La honda huella de Mutis
José Celestino Mutis tuvo un gran impacto en la provincial y aislada sociedad santafereña porque, además de ordenarse como sacerdote, incursionó en la minería, la botánica, la salubridad pública, la astronomía, la cosmografía, la pintura, la lingüística y hasta en artes menores como la destilación del ron y que dejó la única obra científica acabada llamada El Arcano de la Quina, que publicó el Papel Periódico de Santafé, dirigido por el cubano Manuel del Socorro Rodríguez.
La honda huella de Mutis, por su multifacética actividad y su capacidad de divulgación de las ideas de la Ilustración, sin duda marcó a sus discípulos en el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario (hoy Universidad del Rosario) y promovió un movimiento intelectual que dividió a los granadinos cultos entre peripatéticos y novatores, una de las tantas dicotomías que han separado a los colombianos.
Por todo esto, no deja de ser significativo el cuestionamiento que un catedrático del Rosario hace en una glosa marginal a un libro de la Biblioteca Antigua de este Colegio Mayor que, editado en Venecia a finales del siglo xvi, corresponde a un comentario de Tomás de Aquino a los libros de física. Esta glosa reza así, según traducción que del original latino ha hecho nuestro erudito especialista del Archivo Histórico, don Jaime Restrepo Zapata**:
No puede determinarse con seguridad si estos comentarios deben quedar incluidos, estrictamente, bajo el juramento que han hecho los miembros de este Colegio de la Virgen del Rosario. Pues hoy a ningún filósofo puede hacérsele jurar la doctrina de un Maestro; no solo por los progresos de la ciencia, sino también porque ciertos escritos sobre la Naturaleza se desgastan con el tiempo y pierden vigencia. En el año del Señor de 1779.
Esta nota marginal refleja un profundo conflicto de conciencia y constituye, según el mismo traductor Restrepo, un canto a la libertad de pensamiento y a la independencia intelectual que no pueden estar sometidas a juramento de fidelidad.
Con este ejemplo, al cual pueden sumarse muchos más, se comprende que si bien en el Rosario, como en toda la Nueva Granada, no existió investigación durante la época colonial, y aun después, y casi hasta nuestros días, sí se sembró el germen de la verdadera curiosidad científica, de la duda metódica, del rechazo a los dogmas, de la búsqueda incansable de las causas naturales de los fenómenos naturales y, en fin, toda esa atmosfera intelectual propicia a la profundización en el conocimiento que implica replantearse las verdades heredadas y requiere un esfuerzo de objetividad para alcanzar la verdad.
Esa disposición a la experimentación, a la polémica, a la libre discusión hizo que algún rector describiera en el mármol esta institución como 'Casa de la verdad que hace libres', y que hoy define al Rosario como una Universidad de docencia que hace investigación mediante 5 doctorados, 48 grupos de investigación y el 55% de sus profesores con nivel de doctorado.
Esta realidad, para el Rosario y para Colombia, está muy lejos de ser óptima, pero dentro de las difíciles condiciones para la investigación que existen en el país, responde a un esfuerzo sostenido que parte de la propia concepción del fundador al crear el Claustro para “Ilustrar a la República”.
*Director de la Unidad de Patrimonio Cultural e Histórico de la Universidad del Rosario.
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