Música como instrumentode resistencia
En Colombia hay regiones geográficas que tienen ciertas afinidades con los paramilitares, particularmente donde han tenido presencia.
Es fácil identificar qué zonas del territorio nacional son dominadas por cada uno de los grupos ilegales.
Las canciones marcan una territorialidad y no dejan que el guerrillero entre en ese territorio. Coartan a la población que se identifica con ellas, así la música se convierte en un instrumento de resistencia frente a otras ideologías, es decir, que dependiendo de la música que se escuche en la región, se evidencia la afinidad de la población hacia uno u otro grupo.
Igual que en las producciones de la guerrilla, los intérpretes son músicos que hacen parte de la organización, pero también hay bandas de corridos que simplemente cuentan esas historias, como pasa con los narcocorridos.
Estas piezas musicales son la radiografía de una ideología cultural y, aunque las estructuras políticas de los paramilitares han cambiado, los mensajes y el arraigo siguen siendo los mismos. Al respecto, los investigadores argumentaron que es posible que los discursos no hayan variado mucho: “Uno puede haberlos escuchado hace 15 años u hoy, y es prácticamente igual. Se configura toda una estética del paramilitar, de su estilo de vida, de qué ha hecho, da cuenta de todas las mujeres que tiene y que es el más aguerrido”, afirman.
El modelo de estudio analizó variables como actores, acciones, tipos de armas, palabras más usadas y frecuencia, lo cual les permitió encontrar que más del 90% de las acciones mencionadas son de guerra y el 1,2% son acciones de paz. Lo anterior tiene un mensaje contradictorio pues, en palabras del investigador, se presentan como salvadores, pero realizan acciones belicosas, sangrientas y violentas. “El mensaje es: ‘Voy a acabar la guerra, pero porque voy a matar a todos’; de ahí la importancia del contexto. Eso nos permitió concluir que, según el discurso, vemos cómo iluminan la vida de un grupo mientras vilipendian la de sus oponentes”.
“En una nación polarizada y que necesita reconciliación, estas producciones musicales no hacen nada para ayudar a tales objetivos”, enfatiza Barbosa, pues los discursos mesiánicos y de violencia no han desaparecido, las producciones musicales siguen a la orden del día.