Una venerable institución centenaria, la Loeb Classical Library
04/03/2019 3:49:58 p. m.
Una venerable institución centenaria, la Loeb Classical Library contó desde el principio con la bienvenida de los entendidos. Virginia Woolf dejó su apreciación en The Times Literary Supplement, 1917, en estos términos:
La Biblioteca Loeb, con su original griego o latino en una página y su versión inglesa en la otra, llegó como un regalo de libertad... Con la publicación de esta Biblioteca, se reconoció la existencia del aficionado y, en gran medida, se le dio importancia... No se le ha prestado la suficiente atención a la dificultad del griego, tal vez principalmente porque las sirenas que nos atraen a estas peligrosas aguas son académicos [que] han olvidado... cuáles son esas dificultades. Mas, para el aficionado común, son muy reales y muy grandes, y haremos bien en reconocer el hecho y en resignarnos a que nunca seremos independientes de nuestra Loeb.
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Verdes y rojos, los volúmenes de la Loeb recogen lo mejor de las literaturas griega y romana. |
La Biblioteca Loeb viene cumpliendo, desde entonces, la misión de abrirles las puertas de las literaturas griega y latina a los aficionados a las lenguas clásicas. Acercamiento que hoy sigue siendo posible con la colección que existe en el Archivo Histórico de la Universidad del Rosario.
La Biblioteca Loeb cristaliza cuando James Loeb, banquero con formación clásica de Harvard, al fin encuentra un editor, William Heinemann, y unido a un comité editorial compuesto por los filólogos Page, Rouse, Capps y otros (et alii, vale decir) organiza la publicación de lo más importante de las literaturas clásicas griega y latina, con su correspondiente versión inglesa, en ediciones que cabían “en el bolsillo de un caballero”.
En 1912, salieron los primeros veinte volúmenes de la colección; durante la Guerra se publicaron 54 y, a la muerte del fundador en 1933, la empresa pasó a su alma mater, Harvard, con lo cual la edición pasó a las prensas universitarias. La circulación se complicó mucho durante la Segunda Guerra Mundial e, incluso, un submarino alemán hundió un barco con más de nueve mil volúmenes y otros se destruyeron en los bombardeos sobre Gran Bretaña.
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