El hallazgo, descrito en la revista científica británica Nature, abrió la puerta a las preguntas que han rondado a la humanidad: ¿Estamos solos en el universo? ¿Si la Tierra agota su capacidad de resiliencia, tenemos opción de emigrar a otro lugar?
“Este hallazgo y la dimensión del universo, que nos hace habitantes en un sistema planetario periférico de una Vía Láctea (con aproximadamente 300 mil millones de estrellas, en algo similar a nuestro sol, en el marco de lo que la Universidad de Nottingham ha calculado en dos billones de galaxias), nos debe generar una profunda reflexión sobre la dimensión de lo cósmico y en particular sobre la trascendencia de nuestra humanidad en esa universalidad.
Esa comprensión tan profunda de lo que es el universo que nos rodea lleva a la necesidad de entenderlo, alcanzarlo, conquistarlo y claro está: regularlo”, asegura Juan Ramón Martínez Vargas, profesor de la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad del Rosario, director del Grupo de Investigación en Derecho Internacional de la misma institución y catedrático invita-do de universidades en América, Europa y Asia.
El profesor Martínez y su grupo de investigación (conformado por las estudiantes María José Vargas, Laura Quijano y Alejandra Soler, la abogada Daniela Almario, el profesor Jairo Becerra de la Universidad del Rosario y Macarena Domínguez de la Universidad de Barcelona) llevan año y medio revisando la normativa actual para el espacio ultraterrestre y los cuerpos celestes, con el fin de aportar a dicha tarea, a la par de otro grupo de trabajo que analiza el derecho aeronáutico en el marco del proyecto de investigación en derecho aeroespacial. Es así que han identificado vacíos normativos, analizado las discusiones contemporáneas en el tema y formulando alternativas que aporten al desarrollo del corpus iuris existente. Una labor que esperan terminar en un año y exponer en un libro.
La regulación actual es mínima porque se ha construido a partir de procesos de concertación entre potencias, que por un lado cuentan con la tecnología y los recursos para explorar e iniciar misiones al espacio ultraterrestre y, por otro, evitan la imposición de límites a su actuar.
Pero hoy esa realidad ha mutado, pues no solo los estados están haciendo grandes inversiones para explorar el cosmos, importantes multinacionales y grandes compañías del sector privado han tomado la delantera en esta carrera espacial, asegura el profesor Martínez.
Y agrega: “en el presente no tenemos herramientas sufi-cientes para dar respuesta a la indeterminada cantidad de litis que se presentarán porque solo contamos con un Tratado del Espacio de 1967, algo vago y general y un corpus iuris spatialis que lo complementa de forma anacrónica al atender a una realidad construida en la ficción de una sociedad imbuida en el miedo dirigido de la llamada Guerra Fría. Estamos convencidos de que se requiere construir figuras jurídicas que no solo atiendan a lo contemporáneo, sino que se atrevan a proyectar lo que sucederá en un futuro cercano, pensando en los efectos de lo que posiblemente acontecerá”.
Aumentarán las misiones espaciales
Se calcula que a partir de 2022 habrá un mayor desarrollo de las misiones espaciales debido a que se tendrán nuevos trans bordadores, telescopios que superen a ‘Hubble’ y en general otros desarrollos tecnológicos, los cuales permitirán estudiar con mayor precisión el universo y encontrar más galaxias, estrellas y planetas. Lograr hallazgos que ni siquiera imaginamos.
Adelantarse a esa situación es la propuesta del Grupo de Investigación en Derecho Internacional, por considerar que no se ha dimensionado lo que podría pasar.
"Volvamos al hallazgo de los planetas encontrados, que exobiológicamente pueden ser similares al nuestro, ¿el hombre podría pensar en apropiárselos? ¿Jurídicamente podría tener la propiedad en esos cuerpos celestes? Hoy, con la regulación existente, no puede hacerlo pues son res communis om-nium o cosa común a todos, pero es algo que se debe examinar porque el hombre tiene urgencia, para su supervivencia, de contar con acceso a otros planetas, pensar en su apropiación y utilización en beneficio de la humanidad, explica el investigador.
Precisamente, uno de los temas álgidos que ha estudiado el grupo de investigadores es la posibilidad de que el hombre se apropie del espacio ultraterrestre y de los cuerpos celestes, por considerar que tiene la obligación, la responsabilidad, de iniciar la colonización de otros planetas para garantizar la supervivencia de su especie.
“Nuestro planeta está llegando a un punto de no retorno y se encuentra a un par de centurias del colapso generado, ya sea por la explosión demográfica, la explotación indiscriminada de recursos, el acelerado cambio climático, la inminencia de pandemias, las guerras nucleares, los intolerables niveles de radiación solar o cualquier otro fenómeno que ponga en riesgo la vida del hombre en la Tierra. A estas alturas, si nuestro planeta perece, la especie humana desaparece; nada más catastrófico”, asegura Martínez.