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Economía y Política

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Migración venezolana, un reto y una oportunidad para Colombia

Mientras los colombianos cruzaron la frontera en un lapso de 30 años, los venezolanos lo han hecho en tres y de manera masiva en el último año. El Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, único en América Latina, hace un análisis sobre la situación.

  Fotos: Milagro Castro/Alberto Sierra
Por Ángela Constanza Jerez

Antes de finalizar el año 2019, entre dos y cuatro millones de venezolanos habrán salido de su país, muchos de ellos, con seguridad, con destino a Co­lombia. La historia de fraternidad entre las dos na­ciones y la cercanía geográfica les da la esperanza de tener una nueva vida.

Tal cantidad de personas es más o menos la po­blación de Cali o el doble de la población de Ba­rranquilla, si la cifra llega a los cuatro millones, como calcula Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela, politólogo, internacionalista y magíster en Ciencia Política, quien desde hace 14 años estudia la realidad económica, social y, por supuesto, política del país vecino.

En 2004, la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Rela­ciones Internacionales de la Universidad del Rosario decidió crear el Observatorio de Venezuela, único en su género en Co­lombia y en América Latina, con el fin de analizar los diferentes fenómenos que se presentan en esta nación. Rodríguez es uno de los investigadores y su vocero, es decir, el encargado de di­vulgar los resultados de los distintos análisis.

“El Observatorio surge en el 2004, pero tenía un trabajo previo que fue alentado por el expresidente Alfonso López Michelsen —quien siempre consideró que era importante la  relación con Venezuela— y el decano de Cien­cia Política de aquel entonces, Eduardo Bara­jas, quien delegó a los profesores Francesca Ramos y Enrique Serrano. El antecedente es de 1998, en la primera campaña electoral de Hugo Chávez, y va hasta el referendo revoca­torio en 2004”, cuenta Rodríguez.

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Colombia no tiene una experiencia migratoria como la del resto de América Latina. Por eso debemos prepararnos y en esta tarea es importante entender que a mediano plazo la migración venezolana significará desarrollo, comenta Ronal Rodríguez, investigador del Observatorio de Venezuela.

Las funciones del Observatorio, dirigido por la profesora Ramos, son realizar investi­gación académica sobre el sistema político, la política social y las relaciones bilaterales, entre otros temas, así como difundir el co­nocimiento obtenido para que el gobierno colombiano y otras instancias nacionales e internacionales tengan suficientes elementos de juicio a la hora de tomar decisiones.

“Tenemos interacción con agencias del Estado y con diferentes organizaciones. Nos piden consejos, recomendaciones y nuestra percepción de los temas. Somos fuente de consulta constante. A veces nos escuchan y otras veces no, pero eso es parte de la dinámi­ca”, explica el profesor.

La migración de venezolanos a Colombia es el asunto principal de análisis del Obser­vatorio en este momento, por obvias razones. En concepto del investigador, el fenómeno desbordó al estado colombiano e incluso al mismo Observatorio, debido a que hace cua­tro años no estaba en las cuentas de nadie una crisis migratoria de la dimensión que se tiene ni de la que se prevé para el futuro.

“Al comparar el proceso migratorio colom­biano hacia Venezuela y el proceso migrato­rio de Venezuela hacia Colombia, nos damos cuenta de la dimensión del fenómeno. Mien­tras los venezolanos por más de tres décadas recibieron colombianos, nosotros en menos de tres años hemos recibido venezolanos. La sola dimensión de tiempo hace que sean dos fenómenos completamente diferentes. La mi­gración venezolana es muchísimo más abrup­ta”, explica el investigador.

Según el análisis de este centro académico, en los años 70 y 80 los colombianos cruzaron la frontera, en un proceso paulatino y espa­ciado, con la intención de favorecerse de las condiciones económicas de una Venezuela boyante por el petróleo. En los 90 lo hicieron para huir del conflicto armado, también de manera progresiva y sin alterar a un país que seguía gozando del crecimiento económico. Y a comienzos de 2000 (entre 2003 y 2004) lo hicieron alentados por los beneficios de un gobierno que estimulaba la migración para engrosar su caudal electoral.

“Colombianos de escasos recursos encon­traban en Chávez a un presidente que les daba regularización y un paquete social, con lo cual tenían suficientes incentivos para migrar. De hecho, la instrumentalización de la migración de nuestros compatriotas es uno de los ele­mentos que explica que Chávez hubiera con­tinuado como presidente después del referendo revocatorio en 2004”, explica el profesor Rodríguez.

En ese sentido, la migración de colombianos no fue en masa como está ocurriendo con los venezolanos ni con un destino ‘prevalente’. De acuerdo con los cálculos del investigador, en un proceso de más o menos cinco décadas salieron de Colom­bia alrededor de cinco millones de personas con rumbo a di­ferentes lugares del mundo, con algunos picos significativos a finales de los 90. En cambio, de Venezuela está huyendo más del 10 por ciento de su población en la quinta parte del tiempo que tomó a los colombianos y en mayor número en el último año. Su rumbo, además, son los países cercanos, Colombia en primer lugar.

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AUMENTA EL NÚMERO Y NO TODOS SON VENEZOLANOS
El profesor Rodríguez señala otros elementos que se están dando en el fenómeno migratorio de Venezuela y que deben ser analizados con atención por la sociedad y el gobierno co­lombianos: el incremento se dará en un breve lapso, y entre los que llegarán habrá colombianos o hijos de colombianos.

“Antes el núcleo familiar permanecía en el país y un miem­bro migraba y enviaba los recursos para su sostenimiento, ahora las familias se están preparando para salir completas y todo parece indicar que lo harán hacia Colombia”, dice.

En abril de este año, 765.000 venezolanos en algún mo­mento pasaron por un punto de registro, cuando la cifra en diciembre de 2017 fue 550.000, en ella no estaban contabiliza­dos aquellos que entraron de forma irregular, ni los colombia­nos retornados ni los colombo-venezolanos.

Datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil mues­tran que entre 2010 y marzo de 2018 se registraron 113.588 hijos de madre o padre colombianos en los consulados en Ve­nezuela, 26.420 solo en 2017.

“Los colombianos fuimos un número importante en Vene­zuela e influimos en su sociedad, por eso la red de apoyo más fuerte que tienen los venezolanos somos los colombianos. Lo otro que hay que explicar es que muchos de los que se están devolviendo son colombianos. En Venezuela, en el censo de 2011, se hablaba más o menos de 720 mil co­lombianos en el territorio, pero ellos tienen parejas y tuvieron hijos, podemos decir que ese número se multiplicó por dos o tres, el go­bierno venezolano llegó a hablar de cinco mi­llones de colombianos en Venezuela”, asegura el investigador.

En ese sentido, una buena cantidad de venezolanos están ‘descubriendo’ que son colombianos y hoy están pidiendo su nacio­nalidad, con lo cual connacionales que nunca han vivido en Colombia comenzarán a hacer­lo. “Para ellos, y en general para los migrantes venezolanos, hay que crear políticas públicas. Es un fenómeno complejo y dinámico, que no se va a resolver en dos años. Cuando el Go­bierno crea el permiso migratorio y dice que tiene una vigencia de dos años está diciendo implícitamente que en dos años se resuelve el problema, pero estamos viviendo un fenó­meno supeditado al devenir de la política y al deterioro económico venezolano”.

Por eso, la recomendación del académico es que los colombianos entendamos que no podemos pensar en procesos separados y que el proceso del posconflicto tendrá fuertes re­laciones con la suerte de Venezuela. “Estamos viviendo el posconflicto con el poschavismo conjuntamente y eso tiene sus implicacio­nes”, asegura.

De igual forma, insiste que los procesos migratorios implican transformaciones para un país que, según como se lleven, pueden resultar provechosos. “La migración que está viviendo Colombia no es comparable con procesos migratorios de México hacia Estados Unidos o de África hacia Europa o del mundo árabe hacia Turquía, porque estamos vivien­do una serie de fenómenos distintos, pero también porque tenemos muchos elementos en común. No hay una diferencia lingüística, étnica, cultural, religiosa, hay matices, pero no grandes diferencias.

“Colombia no tiene una experiencia mi­gratoria como la del resto de América Latina; la migración sirio libanesa, alemana o japo­nesa no representó una transformación de la sociedad colombiana general como sucederá con la venezolana, por eso debemos prepa­rarnos y en esta tarea es importante entender que a mediano plazo la migración venezolana significará desarrollo. Se romperán los oligo­polios, la competencia significará reinven­ción, se mejorarán las condiciones laborales porque los venezolanos tienen capacidad de agremiación… Cuando Venezuela esté recu­perada, los colombianos participaremos acti­vamente en esa recuperación, con lo que ello significa: oportunidades económicas, sociales y culturales. Los dos países van a cambiar”.