1. ¿Quién se encarga de la diplomacia cultural en Colombia?
Esta política está en manos del Ministerio de Relaciones Exteriores, y particularmente, de la Dirección de Asuntos Culturales que según esa cartera se encarga del "desarrollo e implementación de las acciones en materia de diplomacia cultural, educativa y deportiva". Vale señalar, que esto consiste en facilitar la exposición internacional de aquellas personas que enaltecen la cultura del país, y con ello contribuyen a la imagen positiva de Colombia en el exterior.
2. ¿El país está cerca de convertirse una potencia regional?
Aunque Colombia tiene el potencial para transformarse en un actor de peso regional e internacional, el país carece de la capacidad efectiva de influencia global como para acceder a tal estatus. En los últimos años, se ha emprendido una estrategia agresiva para darle visibilidad al país. Esto ha tenido efectos positivos en la transformación de la imagen en el plano global. Sin embargo, Colombia no forma parte de las grandes discusiones que afectan el curso del sistema internacional, como el dossier nuclear iraní, los diálogos de paz entre Israel y Palestina, las sanciones contra Corea del Norte, la intervención militar en Libia y Siria, o la guerra global contra el terrorismo.
3. ¿Cómo están las relaciones entre Colombia y Turquía?
Colombia y Turquía son socios estratégicos, lo que se puede apreciar por las negociaciones que deben conducir a la firma de una Tratado de Libre Comercio, y por los intereses en común que ambos tienen como economías emergentes. No obstante, la agenda exterior colombiana sigue estando concentrada en los vecinos inmediatos y en Estados Unidos. Este sesgo ha impedido una política sostenida en el tiempo de acercamiento a otros continentes.
4. ¿Qué impedimentos enfrenta Colombia para dotarse de una estrategia de poder blando y diplomacia cultural?
Como cualquier Estado en desarrollo, Colombia se enfrenta a la falta de una política exterior de Estado que se mantenga en el tiempo, y que no cambie al compás de los mandatos presidenciales. A su vez, la diplomacia colombiana tiene un defecto mayor: la dependencia marcada de la proyección internacional en la figura del presidente, sin que los órganos asesores funcionen a cabalidad. Todo ello influye para que no exista una consciencia sobre la importancia del poder blando y la diplomacia cultural como insumos de la política exterior. El presidencialismo marcado en la política exterior obstruye las posibilidades de contemplar nuevas formas de proyección exterior.