Universidad Ciencia y Desarrollo
ESCUELA INTERCULTURAL DE DIPLOMACIA INDÍGENA
Nuevos espacios de construcción colectiva
Una comunidad es el eje en donde se articulan los procesos educativos. Sin los procesos de enseñanza adecuados, cualquier comunidad estaría destinada a desaparecer, es gracias a su legado que aprendemos todo lo necesario para la vida.
La educación intercultural es reconocida como un tema importante desde la Constitución de 1991, pero solo ha sido abordada desde los niveles de primaria y secundaria por parte de los grupos indígenas que han construido sistemas de educación propia y, aunque los procesos se han consolidado en las últimas décadas, la ruptura se presenta cuando los estudiantes buscan acceder a la educación superior. “Cuando un indígena quiere estudiar una carrera debe hacerlo como cualquier otro estudiante y adaptare a los lineamientos tradicionales de las mismas, las universidades no habían tomado en serio la idea de multiculturalismo, en crear programas y cambiar modelos, es así como el reto está en cambiar la educación e incorporar la dimensión multicultural, entender que son estudiantes que vienen de comunidades y procesos culturales y educativos particulares”, expresó el docente e investigador de la Escuela de Ciencias Humanas, PhD Bastien Bosa.
Planteamiento que se complementa con el realizado por el antropólogo Rodrigo Alonso Barraza García en su artículo “La Escuela Intercultural de Diplomacia Indígena: academia, posdesarrollo y diálogo de saberes”, donde enfatiza que la labor de la academia consistiría en la construcción de “modernidades alternativas” capaces de liberar a la universidad de sus ataduras neoliberales y reorientar el saber desde lógicas distintas —incluso contrapuestas— a la utilidad productiva.
Formación de sucesores
Barraza García evidencia cómo desde la conformación del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) en 1971 y de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC) en el año de 1982, los pueblos indígenas colombianos se han posicionado como un actor político, capaz de incidir en la agenda política del Estado, teniendo entre sus principales demandas la búsqueda del reconocimiento jurídico de sus territorios ancestrales —como vía para asegurar su reproducción económica, social y cultural— y la construcción concertada de mecanismos institucionales que les permitan fortalecer procesos autonómicos.
Con el fin de tener una mejor representación de sus pueblos en el debate con el gobierno nacional y garantizar la permanencia de la cultura, los líderes indígenas están capacitando a sus sucesores según las necesidades de sus comunidades frente al desarrollo de la sociedad occidental; sin embargo, uno de los cuestionamientos que se hacen es ¿cómo garantizar que los procesos de engranaje de los jóvenes que terminan sus estudios sean efectivos y aporten a las dinámicas e intereses de sus comunidades? A esta situación, el representante del pueblo arhuaco y coordinador local de la EIDI, Álvaro Torres, manifiesta que es importante hacer un cambio y mantener un diálogo permanente entre comunidad y universidad, que garantice sus derechos, bienestar y participación.
“Es así como, ante las necesidades de los pueblos indígenas y el interés investigativo y participativo de la universidad en los currículos, los proyectos de investigación y cualquier acción o programa son construidos colectivamente con las organizaciones indígenas; a partir de este proceso hemos salido, literalmente, del Claustro de la Universidad del Rosario, llevando a los docentes hasta las comunidades para crear nuevos espacios de construcción colectiva del conocimiento en los territorios indígenas”, indicó la directora Ángela Santamaría.
¿Por qué diplomacia?
Según subrayó Bosa: “Muchos de los líderes indígenas tenían que enfrentarse con medios internacionales pero sin tener la preparación y las herramientas para aprovechar esos espacios. Por esta razón, se trabaja en cómo desde la universidad se pueden brindar herramientas para facilitar el desempeño de los indígenas en varios espacios políticos pero especialmente los espacios internacionales, además de aprovechar todas las competencias de los profesores en función de una negociación con las comunidades para líderes, mujeres o grupos que quisieran tener ese diálogo con la universidad”.
La Escuela Intercultural de Diplomacia Indígena (EIDI) es, pues, un espacio dinámico de formación de líderes y lideresas indígenas, así como un sólido semillero de investigación donde se examinan y se debaten temas relevantes para los pueblos indígenas. Ofrece jornadas de trabajo, asignaturas especializadas y diplomados interculturales con diferentes pueblos indígenas de Colombia. A través de ellos, los participantes adquieren herramientas técnicas y conceptuales que les permite entender y responder a las actuales problemáticas y desafíos que se les plantea en contextos locales, nacionales e internacionales.
Temas como la educación intercultural, la diplomacia indígena, la defensa de los derechos humanos, la participación política y la memoria, entre otros, dan cuenta de la complejidad de la (re) significación identitaria y diversas herramientas emancipatorias (discursos, movilización de recursos, repertorios, alianzas, campañas, etc.) instrumentalizadas por las comunidades, las organizaciones y sus líderes.
Las principales áreas de formación son las siguientes:
1. Formación jurídica: incluye temas relacionados con derecho constitucional, conflictos medioambientales, consulta previa, justicia transicional, entre otros.
2. Formación política: aborda las nociones de Estado, democracia, soberanía territorial y alimentaria, políticas públicas, iniciativas legislativas, movimientos sociales, diplomacia indígena, acción colectiva, participación política y memoria histórica.
3. Formación económica: expone las distintas visiones de desarrollo económico, desarrollo propio y sustentable, y elaboración del marco lógico de proyectos.
4. Formación internacional: expone las nociones de sistema internacional, cooperación internacional, espacios de participación en las Naciones Unidas y redes transnacionales.
La Escuela cuenta con un equipo profesoral mixto compuesto por siete profesores indígenas: Dunen Muelas, Norey Quigua, Neila Cuespud, Iaku Sigindoy, Ati Quigua, Geremías Torres, Álvaro Torres, Luz Elena Izquierdo, Carol González y Norey Quigua y un grupo base de aproximadamente 10 profesores, el cual varía según las necesidades de las comunidades. En este proceso también participan facultades como las de Relaciones Internacionales, Ciencia Política, Jurisprudencia, la Escuela de Ciencias Humanas y el Instituto de Acción Social (SERES) de la universidad, así como dos programas doctorales que apoyan la docencia e investigación colaborativa.
Proyecto educativo en construcción, deconstrucción y reconstrucción
La EIDI comenzó su proyecto educativo a través de la figura de los Diplomados Interculturales. Esta figura ha sido usada por la educación formal, como un instrumento para la actualización profesional. La figura tiene varias características importantes: 1. No exige que el diplomando tenga título universitario. 2. Se trata de un proceso educativo temático, pero no disciplinar, lo que ofrece flexibilidad en el momento de la construcción de la malla curricular. 3. Posee un valor simbólico especial para los participantes, el cual es un importante incentivo para la participación y el cumplimiento de los planes de trabajo. En la Universidad del Rosario, la Dirección de Extensión y la de Educación Continuada, han flexibilizado mucho el proceso, lo que ha hecho que la institución gane en términos de una gestión universitaria más abierta a la diversidad étnica y cultural.
El enfoque metodológico utilizado en el marco de los diplomados es flexible: profesores y participantes tienen total autonomía para planear el desarrollo de sus temas. Para promover la educación y comunicación intercultural así como el diálogo de saberes, Aníbal Quijano propone el concepto de colonialidad del saber, al resaltar que dicho intercambio cultural ha sido históricamente marcado por una jerarquización del conocimiento, a través de una epistemología atravesada por el poder colonial. Dicha “colonialidad del saber” se encuentra construida a partir de un proceso de jerarquización y clasificación universal de los conocimientos, señalando unos como verdaderos, y otros como inferiores y silenciados. En la EIDI quieren trascender esta forma de producción del conocimiento.
Siguiendo el enfoque de la Educación Popular, desarrollado por Paulo Freire, se ha buscado evolucionar con respecto a la educación sistemática, a los procesos educativos y al diálogo intercultural en el que todos nos educamos en comunidad. Como puede vislumbrarse, el reto para un grupo de profesores universitarios no es sencillo. Al aceptar que se dirige a un encuentro vital, con personas que más que educandos son pares y autoridades espirituales, que tienen mucho que compartir y enseñar, se genera una experiencia única.
La experiencia constituye un reto para la mayoría de los profesores pues, en un inicio, pueden sentir que “sus títulos”, al menos en territorio, frente a realidades concretas, “no sirven para nada”. Sin embargo, este choque surge porque aunque allí también se les mide por sus conocimientos, estos deben ser útiles, pertinentes, adaptados a la realidad, y no un conocimiento teórico y/o programático universalista que no tiene en cuenta a los hombres, mujeres, niños y niñas indígenas.
Conscientes de que existen diferencias en términos de las posiciones sociales ocupadas en el campo social de la comunidad, los procesos educativos interculturales de la Escuela, deben guiarse por: 1. La deconstrucción de la oposición educador-educando; 2. La consolidación de un modelo pedagógico liberador y la creación de una conciencia crítica; 3. El diálogo como base de todo el proceso; 4. La emergencia de temas generadores.
(Re) territorializando la educación intercultural
El proyecto de la EIDI ha buscado desde sus inicios centrarse en reflexionar colectivamente sobre el territorio, los actores y escenarios en donde se desarrolla la experiencia con, y desde los participantes.
Uno de los autores más reconocidos en la región en el tema de los derechos humanos de los pueblos indígenas, B. de Sousa Santos, propone al respecto una “ecología de saberes”. Dicho proceso implica que ningún conocimiento se “enclaustre” en el ámbito académico, por el contrario, debe avanzar en la construcción de nuevos espacios de diálogo y discusión. En este sentido, una de las fortalezas del proyecto de la EIDI es que el grupo de profesores de la universidad se desplaza a los territorios indígenas, en un ejercicio de intercambio de saberes y de acercamiento cultural.
Un ejemplo de estás dinámicas lo proporciona el caso del Sibundoy, en el departamento del Putumayo, donde se ha tejido una relación histórica entre educadores-educandos permeada por las huellas de las misiones evangelizadoras. Se observa, entonces, que educación propia se ha venido fortaleciendo a través de las últimas décadas, pese a que la ruptura de la trayectoria escolar usualmente se dé en el momento al acceso a la educación superior. Las universidades de las regiones no trabajan en territorio indígena, tampoco se interesan en acercar sus currículos, sus profesores y su modelo pedagógico a las exigencias y necesidades de una educación intercultural con equidad. Los miembros de la EIDI piensan que es precisamente en estas zonas de tensión entre estas distintas perspectivas y problemáticas, donde aparecen vetas para pensar procesos emergentes de reproducción de relaciones de dominación, pero también de rupturas, resquebrajamiento del poder colonial, y para pensar en líneas de acción al interior de las comunidades indígena/académica, y fuera de ellas.