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Algoritmos: ¿El nuevo reto del Derecho?

By: Paula Andrea Grisales Naranjo | Octubre 2019

En Colombia se aplica cabalmente el dicho que dice que ‘la justicia cojea, pero llega’. Y ‘cojea’ porque, por múltiples motivos

Recientes desarrollos en inteligencia artificial interpelan al mundo del derecho en diferentes países y Colombia no es la excepción. Mediante una iniciativa de la Universidad del Rosario, la Universidad de Buenos Aires y la Corte Constitucional se hizo en enero 2019 una prueba piloto para aplicar tecnología de IA en la resolución de tutelas en salud.

En Colombia se aplica cabalmente el dicho que dice que ‘la justicia cojea, pero llega’. Y ‘cojea’ porque, por múltiples motivos, nuestro sistema judicial está congestionado. Recientemente, la presidenta de la Corte Constitucional, Gloria Estela Ortiz, dio el siguiente dato: entre 2015 y 2019, en promedio, por cada año se están presentando 610.000 acciones de tutela en el país, esto significa que más o menos se interponen unas 1.670 tutelas diarias, muchas en torno al derecho a la salud.

Siendo el Derecho un área donde priman los dilemas éticos, diferentes perspectivas sobre un hecho, la discusión y las subjetividades, en suma, prima ‘lo humano ¿tiene la inteligencia artificial (IA) cabida para ayudar a descongestionar nuestro sistema judicial? Sí. Así lo afirma el abogado y profesor de la Universidad del Rosario, Grenfieth Sierra Cadena, quien señala que los nuevos abogados del país deben estar mucho más preparados para interactuar con la tecnología, los algoritmos, las matemáticas y, en general, el lenguaje de la programación.

Sierra, ex director y miembro del grupo de investigación en Derecho Público, lidera el proyecto: ‘Ciudades inteligentes y derecho público’, que promete repensar la manera en que se resuelven las tutelas en el país. “El derecho se pensaba alejado de las tecnologías; sin embargo, la Big Data, el blockchain, la IA y el machine learning están transformando de formas disruptivas el Derecho”, dice el académico.

Dentro de su grupo de investigación, el profesor Sierra viene generando una serie de reflexiones en torno a los usos de estas tecnologías y su impacto en el Derecho. Para este abogado: “El principal reto no es el desarrollo de la tecnología, porque ya está ahí, sino un cambio de paradigma de cómo el operador jurídico debe asumirla en su labor diaria conduciendo a su aprovechamiento, sin perder de vista el establecimiento de límites éticos, jurídicos y democráticos”.

Y continúa: “El reto es formar una nueva generación de abogados, una especie de cyborg, una simbiosis entre jurista e ingeniero y matemático. Los nuevos abogados deben tener la capacidad de hacer análisis jurídico de fondo con criterios sólidos, humanistas, objetivos, constitucionales, con toda la dogmática jurídica. Pero, al mismo tiempo, deben tener la capacidad de entender la construcción de la programación, de las arquitecturas informáticas y algorítmicas”, señala el profesor Grenfieth Sierra.

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El caso de ‘Prometea’

En su reto por combinar el derecho con la ingeniería de sistemas, Sierra entró en contacto con el Laboratorio de Innovación e Inteligencia Artificial de la Universidad de Buenos Aires en 2018, liderado por el abogado Juan Corvalán. Allí se había hecho un desarrollo que, en 2017, era el primer sistema predictivo aplicado en América Latina que lograba resolver casos en la justicia a partir de datos históricos.  Este desarrollo de IA se llama Prometea.
“Los ingenieros no se van a ocupar de nuestros problemas de Derecho, porque tienen otros problemas. Si nosotros no nos ocupamos de nuestros problemas, ¿quién lo hará? Por eso formamos un equipo multidisciplinario con cuatro programadores de IA que trabajan específicamente en problemas legales”, señala Corvalán sobre la investigación que viene realizando en su laboratorio en Argentina. Él mismo, podría decirse, es un ciber-jurista, pues además de ser abogado, realizó varios cursos sobre IA, en el MIT.

A través de una alianza interinstitucional, en 2018, Sierra y Corvalán iniciaron en Colombia un ‘experimento’ que involucró a la presidencia de la Corte Constitucional. Consistió en experimentar inteligencia artificial con 2.000 tutelas llegadas a esta entidad, relacionadas con temas de salud. “Con Prometea la eficacia de la Corte mejora en un 900% con respecto a la gestión de tutelas y, prácticamente, se podría responder en tiempo real a las solicitudes”, comenta Sierra. 
Es así como Prometea augura mejorar el sistema de selección en la Corte. El sistema fue puesto a prueba durante un día y se comprobó que la lectura de 2.000 tutelas tardó menos de 2 minutos, de las cuales identificó 32 casos prioritarios. Los criterios de gravedad para detectar estos casos fueron construidos con magistrados auxiliares. Además, se tuvieron en cuenta estudios de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre las enfermedades con mayor mortalidad en Latinoamérica e indicadores del Ministerio de Salud de Colombia, en especial en lo relacionado con enfermedades huérfanas. 

Sierra señala que este ejercicio que a Prometea le tardó 2 minutos, a una persona podría tomarle 96 días hábiles. De manera que trabajar con este sistema de forma permanente significaría para los jueces disponer de más tiempo para analizar, proyectar sus investigaciones y tomar decisiones con información más objetiva y completa.  Además de leer las tutelas y extraer los casos prioritarios, el sistema también elaboró documentos e informes pormenorizados y estadísticos. Logró hacer 14 documentos en 16 minutos; una labor que a una persona le tomaría 40 minutos de trabajo.
 
Ante esta avasalladora rapidez en la ejecución de tareas, la pregunta que surge es: ¿Esta tecnología de IA va a reemplazar a los abogados? La respuesta que da Sierra es un tajante “no” y explica: “La tecnología lo que busca es minimizar los tiempos dedicados a estas tareas y poner a disposición del juez toda la información, de modo que pueda enfocarse en analizar mejor el material a la hora de tomar su decisión. Estos cambios no modifican la decisión del juez, lo que hacen es apoyarlo”.

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¿En qué consiste la magia?

En cuanto al entrenamiento del sistema para lograr estos resultados, Corvalán comenta que la IA no aprende reglas gramaticales, como lo haría un humano. No interpreta nada. Obtiene su ‘aprendizaje’ de las sentencias: lee miles de ellas y encuentra patrones establecidos por los programadores, explica.
 
Esto nos lleva a la pregunta: ¿Qué es la IA? El investigador argentino señala que pese a que no hay consenso sobre este aspecto, básicamente lo que ocurre es lo siguiente: “Tomamos una tarea humana específica, le enseñamos a la máquina que la realice sin intervención humana, de manera que pueda llevarla a cabo en 2 segundos, mientras al humano le toma días, horas o minutos. Se dice que es inteligente porque emula el proceso inteligente humano, aunque no es el mismo tipo de inteligencia, porque no es biológico”.

Frente a estos avances de la tecnología, Grenfieth Sierra lleva la discusión al campo de los límites éticos. Si bien hay un desarrollo tecnológico que, unido al Derecho, bien manejado puede apoyar las labores y lograr que se descongestione el sistema, el reto es mucho más grande. Consiste en no perder de vista los límites éticos y democráticos que le ponemos a estas herramientas.
 
“El jurista tiene que empaparse de la tecnología para identificar dónde puede volverse violatoria de derechos o no garantizar derechos como debería garantizarlos”, recalca Sierra. En esa medida el operador jurídico no puede saber solo de Derecho, tiene que conocer el lenguaje informático, saber de arquitecturas informáticas, cómo la máquina desarrolla sistemas de predictibilidad y cómo clasifica.
 
De fondo, a la par con lo tecnológico viene un enorme desafío cultural. Sierra lo anticipa de la siguiente manera: “Ese desafío es cómo las máquinas tienen que entrar en un proceso de ‘humanización’ para no reemplazar al hombre. En este punto el debate ético, moral, jurídico, filosófico tiene que tomar la vanguardia. Aquí entra el valor de la cultura, del humanismo, donde lo importante no es solo el ‘eficientismo’. Debemos volver sobre ciertas preguntas, como qué es lo humano, qué es la incertidumbre, qué son los sentimientos, qué son los valores de lo social, qué es la libertad de expresión y qué es la dignidad humana”.

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