UNA LARGA HISTORIA, PERO UN CONCEPTO RECIENTE
Otra de las dificultades en torno a las investigaciones sobre desapariciones forzadas tiene que ver con el hecho de que, aunque se trata de un fenómeno que afecta al mundo desde hace décadas, en materia jurídica es un concepto reciente.
Los tres instrumentos internacionales con los que se cuenta para combatirla son: la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Protección de las Personas contra las Desapariciones Forzadas (1992), la Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas (1994) y la citada Convención Internacional del año 2006. Ninguna de ellas llega a los 30 años de existencia. En Colombia, el delito de desaparición forzada apenas empezó a existir en el año 2000, enfatiza López.
Pero su investigación no aborda solamente el caso colombiano, sino que es un documento de carácter global: “La desaparición forzada ocurre en unos 120 estados del mundo. Es uno de los peores crímenes en Colombia, El Salvador, México, Estados Unidos, Rusia, Turquía, Nepal… Entonces (mi asesor de tesis y otras personas) me dijeron que escribiera con una visión que se pudiera aplicar en cualquier marco geográfico”. Y así lo hizo.
La tesis aporta —entre otras cosas— un extenso y profundo marco histórico que indaga sobre los orígenes de la desaparición forzada. Aunque el catedrático asegura que es muy difícil de establecer, la doctrina señala su inicio durante la Segunda Guerra Mundial, con un decreto llamado ‘Noche y niebla’ firmado por el mariscal de campo alemán Wilhelm Keitel.
En él se establecía que los saboteadores capturados en los territorios ocupados durante la confrontación deberían ser llevados a un tribunal solamente si existía la seguridad de que serían juzgados de forma rápida, declarados culpables y sentenciados a muerte; de lo contrario, debían ser conducidos durante la noche, en medio de la niebla, a campos de concentración. Este decreto y las desapariciones derivadas de él fueron declarados crímenes de guerra en los Juicios de Núremberg, durante los que los aliados determinaron los castigos por las atrocidades cometidas por el régimen de Adolfo Hitler.
En medio de este contexto histórico, López destaca con entusiasmo los movimientos de los familiares de los desaparecidos en América Latina como un elemento fundamental para el reconocimiento de la desaparición forzada como un delito: “En la época de las dictaduras del cono suramericano, los familiares de los desaparecidos pusieron el tema en la agenda hemisférica. Ese fue un gran cambio: lograron tocar el corazón de las Naciones Unidas y del Sistema Interamericano, que finalmente les prestaron atención sobre la situación de desaparición”.
El experto también recalca la importancia de la participación de las mujeres en estos procesos; pues, aunque la mayoría de los desaparecidos reportados son hombres, usualmente han sido ellas —sus madres, esposas, hermanas e hijas— las que más han sufrido los perjuicios psicológicos, sociales, económicos y jurídicos de la desaparición, pero también las que han liderado los movimientos que han puesto este delito en el panorama mundial. Aunque no son las únicas, uno de los ejemplos más representativos son las Madres y Abuelas de la Plaza de Mayo, en Argentina.