Buscador Google

Divulgación Científica - URosario

Salud y Bienestar

Salud y Bienestar

La complejidad del suicidio

Desde una situación de estrés prolongado, hasta una ‘simple’ sensación de soledad —y muchas más— son algunas de las razones que pueden llevar a una persona al suicidio. La psicóloga Ximena Palacios y la historiadora Adriana Alzate Echeverri han estudiado el suicidio y cómo esta pieza del rompecabezas de nuestras vidas encaja de distintas formas.

  Fotos: Alberto Sierra/123RF/Milagro Castro
 
Por Catalina Ochoa


Si bien, el suicidio se produce por diferentes situaciones y detonantes personales, la sociedad desempeña un rol sumamente importante en las razones que enmarcan el camino al suicidio. Entender la complejidad de semejante determinación no ha sido fácil, lo que quizá justifica por qué diferentes ciencias, disciplinas y profesiones se inclinan por intentar comprender su razón de ser.

Ximena Palacios Espinosa, psicóloga y profesora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario, se enfoca en el estudio de personas que tienen enfermedades físicas crónicas y que se encuentran en la fase terminal de dicha condición. Debido a esto, tiene un gran interés por el tema de la muerte y reconoce al suicidio como uno de los actores principales involucrados en los procesos que enfrentan algunas de las personas que se encuentran en ese momento de la enfermedad.

Para la sociedad, el tema del suicidio se relaciona con los jóvenes adultos entre los 15 y 25 años, ya que son ellos quienes encuentran dificultades de adaptación, decepciones amorosas y fracasos laborales, pero la verdad es que en cualquier momento de la vida es posible considerar al suicidio como la solución para terminar el sufrimiento, tanto físico como psicológico, que atormenta a algunas personas.

El problema radica en que el suicidio es un tema condenado en el mundo porque la sociedad lo relaciona con conceptos como inmadurez, cobardía, falta de valor por la vida y egoísmo con los seres queridos, por lo que, además de tomar una decisión personal, el colectivo asume que las personas que están en medio de la lucha entre la vida y la muerte deben pensar en los posibles afectados. Esto trae como resultado que muchos de los que contemplan el suicidio no reconozcan públicamente su deseo de terminar con su vida, lo cual hace más difícil la intervención oportuna.

 

Hay que educar a las personas para comprender la profundidad del suicido y que se castiguen ejemplarmente algunas conductas que conducen a una decisión así, como el mismo bullying y la segregación.

 
Ximena-Palacios.jpg

Ximena Palacios Espinosa, profesora  de la Escuela de Medicina y Ciencias de  la Salud, tiene un gran interés por el estudio del tema de la muerte y reconoce al suicidio como uno de los actores principales involucrados en los procesos que enfrentan algunas personas durante su enfermedad.


LA VERDAD TRAS EL SUICIDIO
El suicidio, en la actualidad, se entiende como un problema de salud pública que merece atención estatal y medidas más allá de lo clínico, pues no solo ha trascendido fronteras, sino que puede presentarse en distintas etapas de la vida y por razones totalmente diferentes la una de la otra.

En el caso de los ancianos, en muchas circunstancias consideran o cometen suicidio porque creen que su vida perdió el sentido, muchas veces se sienten abandonados o que son una carga para sus familiares y cuidadores. Por su parte, aunque quede difícil de imaginar, los niños también se suicidan, y estos casos van en aumento.

Algunos de los causales identificados son las vulneraciones dentro o fuera del entorno familiar; el bullying y la discriminación como herramientas de presión social; el mal manejo de la frustración, que está muy relacionado con algunos nuevos modelos de formación, donde no solo se es sumamente permisivo con los niños, sino que también se les permite tener el control absoluto de ciertas situaciones y cuando se enfrentan al mundo donde la realidad es distinta a su entorno de poder, no cuentan con los instrumentos necesarios para canalizar la situación.

Es importante destacar que el suicidio es multifactorial, es decir, que numerosas razones están presentes cuando una persona se suicida. Pueden ser razones afectivas como el sufrimiento, la desesperanza, la soledad, la depresión; también razones económicas, como una ruina o la pérdida de trabajo; y razones de tipo social como la estigmatización, la discriminación, el maltrato, e incluso razones   de   tipo  biológico  (como  desequilibrio  en  las 

sustancias que se encuentran en el cuerpo y específicamente en el cerebro). La mezcla, única en cada persona puede desencadenar la conducta suicida.

A su vez, la estigmatización que conlleva el suicidio ha sido gran causante de la desinformación que se tiene al respecto. La sociedad tiende a pensar que este acto se produce al sentir un dolor incontrolable, bien sea físico o sicológico, pero la verdad es que también puede darse como forma de anticipación al dolor, especialmente entre las personas que se sienten solas, aún incluso teniendo toda una red de apoyo alrededor.

Por otro lado, la tendencia global se inclina a creer que el suicidio es solo un acto repentino, pero la verdad es que es mucho más complejo y viene ligado al pensamiento de la persona, razón por la que puede ser algo secreto e inesperado para quienes la rodean. “Hay una gran cantidad de mitos, como, por ejemplo, creer que si alguien dice que se va a suicidar no lo va a hacer, o que si le preguntas por su intención de suicidarse puedes inducirle a contemplarlo”, explica Palacios Espinosa. El suicidio trae toda una planeación detrás y no suele ser únicamente el impulso de alguien que no estaba en sus cabales.

Cascada.jpg

El suicidio se relaciona con jóvenes adultos entre los 15 y 25 años, ya que son ellos quienes encuentran dificultades de adaptación, decepciones amorosas y fracasos laborales, pero la verdad es que en cualquier momento de la vida es posible considerarlo como la solución para  terminar el sufrimiento.

EL SUICIDIO EN LA HISTORIA
Por su parte, entender el suicidio desde una perspectiva histórica también es clave. Adriana Alzate Echeverri, historiadora y profesora del Programa de Historia de la Escuela de Ciencias Humanas, contribuye a esta reflexión y parte de la importancia de entender el concepto del suicidio en una dimensión histórica, ya que considera que se puede confundir con varias conductas que son punto de debate mundial. Alzate cita a Emile Durkheim, autor de la obra El Suicidio: “se llama suicidio a toda muerte que resulte inmediata o inmediatamente de un acto, positivo o negativo, realizado por la misma víctima”.

Partiendo de esta premisa, la profesora Alzate Echeverri explica que hay algunos elementos diferentes entre el mundo que ella estudia (el siglo xviii) y la actualidad. Primero, que en el pasado el suicidio era visto como un pecado y juzgado como crimen (era un homicidio atroz que iba contra el afecto de Dios por sus criaturas y del bien de la comunidad); mientras que hoy, si bien no ha desaparecido su condena como pecado, se ha matizado y despenalizado. Segundo, que es justamente en el siglo XVIII cuando aparece la palabra suicidio (antes de ese siglo se llamaba “homicidio de sí mismo”), lo que significa que paulatinamente deja de ser objeto de sanción y reflexión teológica y pasa a serlo de la medicina, la psiquiatría y la psicología. 

No obstante, tanto en el mundo actual como en las sociedades del pasado han existido múltiples razones para el suicidio, las cuales son divididas por la profesora Alzate como motivos derivados del sufrimiento físico y moral.


“Cuando se trataba del primero, las personas acudían a una gran variedad de “artes de curar”: sanadores, yerbateros, curanderos y médicos, entre otros, para hallar alivio. Cuando se trataba del segundo, siempre estaba la familia y sobre todo el sacerdote. La ayuda psicológica y psiquiátrica llegó mucho tiempo después”, comenta.

En el siglo xviii había un conjunto de causas relacionadas con valores e imaginarios que dependían del grupo social al que se pertenecía. Según diversos expedientes criminales estudiados por Alzate (ya que el suicidio era juzgado en tribunales), muchas situaciones podían ser vistas como desencadenantes del suicidio: pérdida del honor, ruina, venganza, pobreza, fracaso amoroso, dolor intenso, enfermedad, castigo severo o estado de prisión duradero. En ese entonces, la depresión no existía como condición mental, pero se encuentra en los archivos la evocación de la melancolía como causante del suicidio sin que en realidad sean lo mismo.

Si bien, el suicidio ha tenido motivos similares a lo largo de los tiempos, sin duda el poco conocimiento que la sociedad ha tenido sobre este fenómeno ha desempeñado un rol importante mediante la estigmatización y los mitos. No obstante, lo anterior nos deja como lección que hay que educar a las personas, tanto para comprender la profundidad de una acción como esta e incluso dejar de juzgarla, pero sobre todo para que sí se castiguen ejemplarmente algunas conductas que conducen a una decisión así, como el mismo bullying y la segregación.

 
Adriana-Alzate.jpg

Adriana Alzate Echeverri, historiadora y profesora del Programa de Historia de la Escuela de Ciencias Humanas, parte de la importancia de entender el concepto del suicidio en una dimensión histórica, ya que considera que se puede confundir con varias conductas que son punto de debate mundial.
 

 
Info-suicidio.jpg