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Cultura y Sociedad

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Colombia, en estado de paz turbulenta

Colombia vive en la actualidad una situación de paz turbulenta, en la medida en que está en un tránsito ambiguo de la violencia directa —que terminó por un acuerdo de paz frágil e incompleto entre dos partes del conflicto—, a una violencia indirecta y sutil, eufemísticamente denominada “progreso”.

  Fotos: PrensaPresidencia / Rafael Serrano / Leonardo Parra
Por: Víctor Solano


Por lo menos eso es lo que piensa el profesor e investigador de la Universidad del Rosario, Fredy Cante, editor y coautor del Handbook of Research on Transitional Justice and Peace Building in Turbulent Regions, para quien varios frentes de la guerrilla de las Farc, con la que el gobierno recién firmó un acuerdo de paz, presumiblemente abandonarían las armas, pero permanecerían en los lucrativos negocios del narcotráfico, del coltán y del oro, que se han convertido en su mayor combustible.

Insiste en que “la que se firmó es una paz negativa, porque el acallamiento de las armas le pone fin solo a la violencia explícita, a la sangrienta. Y la paz positiva es la que genera justicia social, equidad. La que derrota las iniquidades y con ello a la violencia estructural”.

Ejemplos en el mundo demuestran que cuando la paz es de tipo negativo, la violencia persiste en sus formas más atroces. Es el caso de Guatemala, donde había una población de jóvenes entrenados en las milicias guerrilleras para disparar, y una vez establecidos los acuerdos de paz a mediados de los años noventa, al no encontrar espacios en los que tuvieran cabida en la sociedad migraron a las pandillas delincuenciales urbanas, conocidas como maras, las cuales han alcanzado un inusitado grado de monstruosidad.


“Las Farc pasarán a la historia como uno de los peores explotadores de la vida humana,  mediante el secuestro, el narcotráfico y la extorsión, solo para lucrarse y vivir en la opulencia”, afirma el profesor Cante, “y eso es a todas luces peor que la que inspiró su lucha armada, cual fue la explotación del trabajador a la que se refería Marx”.
 


De guerrilla a para-estado
La decisión de las Farc de no visibilizar la entrega de las armas deja al descubierto su deseo de seguir siendo, más allá de un ejército, una especie de para-Estado. “Todo lo que se haga en la clandestinidad es antidemocrático”, asegura el investigador.

Tal cosa, además, es muestra clara de que los acuerdos de La Habana fueron incompletos y las negociaciones adolecieron de fallas grandes, como que dejaron vivos temas clave en extremo importantes para la sociedad colombiana, en especial el narcotráfico y la extracción de recursos naturales.

Y es que los negocios más lucrativos, tanto del Estado como de las guerrillas y los paramilitares, son los extractivos, que al mismo tiempo violentan al medio ambiente, a la naturaleza. “Las Farc han profanado las selvas del Guaviare, en donde hacen de Estado explotador de coltán y de oro, y fuerzan el desplazamiento de los pobladores indígenas de la región, la etnia de los nukak makú”.
 
Para el profesor Fredy Cante, encaminar al país hacia una verdadera paz que no sea turbulenta requiere esfuerzos en varios frentes, especialmente en el político, en el económico y en el social, los cuales deben abordarse con una visión conjunta y simultánea. Un progreso no depredador exige frugalidad, ocio y preservación del medio ambiente.

En su investigación Paz turbulenta, poder y ética explica que se trata de entender el progreso basado en la economía ecológica y en las ideas anticonsumistas. “Los pensadores y líderes del de-crecimiento abogan por la reducción de la producción y el consumo, porque el consumo excesivo está en la raíz de los problemas ambientales a largo plazo y de las desigualdades sociales”, afirma el investigador.

 

La decisión de las Farc de no visibilizar la entrega de las armas deja al descubierto su deseo de seguir siendo, más allá de un ejército, una especie de para-estado.

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De hecho, en el presente altas tasas de crecimiento económico implican prosperidad, mayor consumo e inversión, pero ello, infortunadamente, comporta el sufrimiento de las personas distantes y de las generaciones futuras por el deterioro de la naturaleza provocado por los habitantes actuales del planeta. “El agotamiento y la contaminación de los recursos naturales es el costo inherente del progreso material”, sostiene.

Ahora bien, se necesita una política que trascienda el discurso, porque no basta con decir que es preciso generar alternativas para los campesinos que siembran coca, sino además tomar la decisión de legalizar la droga y no fumigar con químicos que generan un grave impacto ambiental. En ese orden de ideas, valdría la pena promocionar mercados donde la coca se pueda expender legalmente en forma de té o de cremas medicinales, por ejemplo.

No más extracción de la tierra
Por el lado de la economía, habría que apostarle a las actividades que no sean extractivas de los recursos naturales. El caso del petróleo es dramático: países como Estados Unidos son grandes consumidores de energía fósil e igualmente de drogas ilegales, como la heroína y la cocaína, con lo cual contribuyen a la turbulencia global.


             

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La que se firmó es una paz negativa, porque el acallamiento de las armas le pone fin solo a la violencia explícita, a la sangrienta. y la paz positiva es la que genera justicia social, equidad.

 


A propósito, de acuerdo con el profesor Cante, es necesario repensar el tipo de relación de vasallaje que Colombia mantiene con Estados Unidos. “Mientras ese país siga observando ese comportamiento en extremo consumista, y adicionalmente fabricando y vendiendo armas, no se detendrá la perturbación aguda en diferentes regiones del mundo y, por el contrario, se acentuará”, afirma.

En tal sentido, hay un defecto en el índice de paz global, porque ni Estados Unidos ni la Unión Europea aparecen entre los más “violentos”, a pesar de incidir ampliamente en los países que sí lo son.
 

 

 


El profesor Cante dicta en la Universidad del Rosario la cátedra de Acción Política no Violenta, que es una acción confrontacional no destructiva y distante de la resistencia pasiva. Se trata de impactar emocionalmente a la gente, agredirla, pero no físicamente, utilizando mensajes crudos y sin adornos, que la conmuevan e inciten a cambiar de actitud respecto de las injusticias sociales.

La paz no es una utopía. “Es posible lograr una acción colectiva virtuosa, con la cooperación social voluntaria (caracterizada por la fraternidad y la solidaridad) si un comportamiento cooperativo (altruismo y reciprocidad) se realiza por todos o por la mayoría de individuos que tienen objetivos comunes (por ejemplo, el rechazo de la guerra y la preservación de la naturaleza)”, afirma Fredy Cante.