor de la gente de esta edad es perder su autonomía y funcionalidad —mucho más que padecer una patología como cáncer—, momento en que deben depender de cuidadores, quienes en su gran mayoría son familiares cercanos que no están entrenados para tal fin ni tampoco reciben, a su vez, la atención y el apoyo necesarios ante una labor tan demandante; de ahí que cuidar a los cuidadores también resulte crucial.
Perspectiva sociocultural
Culturalmente, ¿cómo se percibe y se asimila el envejecimiento?, ¿qué función social aportan las personas mayores?, ¿cómo se revierte la fuerte exclusión social de la vejez?, ¿cómo ha cambiado la perspectiva y la compresión del envejecimiento a través de los años?
Las estadísticas en nuestro país muestran que hay una gran feminización del envejecimiento, es decir, por cada 73 hombres mayores de 80 años hay 100 mujeres mayores de 80 años.
¿Qué impactos sociales tiene esta realidad? En Colombia, el 50% de las personas presentan una visión negativa del envejecimiento, contrario a lo que ocurre en otras latitudes, como en España y Portugal, donde “las nuevas generaciones de mayores son mucho más activas y demandantes de servicios y atenciones porque sienten que todavía tienen mucho por vivir. Se asume como una época llena de vida y libertad”, según Pinal, para quien esto marca una gran diferencia con décadas pasadas posdictadura, en las que envejecer era cerrar el ciclo de vida. Los adultos mayores son más jóvenes en capacidades y espíritu, y eso hace que puedan dedicar su ímpetu vital al cuidado de los nietos —lo que a juicio de este psicólogo es positivo— o realizar múltiples actividades que den respuesta a sus hobbies o inquietudes profundas (estudiar una carrera, obtener formación en tecnologías, cultivar su espiritualidad, apoyar emprendimientos comunitarios, etc.).
El Ireel es una propuesta institucional que se propone como “un espacio de confluencia de diferentes disciplinas que agrupe posibilidades de estudio e investigación, de posicionamiento del envejecimiento desde diversas miradas", expone su directora, Catalina Latorre.
Perspectiva económica
¿Qué tanto debe y puede cubrir el Estado las necesidades de los adultos mayores?, ¿qué ajustes económicos y legales debe hacer el país para ayudar a su sostenimiento?, ¿cómo cambiará el gasto en salud el aumento de enfermedades crónicas que están subdiagnosticadas en Colombia como las cardiovasculares, la diabetes o los trastornos mentales, y otras cuya incidencia aumentará como el cáncer?, ¿cuál es el impacto de la falta de una política de cuidadores de adultos mayores?, ¿qué tanto se degradará el bono pensional en el corto y mediano plazo?
Uno de los grandes problemas económicos con respecto al envejecimiento es la jubilación, pues actualmente dos de cada tres personas no reciben una pensión. La gran informalidad laboral que reinó en décadas pasadas hizo que los adultos mayores de hoy no cotizaran o lo hicieran durante muy poco tiempo, y eso ocasiona que muchos de ellos deban seguir trabajando para subsistir. Según la encuesta Sabe, el 60% de quienes aún trabajan lo hacen por necesidad y el 13% por ayudar a sus familias. El país ha tratado de garantizar un mínimo vital con el programa Colombia Mayor, pero es insuficiente.
“Dentro de todas las reformas que se hicieron en Colombia a principios de la década de 1990, la pata que quedó suelta fueron las pensiones”, señala el economista Paul Rodríguez, investigador de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, cuyos estudios abordan el impacto económico del envejecimiento. La Constitución de 1991 estableció el marco conceptual para garantizarles a los colombianos el cumplimiento de múltiples derechos, y de ahí surge la asunción de que “el Estado debería pagar casi que cualquier cosa. Eso ha tenido muchas implicaciones, entre ellas, la judicialización del sistema de salud, y por eso es muy difícil contener el crecimiento del gasto en salud por las presiones propias del sistema”, recalca. Aunque Colombia no difiere de otras naciones miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde) con respecto al acceso universal de salud y al estado objetivo de salud de las personas, sí hay grandes diferencias al interior del país.
El neurocientífico Diego Pinal, se ha enfocado en comprender cómo funciones cerebrales como la memoria de trabajo y la de corto plazo son modulados por la edad y factores modificables del estilo de vida.
Neurociencia para una vejez plena
El cerebro de las personas mayores sufre cambios significativos que impactan las capacidades cognitivas, físicas y emocionales. Entre las principales alteraciones están: pérdida de integridad de la sustancia blanca (encargada de conectar las neuronas entre sí), lo que conlleva a una reducción de velocidad y eficiencia del procesamiento de la información; cambios en el volumen de la materia gris (el cuerpo de las propias neuronas), particularmente en el área frontal, que provocan una disfunción del control cognitivo, la planeación y la ejecución de tareas que requieren de la inhibición de informaciones irrelevantes o de interferencias hacia el objetivo, y la pérdida de conectividad funcional entre diferentes regiones cerebrales.
Estas modificaciones naturales varían, por supuesto, de un individuo a otro, dependiendo de una acumulación de factores a lo largo de la vida como la alimentación, el desempeño físico, el nivel educativo, las actividades socio-culturales, la exposición a agentes naturales externos, entre otros. Sin embargo, sus efectos perniciosos pueden ser aminorados o contrarrestados de diferentes maneras, desde el entrenamiento cognitivo —por medio, por ejemplo, de ejercicios de memoria de trabajo— hasta la estimulación craneal no invasiva. Es en ella en la que concentra sus esfuerzos el psicólogo y doctor en neurociencia Diego Pinal, quien, junto con su equipo de trabajo en el Laboratorio de Neurociencia Piscológica de la Universidad do Minho, en Braga, Portugal, desarrolla distintos estudios en aras de caracterizar el proceso de envejecimiento desde una óptica neurocientífica y determinar un punto temprano de intervención a personas mayores para evitar o prevenir su deterioro cognitivo.
La estimulación craneal no invasiva es una técnica usada desde finales de la década de 1990 que consiste en poner al menos dos electrodos sobre la superficie del cuero cabelludo, a través de la cual se hace circular una débil corriente eléctrica continua entre un polo positivo y otro negativo para excitar unas zonas del cerebro e inhibir otras, conforme a la necesidad. “Es una técnica ciento por ciento segura y no tiene ningún efecto secundario salvo, según la literatura, algunos casos de enrojecimiento en la piel y picor, donde se ubica el electrodo. El objetivo es aumentar o inhibir la excitabilidad del córtex para mejorar la transmisión de información neuronal”, explica Pinal.
Hasta la fecha, los resultados de sus investigaciones no han sido del todo positivos en cuanto a la relevancia y la durabilidad de los efectos, pues no son estadísticamente significativos y solo se mantienen online, es decir, mientras se está ejerciendo la estimulación, no después. No obstante, desde junio pasado él y su grupo rediseñaron el montaje inicial del estudio que hicieron con 54 adultos mayores sanos, y hoy tienen más esperanzas de conseguir los resultados esperados, amparados en una certeza: “una revisión reciente de la literatura indica que el 80% de los estudios que han usado esta técnica encuentra resultados positivos, es decir, una mejora en la ejecución de tareas cognitivas que se tenían como objetivo lograr. Estamos trabajando en optimizar el montaje al cambiar el voltaje y la disposición de los electrodos, pero aún no tengo ninguna cifra adicional para decir si realmente funciona o no y a partir de qué edad”, aclara el doctor español.