Imagine una persona mordida por un gato o cortada con unas tijeras que decide tomar antibióticos para evitar una posible infección, sin saber que esa inocente medida activará una poderosa bacteria que le generará daños mucho más profundos en su organismo. Aunque suene poco creíble, justamente así actúa la bacteria Clostridium difficile.
En los últimos 15 años, esta bacteria ha causado problemas y serias lesiones en el tracto gastrointestinal de pacientes que debían consumir algunos antibióticos, con lo cual ha generado un gran impacto epidemiológico en ciertas regiones del planeta. “Clostridium difficile es una bacteria muy interesante en el ámbito genético y de la cual no había muchos estudios en América Latina. Muchos pacientes comenzaban a tener problemas gástricos cuando usaban antibióticos, pero no se sabía por qué”, dice Juan David Ramírez, director del Grupo de Investigaciones Microbiológicas (Gimur) de la Facultad de Ciencias Naturales y Matemáticas de la Universidad del Rosario y líder de esta investigación.
Con esto en mente, Dora Inés Ríos, quien se desempeñó durante 30 años como Profesora de Microbiología de la Universidad del Rosario, en 2014 realizó una revisión de literatura, en conjunto con el profesor Ramírez, de donde derivó la idea de investigar desde la Universidad este patógeno de alto impacto. Posteriormente, Claudia Marina Muñoz (estudiante del doctorado de Biotecnología de la Universidad Nacional) se unió en 2015 al Gimur de la Universidad del Rosario, e inició su tesis de doctorado. El trabajo se convertiría en el primer estudio en Colombia sobre este microorganismo, lo que ha permitido determinar la frecuencia de infección de Clostridium difficile en el país, pero, además, se han logrado describir factores que podrían estar asociados con el grave impacto que causan algunas cepas.
De acuerdo con Muñoz, Clostridium difficile puede adquirirse por contacto con sus esporas, que son resistentes a diversos desinfectantes y pueden estar presentes en centros hospitalarios y áreas quirúrgicas. Este contagio generalmente se ocasiona por vía oral.
Las esporas de la bacteria se alojan en el tracto gastrointestinal, donde permanecen en una forma inactiva y en estado de equilibrio con los demás microorganismos que están allí presentes. “Esta bacteria puede encontrarse incluso en 7 por ciento de individuos completamente sanos, que simplemente no saben que la tienen”, dice.
Una vez la persona infectada consume antibióticos, rompe el equilibrio que existe con los organismos benéficos y ocasiona que la bacteria se active, produzca una forma vegetativa y cause la enfermedad, cuyo primer síntoma es una diarrea relativamente benigna. “Cuando Clostridium daña la barrera intestinal genera problemas más graves, como perforaciones de colon, colitis seudomembranosa y megacolon tóxico. Si la infección es muy grave, incluso puede llevar a la muerte del paciente”, comenta Muñoz.
El gran problema que representa para los sistemas de salud es su enorme resistencia a gran cantidad de antibióticos, pues limita las opciones de tratamientos y medicamentos que puedan hacerle frente. Solo algunos antibióticos se han desarrollado para atacar específicamente la infección causada por esta bacteria. Hace un par de años, se trata con fidaxomicina, un antibiótico que muestra eficiencia, pero que aún no se comercializa en el país por sus altos costos.