Universidad Ciencia y Desarrollo
Colombia: en transición hacia una renovada cultura organizacional
Competencias para el siglo XXI
Las nuevas realidades sociales que se van imponiendo exigen nuevas competencias en un mundo cambiante. Una de ellas es la competencia intercultural, que consiste en entender una cultura diferente a la propia sin juzgarla. Es una competencia de empatía, explica la profesora Contreras, y nos recuerda que fenómenos como la globalización impactan de forma decisiva a las organizaciones y por lo tanto al liderazgo que debe adaptar nuevas habilidades al quehacer del líder y actualizar otras tradicionales, entre estas una de las más importante de todas, destaca Contreras: la comunicación.
La comunicación es una de las habilidades esenciales del liderazgo. Pero una comunicación auténtica, efectiva, resalta la doctora Contreras. Una en la que se reconozca genuinamente la humanidad del otro, sus necesidades y sus potencialidades para la plena satisfacción de sus dimensiones productiva y laboral. Ahora bien, para alcanzar este tipo de comunicación no Competencias para el siglo XXI hay receta. Como dice la investigadora, no existe fórmula, se trata de auto-observación con el fin de generar un cambio verdadero en el líder que se manifieste en comportamientos sociales a través de los cuales, por ejemplo, se le dé la importancia que el colaborador se merece.
Este cambio de paradigma viene avalado por diversas corrientes de la piscología organizacional como las llamadas organizaciones saludables, o la psicología organizacional positiva. En estas se enfatiza en el estudio de las cualidades positivas del individuo en la organización, más que en sus defectos o en los aspectos negativos de su conducta. Al plantear la cuestión de esta manera, el énfasis se pone en la valoración positiva de los aportes del trabajador, y en potenciar sus capacidades, antes que concentrarse en sus fallas. De esta forma, la productividad de una empresa, por ejemplo, también mejora, gracias a un empleado valorado y satisfecho con lo que hace para una organización que considera, de alguna manera, suya.
El poder que detenta el líder “como factor inherente al ejercicio del liderazgo, es un elemento vital para lograr la movilización de la organización hacia ciertos estadios adaptativos, lo cual implica que este sea capaz de inuir sobre el logro de las metas organizacionales a través de la promoción de la diversidad y la satisfacción de las expectativas individuales y colectivas que se suscitan en el sistema”.
Asimismo, el siglo XXI parece ser el siglo de la búsqueda de la felicidad en las organizaciones. Y aunque en principio el tema parezca baladí, para la doctora Contreras el tema es bien serio y se le puede asociar con diversas disciplinas que van desde las neurociencias El poder que detenta el líder “como factor inherente al ejercicio del liderazgo, es un elemento vital para lograr la movilización de la organización hacia ciertos estadios adaptativos, lo cual implica que este sea capaz de inuir sobre el logro de las metas organizacionales a través de la promoción de la diversidad y la satisfacción de las expectativas individuales y colectivas que se suscitan en el sistema”hasta la economía. De hecho existen cursos en Universidades como Harvard sobre la ciencia de la felicidad, y países como Bután han propuesto índices de medida de felicidad. En términos organizacionales, felicidad quiere decir capital psicológico: bienestar y búsqueda de plenitud en el lugar de trabajo gracias a la gestión de un líder transformacional que ha construido comunicación auténtica con su equipo, además de reconocer al colaborador como un ser humano que merece ese bienestar que se le brinda, y que este reconoce y retribuye con calidad en su labor.
Ahora bien, esta sinergia cooperativa y recíproca construida entre líder y colaborador está necesariamente mediada por el poder. Poder que detenta el líder pero que “como factor inherente al ejercicio del liderazgo, es un elemento vital para lograr la movilización de la organización hacia ciertos estadios adaptativos, lo cual implica que este sea capaz de influir sobre el logro de las metas organizacionales a través de la promoción de la diversidad y la satisfacción de las expectativas individuales y colectivas que se suscitan en el sistema”, afirma Contreras en un artículo titulado “Liderazgo, poder y movilización organizacional”, firmado con el profesor Guido Castro.
En este mismo trabajo, los autores recuerdan que el liderazgo y su capacidad de influir sobre otras personas, es decir el poder que se acumula en la persona del líder, se construye a través de la interacción con los colaboradores y que si se espera que el uso de este poder incremente la riqueza organizacional, este poder debe ser distribuido, y no, como solía suceder en las organizaciones más rígidas y refractarias al cambio, concentrarse en una cabeza que impone un camino para que el resto de colaboradores le sigan.