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Ciencia y Tecnología

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Pasar por un semillero de investigación, ¡vale la pena!

La formación en la investigación y la identificación de las líneas de interés, en las que se pueden desarrollar los estudiantes profesionalmente, ha sido un espacio de aprendizaje para el Semillero de Economía Aplicada de la Facultad de Economía. Quienes han formado parte de este grupo destacan la importancia del trabajo con estudiantes de la maestría y del grupo de jóvenes investigadores.

  Fotos: Fotos Leonardo Parra, Alberto Sierra
    Por Inés Elvira Ospina

Septiembre/2019

El Semillero Economía Aplicada de la Universidad del Rosario responde a una mezcla de conceptos planteados entre el libro de Tom Apostol (ingeniero y matemático estadounidense, especializado en teoría analítica de los números) y las tertulias de Manuela Sanz de Santamaría en épocas de la Colonia, en las que se reunían intelectuales neogranadinos a discutir temas de su interés.

Darwin Cortés Cortés, actual director del grupo, recuerda que el semillero surgió a finales del siglo pasado, de manera muy informal, y como una iniciativa de unos estudiantes que buscaban completar sus estudios. Entre 2002 y 2003 entró a ser parte de la Facultad de Economía y se convirtió en un impulso importante en la formación e identificación de alumnos que podían ser parte del programa de Jóvenes Investigadores. “Esos buenos estudiantes pasaron a ser jóvenes investigadores y luego enriquecieron la facultad como profesores, tras adquirir experiencias y posgrados”, explica el profesor.

Andrés Zambrano y José Guerra eran en esos años docentes de la facultad y se unieron con la idea de generar un espacio para el trabajo en dos líneas: la primera de discusión y la segunda, de formación de habilidades básicas para la investigación.

En la primera se proponía un tema de interés en algún área de la economía y se estudiaba, por medio de discusiones y de invitados especiales que participaban en el debate con los estudiantes. Además, se conformaban grupos temáticos que trabajaban en torno a intereses comunes.

En la línea de desarrollo de las habilidades se fortalecía a los estudiantes en métodos econométricos, manejo de paquetes estadísticos y procesadores de palabra como LaTex o Stata y algunos temas de programación, que en ese momento no se incluían en el programa.

 

 

“Zambrano y Guerra eran dos personas muy carismáticas, que se echaban un montón de cosas al hombro y eso impulsó de manera muy importante al semillero. Además, usaban mecanismos de selección sutiles para que quienes se quedaran lo hicieran por interés puro. Por ejemplo, los encuentros eran el viernes en la tarde, lo que medía el compromiso de los verdaderos interesados”, recuerda Cortés, quien entonces era investigador junior de la universidad.

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Germán Pulido es hoy un profesional que en sus épocas de estudiante perteneció al semillero. Recuerda que lo más destacable era esa reciprocidad intergeneracional. Algunos de los estudiantes del semillero pasaban a ser jóvenes investigadores.

Esa forma de trabajar llevó al grupo a convertirse en un instrumento para la facultad en su fortalecimiento. “El semillero formó parte fundamental del cambio que tuvo la facultad en esos mismos años, porque sirvió para identificar a estudiantes interesados en la investigación, que se perfilaban como candidatos muy fuertes a pertenecer al grupo de jóvenes investigadores y que seguramente seguirían el camino de posgrados y luego un doctorado”, recuerda Darwin Cortés.

Otro de los miembros fundadores del grupo es Paul Rodríguez, también profesor en la actualidad de la facultad. “Lo conocí como alumno mío en la maestría, luego se volvió joven investigador, trabajó conmigo en su tesis y durante ese periodo se encargó del grupo junto con Jorge Pérez, actualmente investigador del Banco de México”, dice el doctor en Economía del Toulouse School of Economics.

Así es como, en 2006, el semillero se consolida. En ese momento, los estudiantes de maestría que lo integraban se propusieron un reto más alto: publicar una revista de la cual salieron varios números impresos y cuyo último documento de trabajo, de Juan David Gómez, se publicó en 2011. Luego se volvió virtual.

Un nuevo impulso

Los profesores fundadores, para seguir con sus estudios de posgrado, dejaron el semillero y este se mantuvo con el liderazgo de otros docentes, que continuaron la tarea y lograron que más de 50 estudiantes se registraran entre 2008 y 2009.

Al tomar las riendas, Cortés encontró algunos cambios, como el hecho de que ya no se reunían en el horario de los viernes y en el pénsum de la carrera se incluían materias que cubrían los métodos econométricos y otros temas en los que se formaba en el semillero. Así fue como se empezaron a implementar novedades, como paneles de expertos en los que se hablaba de política monetaria, educación y minería ilegal, entre otros temas.

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Darwin Cortés Cortés, actual director del grupo, explica que el semillero se ha convertido en un impulso importante en la formación e identificación de estudiantes que pueden ser parte del programa de Jóvenes Investigadores

En 2010, la facultad introdujo la directriz de que los jóvenes investigadores debían participar en semilleros, lo que hizo ver al grupo como una carga académica más y no como el espacio de discusión, de enriquecimiento y debate.

Por eso, los integrantes decidieron reinventarse y enfrentar los nuevos retos. El primero: cómo captar el interés de los estudiantes. “En un semillero al principio siempre tienes una inscripción alta de estudiantes, pero con el paso de los semestres de la carrera, la carga académica los lleva a abandonarlo”, explica el profesor.

El segundo reto es la coordinación de intereses, pues el grupo tiene su origen en la facultad y no en un interés particular de un profesor, y por ello debe lograr un equilibrio entre los intereses de estudiantes, jóvenes investigadores y profesores. El tercer desafío, de acuerdo con Cortés, está en mantener un contenido novedoso, diferente al del programa, que sea llamativo para todos.

Actualmente, se hace una convocatoria general a estudiantes que quieran estar en el semillero, a partir del grupo que llegue se determinan cuáles son los intereses que tienen y se definen unos grupos de trabajo alrededor de esos temas y unos jóvenes investigadores a los que les interesan.

 

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Los tres grandes retos que hoy tiene el semillero:

  • Motivación
  • Coordinación de intereses
  • Mantener un contenido novedoso
Actualmente lo conforman 10 estudiantes de maestría y 20 estudiantes de pregrado.

Los grupos temáticos investigan sobre economía política, economía de género, econometría y simulación y macroeconomía, entre otros.

 

Más allá de lo académico

Siendo estudiantes de maestría, en 2017, Juliana Sofía Aragón y Germán Pulido coordinaron el semillero. Antes ya habían formado parte, cuando estudiaban el pregrado, en 2013. “Era una etapa nueva del semillero. Trabajábamos en grupos temáticos y los jóvenes investigadores entraron a participar mucho más. Discutíamos ideas, leíamos documentos y compartíamos lo entendido”, recuerda Juliana Sofía.

“Lo más destacable era esa reciprocidad intergeneracional. Algunos de esos estudiantes del semillero pasaban a ser jóvenes investigadores, y los que habían sido parte de estos, tomaban la coordinación del semillero. Era como un relevo generacional bien interesante”, comenta Pulido.

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Juliana Sofía Aragón dice que mucho de lo que hace hoy en su trabajo lo empezó a profundizar en el semillero. "Cuando uno hace investigación hay un trabajo sistemático que te sirve para siempre”.

Ambos entraron en el Programa de Jóvenes Investigadores y tomaron la coordinación. Bajo ese liderazgo, cuentan, trabajaron en tres frentes. Mediante los grupos buscaron orientar al estudiante sobre los temas que potencialmente les podían gustar para desarrollarse profesionalmente, que en el pregrado no se profundizaban. En segundo lugar, fortalecieron a los estudiantes en el corte de programación y en la edición de textos con un curso introductorio en programación, en el que se dieron las herramientas básicas necesarias para los trabajos de investigación. Y la tercera línea generó un puente entre estudiantes y facultad por medio de invitados que dieron charlas sobre un tema específico.

“Mucho de lo que hago hoy en mi trabajo, las áreas de economía de la educación y de la salud, que hoy investigo, hace parte de los temas que empecé a profundizar en el semillero. La forma en la que trabajo también viene de allí, porque cuando uno hace investigación hay un trabajo sistemático que te sirve para siempre”, comenta Aragón.

Como él, otros egresados de la facultad reconocen que su paso por el semillero fue invaluable por la experiencia, por su formación en materia de investigación y por su liderazgo.