1. ¿Cómo nos comportamos a la hora de donar?
Las donaciones caritativas son actividades económicas de impacto mundial que toman más fuerza cada día, al punto que hay literatura que asegura que en el 2015 un tercio de la población mundial ha dado dinero a la caridad.
Como referente, en el año 2014 los estadounidenses dieron 358 mil millones de dólares (2,1% del PIB) y aunque en Colombia no hay datos específicos, lo cierto es que poco se sabe sobre la materia en los países en desarrollo.
De ahí que los ejercicios de economía experimental en este sentido resulten fascinantes, bien sean para corroborar o contradecir planteamientos o para aportar nuevas luces encaminadas a mirar la relación existente entre ingresos, riqueza y donaciones.
En este artículo haremos referencia a uno de ellos, titulado “Donaciones caritativas y nivel socioeconómico, evidencia experimental en Bogotá”, nombre del ejercicio realizado por Mariana Blanco, profesora de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario y por Patricio S. Dalton, de la Universidad de Tilburg (Países Bajos).
El comportamiento de la muestra de estudiantes universitarios que participaron en este ejercicio de donaciones para una Organización No Gubernamental (ONG), sugiere que sin importar en que estrato resida el participante, todos donan en promedio la misma proporción de sus ingresos.
“Estos ejercicios están orientados a observar el comportamiento de los agentes en aspectos en los que en la vida real no es posible hacerlo o resultaría muy costoso. En general, nuestros experimentos se hacen para ver si la gente se interesa por otros o no, tanto desde el punto de vista positivo, es decir porque le gusta ayudar, o de manera negativa, ya que en otros momentos también les hemos dado la oportunidad a los participantes de quitarle dinero a otros y la gran mayoría decide hacerlo. Cabe aclarar que en estos casos no mencionamos que esa opción está mal.
“En el ejercicio que nos atañe, lo que hicimos fue reunir a un número de estudiantes en un ambiente controlado, les proporcionamos información sobre la ONG a la cuál podían donar y les dimos un monto de dinero para que ellos decidieran cuanto donar y cuanto llevarse a su casa. Lo importante en los experimentos en economía es que las decisiones de los participantes afecten su bolsillo”, explicó la profesora Mariana Blanco.
Vale la pena resaltar que en aras de la rigurosidad fue necesario hacer un segundo estudio, dado que en el primer ejercicio la conclusión fue que los estratos altos donaban más. Sin embargo, los autores identificaron que ese resultado se daba por un problema de diseño de la propuesta.
En el primer estudio, a todos los participantes se les daba 20 mil pesos, y los participantes decidían cuánto de esos 20 mil pesos donar y cuanto quedarse para sí. Pero mientras que 20 mil pesos representa el gasto diario de una persona que vive en un hogar estrato 2 donde hay al menos un estudiante en una universidad privada, ese mismo monto de dinero representa sólo un tercio del equivalente para una persona que reside en estrato 6. Es decir que para un estudiante que reside en un hogar estrato 2, 20 mil pesos representa más que para un par que reside en estrato 6.
En el segundo estudio, todos los participantes recibieron tres montos de dinero diferentes, 20 mil, 36 mil y 50 mil. Cada participante decidió cuánto donar en cada uno de los tres casos, aunque solamente se implementó una de las tres decisiones, elegida al azar al final del experimento. En el caso del estudio 2, los resultados sugieren que tomando en cuenta el monto de dinero relevante para cada estrato (20 mil para el estrato 2, 36 mil para los estratos 3 y 4 y 50 mil para los estratos 5 y 6), no importa en qué estrato resida el participante del experimento, en promedio todos deciden donar el 30% del dinero recibido.
En conclusión, si vemos que las personas de altos ingresos donan más es porque tienen más dinero para hacerlo, pero las preferencias sobre qué proporción del dinero recibido donar son muy similares, independientemente del estrato en el que resida el participante.
En otras palabras, no es que las personas de ingresos altos donen más, sino que según el nivel de ingreso las personas de todos los estratos donan la misma proporción, como se verá en detalle más adelante.
No es que las personas de ingresos altos donen más, sino que según el nivel de ingreso las personas de todos los estratos donan la misma proporción.
El supuesto que no siempre se cumple
Muchos modelos económicos que se usan y enseñan a los estudiantes en la actualidad suponen que los agentes o quienes toman las decisiones solo se interesan por su propio bienestar y no por el de otras personas. Sin embargo, este tipo de ejercicios demuestran que lo anterior no siempre se cumple.
- Hay gente que se comporta todo el tiempo de manera egocéntrica. Solo se interesa por su propio bienestar y no piensa en el prójimo.
- Hay gente que se interesa por el prójimo.
- Y hay gente que a veces se interesa por otros y a veces no.
Aunque es más fácil hacer modelos en economía suponiendo que todos los agentes se comportan de manera egocéntrica, la evidencia generada en experimentos de economía, como los que se realizan en el laboratorio de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, sugiere que se amplíen las posibilidades y que el espectro de modelos contemplen esas alternativas.
2. Dos experimentos de economía hechos en el laboratorio
Aventurarse a concluir que independientemente del estrato socioeconómico todos los participantes donan la misma proporción de sus ingresos es producto de dos ejercicios experimentales diseñados minuciosamente. Aquí les contamos cómo se hicieron.
El punto de partida
Para saber si la gente está dispuesta a donar a una Organización No Gubernamental (ONG), hay tres maneras de hacerlo, indica Mariana Blanco, profesora de la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario y autora de la investigación que nos ocupa.
Una opción, que es muy costosa y casi imposible de realizar, sería persiguiendo durante un par de meses a los integrantes de la muestra, para observar las decisiones económicas diarias que toman y si algún día se les ocurre donar a una ONG.
Otra alternativa sería preguntar en una encuesta ¿usted dona habitualmente parte de sus ingresos a una ONG?, pero como no hay manera de chequear las respuestas y donar a una causa benéfica es algo bien visto socialmente, dicha información autorreportada tendría un sesgo.
La tercera forma sería a partir de las declaraciones impositivas, pero como donar a una ONG conlleva a una deducción de impuestos, es posible que los donantes terminen siendo las grandes empresas, más no los empleados. Es decir que se genera un sesgo porque el objetivo es mirar donaciones en los distintos estratos socioeconómicos.
Este es un elemento que vale la pena tener en cuenta y al que se suma otro a favor, como es el hecho de que en Colombia estén plenamente establecidos seis estratos, los cuales permiten de antemano tener una buena aproximación al nivel de ingresos y de gastos de las personas.
Si alguien viene de estrato 6 sabemos que tiene un nivel de ingreso y de gasto per cápita mucho más alto que alguien de estrato 2 o 3, y que no hay necesidad de hacerle una encuesta para saber su nivel de ingreso o gasto mensual aproximado.
Incluso la gente está acostumbrada a reportar habitualmente el estrato, a diferencia de otros países en los que no existe esta clasificación y si se les abordara a los estudiantes para indagar sobre cuánto ganan sus padres al mes o para pedirles esta clase de información, seguramente les resultaría chocante.
Usando esta información –continuó Mariana Blanco–, lo que hicimos fue traer gente al laboratorio y darles la oportunidad de donar, para observar su comportamiento.
Primer experimento
Número de participantes: 210 estudiantes pertenecientes a dos universidades privadas con sede en Bogotá (una con mayor concentración de estratos 3 y 4 y la otra con mayor concentración de estratos 5 y 6),109 mujeres (52%) y 101 hombres (48%).
Se convocó a los estudiantes a través de correo electrónico y los interesados en participar se inscribieron mediante formulario, indicando los horarios en los que podían acudir y otros datos como la carrera que cursan, semestre y estrato.
Como en general se inscriben más estudiantes de los que se pueden recibir en el laboratorio, paso a seguir se invitó a los inscritos teniendo en cuenta el orden de recibo de los formularios.
Una vez en el laboratorio, leyeron una carta de la ONG con la que se hizo el estudio, de manera que todos tuvieran la misma información del destino final de sus donaciones y recibieron el sobre para depositar la donación, previamente identificado con un punto de color (oculto en el interior del sobre) según el estrato, de manera que al revisar los sobres con las donaciones se pudiera identificar el estrato de residencia de la persona que había realizado esa donación.
Así, en la base de datos final, los autores no podían decir Pepito Pérez viene del estrato 3 y donó 10.000 pesos, pero sí que alguien de estrato 3 hizo esa donación.
“En este ejercicio, patrocinado por la Facultad de Economía de la Universidad del Rosario, a todos les dimos 20.000 pesos, lo cual genera un sesgo ya que posiblemente donarían menos si implicara sacar dinero de sus propios bolsillos. Sin embargo, es una opción perfectamente válida, porque más que las cantidades, lo que queríamos era observar el comportamiento diferencial por estratos”, enfatiza la profesora Blanco.
Puntualmente, se les entregaron 10 billetes de 2.000 pesos, 10 papelitos del tamaño de los billetes y dos sobres: uno marcado con la letra D de Donación y otro con la letra M de Mío (lo que la persona se guarda).
Luego se les pidió distribuir en los sobres los papeles y billetes como quisieran. La consigna era que tenía que haber 10 elementos en cada sobre, para que por el grosor del sobre nadie pudiera identificar si la persona donó o no. Esto con el fin de que la persona se sintiera libre y no tuviera la presión social de donar.
Luego se sellaron los sobres, los de las donaciones se depositaron en una urna y los participantes se llevaron los marcados con la letra M (Mío).
Al final se les dio una encuesta para garantizar las diferencias socioeconómicas, dado que el estrato es autorreportado. Se les preguntaron características demográficas y socioeconómicas del hogar: cómo están pagando sus estudios, bienes de la familia y otros datos, sin preguntar directamente ingresos.
Igualmente, se les preguntó si conocían la ONG, si habían donado alguna vez a ella, si fueron voluntarios en algún momento y si en su opinión la ONG realiza una buena obra o no, para identificar el sentimiento o conexión con dicha ONG.
Importante señalar que para mirar si el resultado es diferencial por universidad, el ejercicio académico contó con la participación de estudiantes de todos los estratos en las dos universidades.
Algunos resultados
- En general, el 97% de los asistentes declararon en la encuesta posterior que conocían la ONG.
- El 81% de los estudiantes universitarios dona siempre y el 19% no lo hace; el 4% dona todo.
- Conclusión general, en duda: los estudiantes de estratos altos donan más.
- Falla de diseño del ejercicio: no se tuvo en cuenta el gasto promedio per cápita diario por estrato.
Lo que se logró hacer fue traer gente al laboratorio y darles la oportunidad de donar, para observar su comportamiento.
Segundo experimento: el más preciso
Número de participantes: 166 estudiantes pertenecientes a las universidades del Rosario y de Los Andes (la primera con mayor concentración de estratos 3 y 4 y la segunda con mayor concentración de estratos 5 y 6),72 mujeres (43%) y 94 hombres (57%).
Como hemos mencionado, los autores de la investigación, Mariana Blanco, profesora de economía de la Universidad del Rosario y Patricio S. Dalton, de la Universidad de Tilburg, analizaron los resultados del primer experimento y al hacerlo se dieron cuenta que los 20.000 pesos representaban mucha más plata para un estudiante estrato 2 que para uno estrato 6.
Es decir que para un estrato 6 era más fácil desprenderse de esa plata que para un estrato 2 o, dicho de otra forma, 20.000 pesos representan el gasto diario de alguien estrato 2, pero solo representa el 30% del gasto de alguien estrato 6.
“Para subsanarlo, acudimos a la Encuesta Multipropósito 2014, que es representativa para Bogotá, de la que tomamos los datos de los hogares que declaran tener miembros de la familia estudiando en universidades privadas e hicimos los cálculos de gasto diario, resultante luego de restar los gastos fijos (medicina prepagada, servicios, educación), con el fin de aproximarnos a la plata de bolsillo, aquella con la que las personas se mueven en el día a día”, señaló Blanco.
Fue así como en este segundo estudio, similar al primero a diferencia de esta parte, les dieron tres montos de dinero distintos a cada participante, pidiéndoles decidir cuánto donar en cada caso (entregado en orden aleatorio):
Una vez cerrados los sobres, con un dado sortearon el monto de dinero que se les pagó a los participantes; a los que sacaron 1 o 2 les permitía llevarse el sobre donde habían guardado el dinero que querían quedarse para ellos del monto de $20.000 y ponían en una urna el sobre que tenía el dinero que querían donar correspondiente a ese monto; quienes sacaron 3 o 4 hicieron lo propio con el monto de $36.000 y quienes sacaron 5 o 6 con el monto de $50.000.
Y lo más importante: este ajuste en el diseño les permitió a los autores del estudio observar la proporción donada del monto promedio del gasto diario de una persona según su estrato de residencia.
Algunos resultados
- Para el monto de 20.000 pesos los estratos altos donan más que los estratos bajos.
- El 83% de los estudiantes universitarios dona siempre y el 7% no lo hace nunca; el 2% dona todo.
- El 93% de los estudiantes universitarios prefiere donar alguna vez.
- El 65% de los estudiantes universitarios dona más cuando más dinero tiene.
- El 12% de los estudiantes universitarios dona siempre lo mismo.
- El 4% de los estudiantes universitarios ha donado todo alguna vez.
- Conclusión general: todos los estratos tienen la misma inclinación a donar una proporción de sus ingresos.
3. Información útil para toma de decisiones de las ONG
Los resultados de los ejercicios experimentales realizados en la Universidad del Rosario les sirven especialmente a las ONG al momento de decidir en dónde focalizar sus campañas de recolección de fondos.
Estudios como los descritos aquí, hechos en laboratorio, en ambientes controlados, hay muchos y en ellos el promedio de dinero que se destina a donaciones es cercano al 20% de lo que se les entrega a los participantes.
Sin embargo, como expone la profesora de Economía de la Universidad del Rosario, Mariana Blanco, al utilizar el procedimiento de los sobres y los papeles ese porcentaje cae al 10%, porque si bien todas las decisiones del laboratorio son anónimas, en este ejercicio hay aún más anonimato ya que todos los sobres se mezclan en una urna y no hay forma de relacionar una donación específica con el donante.
Otro punto interesante es que cuando las donaciones no van a alguien que esté en la misma sala o laboratorio sino que se destinan a una ONG, la gente dona más.
Aunque no hay tantos estudios como se quisiera, la autora del estudio, quien tiene una maestría en Economía Política y un doctorado en Economía, agrega que los resultados son comparables con un ejercicio similar que se hizo en Texas (cerca al huracán Katrina) y en Minnesota (lejos de Katrina) con estudiantes universitarios de Estados Unidos, cuyo porcentaje promedio de donación fue 38,3%.
Lo cierto es que en términos de proporción, a las personas que toman las decisiones en las ONG les puede resultar de utilidad información como la siguiente:
- Un estudiante estrato 2 se inclina a donar la misma proporción de los ingresos que un estudiante estrato 6, aunque visto desde el punto de vista del monto de dinero, quizás le conviene más acercarse al estrato 6 que al 2.
- Es posible que sea difícil llegar al estrato 6. En ese caso, lo más acertado sería inclinarse por los estratos 4 y 5.
- Dependiendo la causa y variables como acceso, es posible que ahora lleve una campaña al estrato 2, ya que sabemos que sí dona, aunque quizás menos dinero, por obvias circunstancias.
En estudios como este el promedio de dinero que se destina a donaciones es cercano al 20% de lo que se les entrega a los participantes.
Origen de la investigación
“Esta idea surgió cuando trabajábamos en otro proyecto con Patricio S. Dalton (U. de Tilburg) y con Juan F. Vargas (U. Rosario) para el cual necesitábamos poner a parte de los participantes a hacer una tarea distinta y decidimos que lo mejor era sentarlos a depositar unas cartas con las que buscábamos donaciones para la caridad en sus respectivos sobres”, cuenta Mariana Blanco.
En este ejercicio previo enviaron las cartas por estrato y luego necesitaban saber de cuál de ellos provenía cada donación, para lo cual contactaron a varias ONG.
La idea era que en el sobre además de la carta les llegara un sobre prepagado para que los destinatarios pudieran ponerla en un buzón, pero por un lado en Colombia no existen los buzones y por otro, los correos no pueden trasladar valores, así que tuvieron que buscar una manera alternativa y efectiva de lograr la meta y así surgió la idea del estudio descrito, el cual tuvo como fin mirar cómo se comportan las personas según el estrato, a la hora de donar.
En aquella ocasión, la ONG elegida abrió seis cuentas bancarias distintas y adicionalmente tocaba pedirles a los destinatarios de las cartas que se acercaran a un punto a donar, para lo cual la empresa de giros les abrió códigos distintos.
“En síntesis, de ese primer ejercicio con énfasis académico experimental quedaron muchos aprendizajes y un resultado poco alentador: mandamos 5.000 cartas y recibimos tan solo 5 respuestas”, comentó la profesora Blanco sobre el antecedente de la investigación.
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